Un chino en la corte del Rey Sol

Shen Fu-Tsung, el mandarín converso que viajó por Europa en el siglo XVII

Mientras era gobernador de Nankín, el mandarín Shen Fu-Tsung conoció al jesuita belga Philippe Couplet, y tras convertirse al cristianismo viajó con él por toda Europa, desde Roma hasta París, donde tuvo una audiencia con el mismísimo Luis XIV en Versalles. El mandarín estuvo también en Inglaterra, donde fue una celebridad en la corte de Jacobo II, quien incluso hizo que le pintaran un retrato.

Retrato de Shen Fu-Tsung pintado por el artista Godfrey Kneller en el año 1687.

Foto: PD

En la China imperial, mandarín era el título que ostentaban los altos funcionarios, principalmente desde la dinastía Ming hasta la dinastía Qing, la última que gobernó el país. Estos personajes accedían al funcionariado público a través de un riguroso sistema de exámenes imperiales donde se ponían a prueba sus conocimientos (pero aunque el acceso estaba abierto a todo el mundo, preparar los difíciles exámenes imperiales requería de unos recursos económicos que no estaban al alcance de todos). Los mandarines estaban considerados unos eruditos, ya que estaban versados en la filosofía confuciana y en literatura clásica china. Además ocupaban cargos ejecutivos y burocráticos, y todas las magistraturas del Gobierno de la China imperial: desde oficiales de aduanas hasta jueces, gobernadores o ministros del emperador.

Uno de estos mandarines fue Shen Fu-Tsung, que nació en 1658 en Nankín, ciudad de la que fue gobernador, una de las cuatro capitales antiguas de China e importante centro económico del país durante la dinastía Ming. La historia de Shen Fu-Tsung empieza con la llegada a China de Philippe Couplet, un misionero jesuita belga, quien, tras escuchar en Europa una conferencia impartida por el jesuita Martino Martini, un cartógrafo, matemático, astrónomo e historiador nacido en la ciudad italiana de Trento y gran conocedor de los secretos de la lejana China, solicitó de inmediato ser enviado a aquel enigmático y desconocido país oriental.

La evangelización de la lejana China

Martino Martini había viajado a China en 1643, y se integró tan profundamente en la sociedad china que acabó adoptando rápidamente las costumbres locales. A su regreso a Europa, en 1651, Martini obtuvo un gran reconocimiento científico por las obras que publicó sobre el país asiático, y gracias a ello tuvo una audiencia con el papa Inocencio X al que convenció de que la actividad misionera debía respetar los llamados Ritos Chinos (el tradicional culto a los difuntos característico de la religión del país), algo que algunos misioneros, como Charles Maigrot, habían intentado prohibir. Fue precisamente durante esos años, en los que Martini impartió conferencias por todo el continente, cuando Philippe Couplet se sintió maravillado por sus relatos, tanto que decidió partir hacia China junto con Michal Piotr Boym, un sacerdote y explorador polaco. Ambos hombres zarparon con rumbo a Macao, una posesión portuguesa donde la Compañía de Jesús había establecido una serie de misiones.

Philippe Couplet se sintió deslumbrado por los relatos del jesuita Martino Martini, tanto que decidió partir hacia China.

Páginas del libro Confucius Sinarum Philosophus, escrito por Philippe Couplet.

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Pero la vida de Couplet en China no fue tan agradable ni fácil. Aquella era una época de convulsiones políticas: los Ming estaban enfrentados con los Quing manchúes (que se acabaron imponiendo) en una guerra que duró cinco años, desde 1665 a 1670. Sin embargo, y a pesar de la situación política, Couplet aprovechó su estancia para estudiar a fondo las ideas de Confucio, sobre el que más adelante publicaría un libro titulado Confucius Sinarum Philosophus (Confucio, el filósofo de los chinos) y para estrechar vínculos con algunos eruditos locales, como por ejemplo con Cándida Xu, nieta de Xu Guangqi, también conocido como Zixian, un alto funcionario que había estudiado agricultura, astronomía y matemáticas y había sido colaborador del jesuita italiano Matteo Ricci. Gracias a la amistad y a la influencia de Cándida Xu, Couplet obtuvo permiso para construir iglesias y predicar la fe cristiana en Jiangnan, una región situada al sur del río Yangtsé.

