"¿Qué es el rey del Alto y Bajo Egipto? Él es el dios gracias al cual se vive, el padre y la madre de todos los hombres, él solo, sin igual". Como deja bien claro este texto, para los antiguos egipcios, el cargo de faraón, la más alta autoridad en la tierra, el representante de los dioses e interlocutor entre ellos y los humanos, la figura encargada de mantener la maat, la armonía con las leyes naturales y el equilibrio cósmico tenía que ser un hombre. Así, el título de faraón debía recaer en una figura masculina puesto que los reyes se identificaban con Horus, un dios representado como un hombre con cabeza de halcón, hijo de Isis y Osiris, las divinidades más importantes del panteón egipcio.
Pero ¿y qué pasaba con las mujeres? Durante toda la historia de Egipto hubo muchas reinas, esposas y madres de faraones que jugaron un papel fundamental en la historia del país. Muchos de sus nombres y gestas han llegado hasta nuestros días: Ahmosis Nefertari, Tiy, Isisnofret, Nefertiti, Nefertari... Su poder e influencia estaba presente en la vida política, aunque siempre a la sombra de sus esposos. Sin embargo, también sabemos que a lo largo de la historia del País del Nilo hubo algunas mujeres que, más allá de su condición de esposas o madres, ocuparon por derecho propio el trono de las Dos Tierras. Una de ellas fue Sobeknefrure (nombre que significa "la belleza de Sobek"), última representante de la dinastía XII del Reino Medio.
El misterioso origen de Sobeknefrure
Tras los convulsos acontecimientos acaecidos al final del Reino Antiguo, que dieron lugar al conocido como Primer Período Intermedio, los reyes tebanos de la dinastía XII (1939-1760 a.C.) llevaron a cabo una segunda reunificación del país. Los siguientes doscientos años de la historia de Egipto se caracterizaron por ser una etapa de gran prosperidad económica y de tranquilidad política. Pero a finales de la dinastía, una serie de disputas entre gobernadores provinciales, conocidos como nomarcas, volvió a traer la inestabilidad a Egipto. Sería en aquel contexto de inseguridad cuando surgió la figura de la reina Sobeknefrure.
Tras los convulsos tiempos acaecidos al final del Reino Antiguo, los reyes tebanos de la dinastía XII llevaron a cabo la segunda reunificación de Egipto.

Templo de Seti I en Abidos, donde se halla inscrita la lista real de faraones entre los cuales no consta el nombre de Sobeknefrure.
Foto: iStock
Y ¿quién fue esta mujer? Aunque su nombre no figura en la conocida como Lista Real de Abidos (un bajorrelieve inscrito en el templo que el faraón Seti I erigió en Abidos que contiene los nombres de 76 faraones que le antecedieron), sí aparece en la Lista Real de Saqqara (una tablilla que detalla los nombres de 58 gobernantes, que fue hallada en la tumba del escriba Tenry y que llega hasta el reinado de Ramsés II) así como en inscripciones grabadas en cinco estatuas que la representan. Parece ser que Sobeknefrure fue hija de Amenhemat III y hermana o medio hermana de Amenhemat IV, con el que muy posiblemente se desposó. Lo que sí está claro es que aparece como último rey coronado de la dinastía XII con los siguientes títulos: "Amada de Re", "Señora de las Dos Tierras", "Hija del Poder", "Eterna de Apariciones Radiantes", "El Rey del Alto y del Bajo Egipto Sobeknefrure".
Las pocas referencias sobre esta mujer faraón
Según el Papiro Real de Turín, datado en época de Ramsés II y descubierto por Bernardino Drovetti en 1822, Sobeknefrure reinó en Egipto durante tres años diez meses y veinticinco días. Existen asimismo otras referencias escritas que hablan de la reina, aunque no sea de manera directa, como por ejemplo la inscripción de una estela funeraria de la dinastía XIII hallada en Abidos y conservada en el Musée d’Archéologie Méditerranéenne de Marsella, que hace referencia a un hombre llamado Heby del cual se dice que era administrador del almacén de Sobeknefrure. Asimismo, un papiro procedente de Harageh (una población cercana al oasis egipcio del Fayum) describe un lugar llamado Sejem Sobeknefrure, que algunos egiptólogos han identificado con el nombre de una pirámide donde, supuestamente, fue enterrada la soberana en la zona arqueológica de Mazghuna, muy cerca de la pirámide de su hermano y esposo Amenemhat IV.
Según el Papiro de Turín, Sobeknefrure reinó en Egipto durante tres años, diez meses y veinticinco días.

