Actualizado a
· Lectura:
El 8 de noviembre del año 392, se invirtieron los roles que el cristianismo y el paganismo habían tenido durante siglos en el Imperio Romano. El emperador romano Teodosio I el Grande, a la edad de 45 años –tres antes de fallecer–, prohibió totalmente el paganismo e impuso el cristianismo, la religión llegada del Próximo Oriente que no había dejado de ganar terreno, sobre todo desde el reinado de Constantino a principios del siglo IV. El llamado Edicto de Constantinopla prohibía toda práctica no cristiana, incluida aquella de carácter privado.
Terminó así la difícil coexistencia entre ambas religiones que duraba desde el siglo I d.C., tres siglos en los que se habían alternado periodos de tolerancia con épocas de una persecución feroz. El emperador Constantino I, consciente de la fuerza que había cobrado el cristianismo entre la población del Imperio, ya había dado un primer paso histórico en el año 313 con la promulgación del Edicto de Milán, que puso fin a la persecución contra los cristianos. El 27 de febrero del 380, Teodosio promulgó el Edicto de Tesalónica, mediante el cual el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio. Teodosio fue también el último soberano que gobernó a la vez la mitad occidental y la oriental del Imperio Romano.
El 8 de noviembre del año 392, el emperador romano Teodosio I el Grande prohibió totalmente el paganismo e impuso el cristianismo.
De perseguidores a perseguidos
El Edicto de Tesalónica, que imponía a sus súbditos la ortodoxia católica, contenía los principios legales para erradicar el paganismo. Dos años después, Graciano el Joven, emperador de Occidente, desmantelaba el Altar de la Victoria, en el Senado, al estar dedicado a una divinidad pagana. En el año 386, Materno Cinegio, prefecto del pretorio de Oriente desde el año 384, viajó a Grecia y Egipto, y allí, por orden de Teodosio, clausuró templos y prohibió los sacrificios con fines adivinatorios. La prohibición a los cultos tradicionales se consumó definitivamente con el edicto de Constantinopla.
Lejos de inaugurar una época de tolerancia, el edicto invirtió los roles que durante siglos habían tenido los cristianos y los seguidores de las antiguas religiones. Este cambio se materializó en la persecución de quienes no querían someterse a la nueva ortodoxia, dando lugar a episodios como el asesinato de la filósofa Hipatia de Alejandría. A pesar de ello, aún tardaría en producirse la desaparición definitiva de las muchas religiones paganas que se practicaban en los amplios dominios de Roma.