El periplo europeo de Shen Fu-Tsung

Pero cuando todo hacía indicar que la estancia de Couplet en China estaba a punto de terminar, este viajó hasta la ciudad de Nankín. Y fue precisamente allí fue donde el jesuita conoció al mandarín Shen Fu-Tsung quien, al igual que Cándida Xu, se interesó profundamente por la predicación cristiana y finalmente aceptó bautizarse. Más tarde, en 1681, cuando Couplet fue nombrado procurador de las misiones jesuitas de China en Roma, el religioso partió hacia la capital italiana acompañado por el propio Shen Fu-Tsung. Pero en Roma en esos momentos había un nuevo papa. Inocencio X había muerto, y Couplet tuvo que entrevistarse con su sucesor, Inocencio XI.

En 1681, cuando Couplet fue nombrado procurador de las misiones jesuitas de China en Roma, el religioso partió hacía allí acompañado por el mandarín Shen Fu-Tsung.

Mapa de China incluido en el Confucius Sinarum Philosophus fechado en el año 1687.

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En la audiencia en la Santa Sede volvió a surgir la antigua polémica acerca de los Ritos Chinos que defendían los jesuitas cuando Couplet solicitó a Inocencio XI autorización para cantar misa en chino para, de esta forma, según él, despertar un mayor interés por el catolicismo en un país considerado por la Compañía de Jesús como el más receptivo para extender la religión cristiana. Asimismo, el misionero regaló al pontífice una biblioteca con traducciones al chino de textos cristianos que había traído consigo.

Tras su paso por Roma, Couplet y Shen Fu-Tsung se dirigieron a Francia, donde fueron recibidos por el propio Luis XIV el 15 de septiembre de 1684. Durante la audiencia real los dos hombres propusieron al monarca que enviase matemáticos franceses a China. Couplet también aprovechó su estancia en París para tratar de demostrar al mundo académico francés que la cronología histórica que manejaban los chinos coincidía plenamente con la de la Biblia de los Setenta o Septuaginta (una versión primitiva de los textos sagrados traducida al griego), aunque para ello tuvo que añadir mil quinientos años al relato de la Creación y el nacimiento de Adán, algo que al final le hizo perder cierta credibilidad.

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Un mandarín en las cortes de Francia e Inglaterra

Por su parte, mientras se alojó en la corte francesa, se dice que Shen Fu-Tsung enseñó al Rey Sol a escribir con caracteres chinos y, lo más curioso, a comer con palillos durante una cena oficial a la que acudió, para admiración de los invitados, ataviado con un traje de seda verde decorado con dragones. Pero el mandarín no recaló solo en Francia. Tras su paso por Berlín y Viena, Shen Fu-Tsung hizo escala en Inglaterra, donde pasaría una larga temporada. Allí fue recibido también por el rey Jacobo II, el cual quedó tan complacido con la presencia del mandarín que ordenó al retratista Godfrey Kneller que le pintara un retrato. Shen se dedicó asimismo a enseñar nociones de chino al famoso orientalista Thomas Hyde con quien, al parecer, se entendía en latín y con quien llegó a debatir largamente sobre matemáticas.

Se dice que Shen Fu-Tsung enseñó al Rey Sol a escribir con caracteres chinos y, lo más curioso, a comer con palillos durante una cena oficial.

Ilustración de la Torre de Porcelana de Nankín publicada en el año 1721.

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La estancia de Shen Fu-Tsung en Inglaterra fue un auténtico acontecimiento. De hecho, hasta aquel momento ningún chino había visitado el país. Por eso, la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford no dejó pasar la oportunidad y solicitó a Shen Fu-Tsung que catalogase los libros escritos en chino que había en sus fondos, ya que esos ejemplares permanecían totalmente inéditos puesto nadie entendía el idioma. La última parada europea de Shen Fu-Tsung fue en la capital portuguesa, Lisboa, en 1688. Allí ingresó en la Compañía de Jesús y adoptó el nombre cristiano de Michael Alphonsius (por contra, su amigo Couplet era conocido en China por el nombre chino de Bai Yingli).

Tras su periplo europeo, Shen Fu-Tsung decidió regresar a China en 1691. Durante el trayecto, el barco hizo una parada cerca de Mozambique, donde Shen Fu-Tsung contrajo unas fiebres que le causaron la muerte. Tenía tan solo 33 años. Couplet no le sobreviviría mucho tiempo. Falleció dos años más tarde de una forma insólita: aplastado por un baúl durante una tormenta en el mar Arábigo, cuando el barco en el que navegaba estaba a punto de alcanzar las costas de Goa, en el oeste de la India.