Busto de Sobeknefrure expuesto en el Museo del Louvre de París.
Foto: PD
De Sobeknefrure existen también algunas estatuas, aunque de la mayoría tan solo se conserva el torso. Uno de los torsos fragmentados de granito rojo que ha llegado hasta nuestros días, y que se encuentra en el Museo del Louvre de París, muestra a Sobeknefrure con un vestido femenino con escote en "V", pero tocada con el nemes (pañuelo ceremonial) real y vestida con un faldellín almidonado masculino, mientras que en el cuello se identifica un tipo de collar característico del Reino Medio en el que puede leerse "hija de Re, de su cuerpo, Sobekneferu, que viva como Re para siempre". Por otra parte, en un torso procedente de Tell el-Dab’a, en el delta del Nilo, Sobeknefrure aparece representada pisoteando a los Nueve Arcos (término usado por los egipcios para referirse a sus enemigos tradicionales).
"Hija del Rey"
Con todo, hay algunas estatuas de la reina que se conservan más completas. El Museo Egipcio de Berlín tenía en su poder un busto de Sobeknefrure que desgraciadamente se perdió durante la Segunda Guerra Mundial, aunque la parte inferior todavía pueda verse en el Museo de Bellas Artes de Boston. Asimismo, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York conserva otro busto de una mujer con peluca y corona cuya frente está ceñida por el ureo: la diosa cobra Uadyet y dos diosas buitres Nekhbet con las alas extendidas y el manto ḥb-sdy, que se ha querido identificar con la figura de Sobeknefrure, al igual que ocurre con una esfinge acéfala de basalto negro que fue descubierta por el arqueólogo francés Édouard Naville en el yacimiento de Khatana-Qantir.
La parte inferior de una estatua de Sobeknefrure que desapareció durante la Segunda Guerra Mundial aún puede verse en el Museo de Bellas Artes de Boston.

Dibujo realizado por el egiptólogo británico sir William Flinders Petrie del sello cilíndrico de Sobeknefrure expuesto en el Museo Británico.
Foto: PD
A todos estos vestigios de la soberana habría que añadir un pequeño sello cilíndrico de esteatita vidriada que lleva su nombre y título real y que se guarda en el Museo Británico de Londres; una inscripción con su nombre descubierta en Kumma, un emplazamiento militar y comercial situado frente a la fortaleza de Semna, en Nubia, que marca la altura de la crecida del Nilo en el tercer año de su reinado, así como las inscripciones que la reina ordenó grabar en algunos de los monumentos que erigió: cuatro columnas papiriformes en el templo de Kom el-Akârib, algunas estructuras en Het-Nesut (ciudad cuyo nombre en griego es Heracleópolis Magna) y que se añadirían posteriormente a la pirámide de su padre Amenemhat III en Hawara.

Estatua de granito de Amenemhat III, padre de la reina Sobeknefrure.
Foto: Saliko (CC BY-SA 3.0)
Por otra parte, algunas fuentes contemporáneas a su reinado indican que Sobeknefrure adoptó solo el título de Hija del Rey, lo que respaldaría la hipótesis de que fue, efectivamente, hija Amenemhat III. El ejemplo más claro de ello lo encontramos en una inscripción descubierta en un bloque de piedra caliza en el complejo de edificios conocido como el Laberinto, que se alzaba al sur de la pirámide de este faraón, en Hawara, en el oasis del Fayum: "Amado de Dḥdḥt el buen dios [Amenemhat III] dado […] Hija de Re, Sobeknefrure señor de Shedet, dado toda la vida". La inscripción es también la única referencia conocida a una divinidad llamada Dḥdḥt. Pero el nombre de Amenemhat IV, esposo de la soberana, no aparece en Hawara. Tal vez un recordatorio de que su madre era una esposa secundaria y no tenía sangre real...