Roland Strunk conoció a Hitler en un acto para veteranos de la Gran Guerra organizado por la Schwarze Reichswehr (Milicia Negra), un grupo paramilitar que reunía y daba apoyo estratégico y económico a toda una red de organizaciones nacionalistas para luchar contra los enemigos externos: judíos, socialdemócratas, comunistas y otros adversos. Estas Milicias Negras, así denominadas por el distintivo de ese color en el brazo y pecho, emulaban las “Camisas Negras” de los fascis di combattimento de la Italia mussoliniana que con posterioridad inspirarían a Hugo Boss en el diseño del uniforme negro característico de la SS. Estos grupos castrenses estaban dirigidos durante los años veinte por el jefe de estado mayor de la tercera División en Berlín, el teniente coronel Fedor von Bock, coordinados militarmente por el mayor Buchrucker y desplegados en la calle bajo el mando directo del teniente Paul Schulz. Y todo ello era posible, gracias al apoyo financiero de los grandes terratenientes, en particular de la Liga de la Patria de Brandeburgo.
A través del golpe de Küstriner del 1 de octubre de 1923 y de los juicios contra las llamadas Fememordern (“ejecuciones” extrajudiciales de las organizaciones paramilitares nacionalistas durante la República de Weimar) el público se enteró de la existencia de estas escuadras que para esa fecha contaban con más de 18.000 hombres en todo el país. Uno de los líderes de esta organización en Baviera fue el capitán, y más tarde jefe de las SA, Ernst Röhm. Él fue justamente el que los presentó.
Amistad de juventud
El futuro Führer y Strunk, dos jóvenes vehementes, desencantados y envejecidos por la guerra, distinguidos ambos con la Cruz de Hierro y con apenas tres años de diferencia, pronto simpatizaron por sus valores compartidos y vidas paralelas. En ese momento, al aun cabo Hitler, después del derrocamiento de la República Soviética de Baviera en mayo de 1919, se le encargó la misión que le dio la oportunidad de implicarse en la política por primera vez. Su labor consistía en investigar a los miembros de su unidad militar que habían colaborado con el “Soviet” o “Consejo Popular de Baviera”. Su trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo completo, asignándolo al Departamento Político de Asuntos de Prensa del Ejército, en el ámbito distrital. De esta manera, Hitler encontró su afición por el periodismo de relato épico y se convirtió en un espía militar, infiltrándose e investigando a los muchos grupos socialistas y obreros que estaban naciendo en toda Alemania. También participó como articulista y oficial educador en el Pensamiento Nacional: cursos de adoctrinamiento organizados por el Departamento de Educación y Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr (Ejército Imperial).

En esta imagen tomada en 1916, se puede ver a un joven Adolf Hitler (derecha) posando junto a otros soldados durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Pocos años más tarde, Strunk, quien también participó en la contienda, conoció a Hitler durante un acto de veteranos de la Gran Guerra.
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La labor de Hitler consistía en investigar a los miembros de su unidad militar, una tarea que completó con el reconocimiento de sus superiores, y le fue encargada la investigación de muchos grupos socialistas y obreros que estaban naciendo en toda Alemania
Strunk, hijo de una familia aristocrática prusiana – de ahí el Von de su apellido que nunca utilizó en su rúbrica- sirvió en la Primera Guerra Mundial como teniente de los Dragones en el ejército austrohúngaro. Su afición por la lectura y la literatura de aventura le llevó pronto, con apenas 22 años, al cuerpo de propaganda y operaciones especiales, y de ahí, al servicio secreto. Fue capturado en 1915 por volar secciones del ferrocarril transiberiano, condenado a muerte por la Rusia imperial y conmutada la pena por la de cadena perpetua pero, aprovechando las revueltas obreras, el estallido de la Revolución de Febrero y la posterior guerra civil rusa, escapó y logró llegar hasta el frente alemán. Una vez acabada la guerra se enroló en esta oscura milicia al mando del general Seeckt.
