Monumento megalítico

Sobre la procedencia de los restos humanos hallados en Stonehenge

El análisis de los restos humanos cremados indica que procedían, en parte, del oeste de Gales, como las famosas piedras azules usadas en las fases iniciales de construcción del monumento

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Foto: Adam Stanford, Aerial-Cam Ltd

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Imagen aérea de Stonehenge

El equipo de excavación alrededor del Aubrey Hole 7, después de las excavaciones de 2008 en Stonehenge.

Foto: Christie Willis, UCL

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Fosa de Stonehenge

La fosa Aubrey Hole 7 después de la excavación de 2008.

Foto: Christie Willis, UCL

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Aubrey Hole 7

Restos arqueológicos en la fosa Aubrey Hole 7.

Foto: Christie Willis, UCL

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Restos craneales

Tres fragmentos craneales cremados utilizados en el estudio.

Foto: Adam Stanford, Aerial-Cam Ltd

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Cantera de las piedras azules

Afloramiento rocoso de Carn Goedog, el lugar de procedencia de las piedras azules, en Pembrokeshore, en el oeste de Gales.

Mucho se ha hablado sobre la procedencia de las piedras de Stonehenge, el monumento megalítico situado en el sur de Inglaterra, sobre el transporte de las mismas, sobre la construcción del monumento y sobre su finalidad religiosa o astronómica, pero poco se ha hablado sobre los individuos que lo construyeron y sobre aquellos que fueron enterrados en el sitio: Stonehenge también fue un cementerio a comienzos de su dilatada historia, lo que ocurre es que muchos de los restos fueron incinerados y ha resultado difícil extraer información útil de ellos. "El reciente descubrimiento de que una parte de la información biológica sobrevive a las altas temperaturas de la cremación, de hasta 1.000 ºC, nos ha ofrecido la emocionante posibilidad de estudiar definitivamente el origen de aquellos que fueron enterrados en Stonehenge", dice Christophe Snoeck, de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Oxford, de la Vrije Universiteit Brussel y el principal autor de un estudio publicado el 2 de agosto en Scientific Reports.

Snoeck ha demostrado que los huesos cremados o incinerados "retienen de forma fidedigna su composición de isótopos de estroncio, allanando el camino al uso de esta técnica para investigar dónde vivieron esas personas durante la última década de sus vidas aproximadamente", afirma la Universidad de Oxford en una información también del 2 de agosto.

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"Las excavaciones realizadas entre 1919 y 1926 recuperaron los restos cremados de hasta 58 individuos, haciendo de Stonehenge uno de los lugares de entierro de finales del Neolítico más grandes que se conocen en Gran Bretaña", comentan los autores del estudio. "Después de la excavación inicial, los restos cremados hallados en varios Aubrey Holes [un anillo de 56 fosas] y en otros lugares del sitio fueron enterrados de nuevo en la fosa Aubrey Hole 7", agregan.

Esta fosa fue excavada de nuevo en 2008 y los análisis osteoarqueológicos identificaron fragmentos de huesos de la zona occipital central (en la parte posterior e inferior del cráneo) de, al menos, 25 individuos. La datación directa por radiocarbono los sitúa en los siglos entre 3180-2965 y 2565-2380 a.C., por lo que son un reflejo de las fases iniciales de construcción del monumento, un periodo durante el cual la cremación era una práctica de enterramiento habitual en Gran Bretaña", destacan los investigadores.

Los investigadores han analizado huesos del cráneo de, al menos, 25 individuos

Los resultados del estudio demuestran que, al menos 10 de los 25 individuos, no vivían cerca de Stonehenge antes de morir: las proporciones de isótopos de estroncio más altas en los restos indican que probablemente vivieron en la parte occidental de Gran Bretaña, una región que incluye el oeste de Gales, precisamente el origen conocido de las famosas piedras azules de Stonehenge.

"Los restos cremados de los enigmáticos Aubrey Holes y un mapeo actualizado de la biosfera sugieren que los individuos de las montañas de Preseli [oeste de Gales] no sólo suministraron las piedras azules usadas para construir el círculo de piedra, sino que también se desplazaron con las piedras y fueron enterrados allí", asevera John Pouncett, coautor del estudio, también de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Oxford.