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Nacido en Chester, Pensilvania, el 7 de junio de 1883, Sylvanus Morley sintió desde niño un profundo interés por la arqueología y las culturas mesoamericanas. Prueba de ello es que uno de sus libros favoritos de la juventud era Heart of the World, de H. Rider Haggard, que trataba sobre ciudades perdidas en Centroamérica.
Después de estudiar Ingeniería Civil (instado por su padre), Morley se matriculó en Arqueología en la Universidad de Harvard. Tras la llegada de una colección de artefactos mayas recolectados cerca de la antigua ciudad de Chichén Itzá, Morley empezó a investigar sobre aquella localización y su fascinante cultura ancestral. Durante aquellos años, también inició el estudio de antigüedades en Santa Fe, Nuevo México, centrándose en la arquitectura de los anasazi.
Una vez graduado, en 1908, Sylvanus Morley se unió a un proyecto de investigación de la School of American Archaeology y, con el propósito de realizar el trabajo de campo, viajó por distintas localidades de México y Centroamérica, sumergiéndose en los escenarios que había estudiado en la universidad. Desafortunadamente, en aquel periodo estalló la Primera Guerra Mundial y el arqueólogo se vio obligado a detener parte de su actividad para prestar servicio a los Estados Unidos.

Sylvanus Morley
Silvanus Morley instruyendo a los trabajadores en la excavación de Chichén Itzá, 1924.
De arqueólogo a espía
Sin embargo, lejos de involucrarse en batallas e ir a luchar al frente, Sylvanus Morley colaboró en el conflicto como espía. Usando su investigación arqueológica como cubierta, Morley trabajó para el servicio de inteligencia estadounidense, encargándose de reportar los movimientos de los alemanes en Centroamérica y las muestras de antinorteamericanismo que registraba por la zona. Esta coartada le permitió, por ejemplo, adentrarse en aquellas áreas con equipo fotográfico, cosa que no hubiese sido posible de otra manera.
Como espía, Sylvanus Morley redactó múltiples informes sobre las actividades políticas y sociales de aquellos territorios (sobre todo las que podían perjudicar los intereses de los Estados Unidos), así como análisis económicos o una detallada cartografía de los litorales de Centroamérica y México. Pese a que su actividad como espía no fue descubierta hasta después de su muerte, muchos aseguran que Morley fue uno de los mejores agentes secretos estadounidenses de la Primera Guerra Mundial, destacando la naturaleza ética que determinó su trabajo.
En 1915, el arqueólogo publicó uno de sus textos más relevantes, An Introduction to the Study of Maya Hieroglyphs y, poco después, en 1918, fue invitado como socio asociado al Instituto Carnegie de Washington. Decidido a retomar sus investigaciones, Morley acudió a la reunión con un elaborado plan de veinte años ideado para excavar y restaurar una de sus mayores obsesiones: la antigua ciudad de Chichén Itzá.

Sylvanus Morley
Primer equipo de excavación de Chichén Itzá, en mayo de 1924.
La excavación de Chichén Itzá
Gracias al patrocinio del Instituto Carnegie y el apoyo de la National Geographic Society, en 1923, Morley dirigió el inicio de la expedición que excavó las ruinas mayas de Chichén Itzá. El enclave ya había despertado la curiosidad de los arqueólogos en el siglo XIX, pero Morley dio el impulso definitivo a las investigaciones con el hallazgo de 400 columnas (el actual grupo de las Mil Columnas), la reconstrucción del templo de los Guerreros y la identificación del edificio El Caracol como observatorio astronómico, además de propiciar el turismo al alentar la construcción del ferrocarril que uniría Mérida con Chichén Itzá.
Durante los dieciocho años siguientes, Morley trabajó de manera incansable para descifrar los pictogramas mayas y, a pesar de declarar que detestaba la selva, se instaló todo ese tiempo con su mujer en la hacienda Chichén, al pie de las ruinas. El resultado de su intenso trabajo lo materializó en numerosas obras, tanto dirigidas a especialistas como al público en general. Entre todas destaca el libro The Ancient Maya, publicado en 1946, donde reveló teorías que cimentaron la base de estudios posteriores.