Àlex Sala
Periodista especializado en Arte e Historia del Arte
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A finales de 1888, la vida de Vincent van Gogh entró en un periodo convulso del que no terminaría de salir hasta su muerte un año y medio más tarde. La silla de Vincent con pipa es un "autorretrato" muy original del artista transmutado en un mueble que refleja la melancolía que comenzó a invadirle en aquellos días y su delicada salud mental, de la que era plenamente consciente.
La convivencia con Gauguin, que tanto había esperado, había acabado de la peor manera en menos de dos meses por las desavenencias y los reproches personales entre ambos artistas. El 23 de diciembre, Gauguin abandonaba Arlés después que Van Gogh lo atacara con una navaja de barbero, cortara su propia oreja y la mandara a su amigo en señal de disculpa. Casi de inmediato, Vincent se pondría a trabajar en La silla vacía de Vincent y La silla de Paul Gauguin que, de una manera sombría, son un reflejo de la amistad truncada, la nostalgia por la ausencia de los seres queridos y una reflexión sobre el propio legado después de la muerte.