El nacimiento de la Suiza moderna

El Sonderbund y la guerra civil suiza

En noviembre de 1847, Suiza vivió una guerra civil de apenas un mes. El conflicto enfrentó al gobierno federal con los miembros del Sonderbund, una alianza interna entre cantones que se oponían a las políticas centralizadoras, liberales y laicas.

Guerra del Sonderbund 2

Guerra del Sonderbund 2

Imagen: Heinrich Jenny / Biblioteca Nacional Suiza (CC)

Suiza es famosa por su histórica neutralidad y moderación en las relaciones exteriores, algo que se aplica incluso a sus conflictos internos. En noviembre de 1847, la Confederación Helvética vivió una de las guerras civiles más cortas y menos cruentas de la historia, que no duró ni cuatro semanas y se saldó con alrededor de 100 víctimas mortales. Es la llamada Guerra del Sonderbund, que a pesar de su poca intensidad militar tuvo gran importancia para la historia suiza.

La Guerra del Sonderbund, a pesar de su poca intensidad militar, fue un verdadero punto de inflexión en la historia suiza.

Esta guerra fue un verdadero punto de inflexión en muchos aspectos. Puso fin a la independencia casi absoluta de la que gozaban los cantones y los transformó en un ente político compacto, aunque conservaron una notable autonomía legislativa. Supuso la victoria del modelo burgués-liberal sobre algunas estructuras del Antiguo Régimen que predominaban sobre todo en las zonas rurales, así como la secularización de la administración, la justicia y la educación. Finalmente, la centralización del poder y la industrialización favorecieron en las décadas siguientes la creación de una red de infraestructuras que conectó a nivel nacional un país que, por su geografía montañosa, tendía a ser un cúmulo de zonas con escaso contacto entre sí.

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La formación del Sonderbund

A mediados del siglo XIX Suiza era una confederación de cantones que, si bien unidos por tratados y por una Dieta federal con pocas atribuciones, gozaban de una independencia casi absoluta. El país había recuperado su independencia en 1815 tras la derrota definitiva de Napoleón, pero como sucedió en otros territorios conquistados por el emperador, las ideas de la Revolución Francesa habían dejado una huella liberal destinada a perdurar.

En 1840 la Dieta, que agrupaba a los delegados de los cantones y estaba constituida en su mayor parte por representantes de la burguesía urbana y protestante, propuso la redacción de una nueva Constitución. Esta preveía la concesión de mayores poderes a la Dieta en detrimento de los gobiernos cantonales y la secularización del Estado, expropiando tierras a las órdenes católicas, sometiéndolas al control federal y reduciendo su influencia en la educación y la justicia. Tales propuestas no fueron bien recibidas por algunos cantones con gobiernos de tendencia conservadora o católica. Temían que la nueva Constitución les quitara su autonomía de gobierno y eran especialmente contrarios a las medidas de secularización, que algunos se resistieron a acatar cuando la nueva carta magna entró en vigor al año siguiente. Ese mismo año se produjo una importante confiscación de bienes de la Iglesia católica y cierre de monasterios en el cantón de Argovia (Aargau).

En 1845, siete cantones (Friburgo, Lucerna, Schwytz, Unterwalden, Uri, Valais y Zug) se unieron en una coalición de apoyo mutuo conocida como Sonderbund.

Las tensiones escalaron en 1845 cuando algunas milicias intentaron un golpe contra el gobierno de Lucerna. Aunque el golpe fracasó, alimentó los temores de los católicos, ya que el objetivo de las milicias era echar a los jesuitas, a quienes la ciudad había dado asilo -e incluso concedido competencias en materia de educación- tras su expulsión de diversos países europeos. En diciembre de ese año, siete cantones (Friburgo, Lucerna, Schwytz, Unterwalden, Uri, Valais y Zug) se unieron en una coalición conocida como Sonderbund (“alianza particular” en alemán), por medio de la cual sus miembros se comprometían a apoyarse mútuamente en caso de episodios como el de Lucerna. Esta coalición contravenía la Constitución, que prohibía alianzas separadas entre cantones -especialmente de carácter militar-, y sus promotores consiguieron mantenerla en secreto durante unos meses.

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En julio de 1847 la Dieta ordenó la disolución del Sonderbund, obteniendo la negativa de los representantes de los cantones aliados, que alegaron que se trataba de un pacto puramente defensivo motivado por el intento de golpe en Lucerna. Inicialmente la Dieta trató de resolver el asunto por medio de la diplomacia, pero paralelamente tanto el gobierno federal como los miembros del Sonderbund empezaron a movilizar tropas, algo que ambos bandos interpretaron como una provocación por parte del otro.

Guerra del Sonderbund

Guerra del Sonderbund

Mapa de la guerra del Sonderbund: en amarillo los cantones pertenecientes a la coalición, en verde los leales al gobierno federal, en gris los neutrales. Las flechas indican las dos campañas decisivas del conflicto, sobre Friburgo y Lucerna.

Imagen: Sandstein/CC : https://bit.ly/3lAyoA9

Estalla la guerra

Las hostilidades se abrieron el 3 de noviembre cuando tropas del Sonderbund ocuparon dos importantes pasos de montaña: el de Furka, que unía los cantones de Uri y Valais -miembros del Sonderbund-; y el de San Gotardo, que separaba Uri y el Ticino, alineado con la Dieta. El objetivo alegado era asegurar la protección de Valais, que habría podido quedar aislado en caso de que el ejército federal se apoderara de los pasos. Este cantón tenía un valor estratégico muy importante, ya que representaba la única frontera exterior del Sonderbund y la coalición esperaba recibir refuerzos franceses desde allí; unos refuerzos que nunca llegaron. Pero al internarse en territorio tesinés, las tropas intentaron ir más allá y dar un golpe contra el gobierno del cantón. Este gesto desató oficialmente la guerra, que se dividió en dos campañas principales.

La guerra se dividió en dos campañas principales: la primera en Friburgo, del 9 al 13 de noviembre; y la segunda en Lucerna, del 20 al 23.

La primera se desarrolló en Friburgo, el único cantón del Sonderbund que había quedado aislado y que representaba no solo un objetivo más fácil, sino un peligro más inmediato al colindar con Berna, sede de la Dieta. El 13 de noviembre el general Dufour, comandante del ejército federal, dispuso una fuerte batería de artillería frente a la capital y propuso a su gobierno un armisticio para evitar muertes innecesarias. Friburgo aceptó y la campaña se cerró casi sin hostilidades, salvo por una escaramuza en una fortaleza.

Con Friburgo fuera de combate, Dufour se dispuso a concentrar su ataque en el centro del país, donde se agrupaban la mayoría de territorios del Sonderbund alrededor del Lago de los Cuatro Cantones. Su plan consistía en atacar Lucerna por tres frentes, aislándola del resto de la coalición. La campaña se desarolló tan rápidamente como la de Friburgo: Dufour empezó a movilizar sus tropas el 20 de noviembre y obtuvo la rendición del cantón de Zug al día siguiente; el 23 consiguió rodear la ciudad de Lucerna, cuyos líderes escaparon dejándola en manos de las fuerzas federales.

General Dufour

General Dufour

Guillaume Henri Dufour fue el comandante de las fuerzas federales durante la Guerra del Sonderbund. Era un veterano general que había servido bajo las órdenes de Napoleón; su fama llevó a la Dieta suiza a elegirlo para liderar sus tropas.

Imagen: Museo Militar de Morges (CC)

La caída de la ciudad más importante de la coalición precipitó el final del Sonderbund, cuyo consejo decidió disolver la alianza el 26 de noviembre. En los días siguientes se rindieron los cantones de Unterwalden, Schwyz, Uri y finalmente Valais, cuya capitulación el 29 de noviembre ponía fin a la breve guerra. Buena parte de esta rápida victoria debe atribuirse a la falta de comunicación entre el consejo de guerra del Sonderbund, los gobiernos de los cantones y el comandante de las tropas, el general Von Salis-Soglio, a quien no se proporcionó un plan de acción claro.

Había que celebrar que la guerra se había saldado con muy pocas bajas, alrededor de 100 entre ambos bandos; un número muy bajo considerando que las tropas movilizadas ascendían a casi 180.000 soldados. Las órdenes del general Dufour eran evitar los combates en la medida de lo posible, ser especialmente cuidadoso en el uso de artillería para evitar víctimas civiles, tratar a los soldados enemigos con benevolencia y no permitir excesos de sus propias tropas.

La guerra se saldó con muy pocas bajas, alrededor de 100 entre ambos bandos, y un tratamiento muy benevolente para las tropas del Sonderbund.

La nueva Suiza

Puesto que uno de los motivos de la guerra había sido la desconfianza de algunos cantones hacia el gobierno federal, la Dieta no quería darles más razones para el resentimiento. La mayoría de los líderes del Sonderbund habían huido al extranjero y fueron juzgados in absentia, pero el proceso se cerró sin ninguna pena para los presentes ni solicitud de extradición para los exiliados; sus tropas fueron desmovilizadas y liberadas sin ninguna represalia; y los gobiernos de los cantones aliados simplemente fueron sustituidos. El general Dufour incluso rechazó los honores que se le querían dedicar, como estatuas y el título de “pacificador de Suiza”. Por otra parte los cantones de Neuchâtel y Appenzell-Rodas Interiores, los únicos que se habían mantenido totalmente neutrales en el conflicto y se habían negado a proporcionar tropas al gobierno federal, fueron obligados a aportar una compensación proporcional a su peso económico, la cual se destinó a un fondo para las viudas y huérfanos de guerra.

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La guerra tampoco terminó en una derrota total para el Sonderbund. Con el deseo de integrar a los descontentos, la nueva Constitución fue revisada para incluir algunas de sus reivindicaciones, en particular lo que se refería a la soberanía de los cantones. Se les permitió la libertad de legislar con autonomía, se les reservaron las competencias exclusivas en materia educativa y religiosa y se preservó el sistema de referéndum que desde entonces ha constituido la base de la legislación suiza. En 1874 se aprobó una revisión aún más amplia que otorgaba al Estado muy pocas competencias exclusivas -básicamente defensa, moneda y comercio- y que sometía las medidas nacionales a un complejo sistema de consenso que requería no solo la mayoría popular, sino de al menos dos tercios de los cantones.

La guerra no fue una derrota total para el Sonderbund. La nueva Constitución fue revisada para incluir algunas de sus reivindicaciones, en particular lo que se refería a la soberanía de los cantones.

La nueva Suiza, sin ser centralista, funcionaba como un Estado unificado y ello le permitió aplicar una rápida modernización, en particular lo referente a las infraestructuras de comunicación. La construcción de la red ferroviaria conectó de forma rápida y eficiente el país, favoreciendo sobre todo el comercio -del cual se beneficiaron especialmente las exportaciones, tanto de productos alimenticios como de artesanía- y el incipiente turismo, hasta el punto que las décadas siguientes se conocerían como “la era dorada del alpinismo”.