Aprovechando sus influencias familiares y políticas, se convirtió en corresponsal de guerra como trabajador autónomo para distintos medios sin abandonar su credo nacionalista. En 1921, acompañó al ejército turco de Mustafá Kemal Ataturk en la guerra defensiva contra los griegos que avanzaban hacia Anatolia, verdadero símbolo de la independencia Turca. Con posterioridad describió también el levantamiento de Rifkabylen bajo el liderazgo del Emir Abd al-Karim contra las potencias coloniales española y francesa en Marruecos entre 1921 y 1926, lo que le permitió perfeccionar su español. Incluso durante este período escribió varias crónicas sobre las operaciones del ejército japonés en Manchuria.
Völkischer Beobachter, el altavoz nazi
El NSDAP compró en diciembre de 1920 el Völkischer Beobachter (El Observador del Pueblo) por iniciativa de Dietrich Eckart, su primer editor y se convirtió en el periódico y medio de expresión del Partido Nazi. En 1921, Adolf Hitler adquirió todas las acciones de la compañía, convirtiéndose en el único propietario de la publicación hasta su desaparición en 1945. Con la prohibición del Partido Nazi, después del Putsch de Múnich del 9 de noviembre de 1923, el diario dejó de circular, apareciendo nuevamente en la refundación del partido el 26 de febrero de 1925.
Mientras Hitler tuvo prohibido dar discursos en público, el periódico Völkischer Beobachter se convirtió en el principal medio para propagar sus puntos de vista y el órgano político fundamental. Sin embargo, Hitler pensaba que su editor, Alfred Rosemberg -ahorcado después del proceso de Nuremberg- era un gran ideólogo, pero el periódico necesitaba un impulso periodístico acorde al crecimiento del movimiento. De esta forma, a lo largo de 1930, después del primer congreso del NSDAP en Núremberg y tras una reunión con Goebbels -responsable de la Secretaría de Difusión y Propaganda y delegado del partido en Berlín- habló con Von Strunk, su compañero de armas, ya en ese momento famoso corresponsal, para que fuera el agitador del Völkischer Beobachter y alcanzar también resonancia internacional. Todo ello con un solo objetivo: llegar a una tirada de 150.000 ejemplares que facilitara su ascenso a la Cancillería.

El periódico alemán Völkischer Beobachter se convirtió en medio de expresión del Partido Nazi mientras los discursos de Hitler fueron prohibidos después del Putsch de Múnich (1923). En 1930, Hitler incorporó a Strunk a la plantilla del periódico con el objetivo de multiplicar su resonancia. Arriba, un soldado alemán compra un ejemplar del Völkischer Beobachter en el París ocupado de 1940.
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Desde ese día y con posterioridad a 1933, tanto Roland pero sobre todo Gunter, serían la sombra de Hitler en todos y cada uno de los desplazamientos dentro y fuera del país
Una fría mañana de febrero en el castillo de Wewelsburg, sede mística de la Schutzstaffel (SS) Roland Edgar Strunk hizo su juramento como oficial Hauptsturmführer de las SS Wafen. Junto a él, otro joven redactor y corresponsal del periódico, Gunter d'Alquen, oficiando como padrino de la ceremonia el SS-Brigadadeführer, Reinhard Heydrich; el denominado “carnicero de Praga“. Desde ese día y con posterioridad a 1933, tanto Roland pero sobre todo Gunter, serían la sombra de Hitler en todos y cada uno de los desplazamientos dentro y fuera del país. De esta forma Strunk se transformó en confidente del Führer, una de las personas de confianza con acceso directo a él como era Bormann, uno de sus informantes principales incluso por encima de los canales policiales o diplomáticos.
En ese triple papel de corresponsal, oficial de las SS y espía directo a las órdenes de Rosemberg y del Führer, Strunk fue testigo directo de la conquista de Abisinia en 1935 avanzando junto al general Bodoglio, entrevistó en los meses sucesivos al mismísimo Duce y, como señala Wolfgang Schieder (Mythos Mussolini; Oldenbourg Wissenschaftsverlag, 2013), fue una de esas personas que forjaron el mito del Duce como padre e inspirador del movimiento autoritario en Europa que tan arraigado tenía Hitler; el único busto que estaba en su despacho de la Cancillería próximo a su mesa de trabajo era el de Mussolini, escoltados ambos por un tapiz de Alejando Magno en una de sus conquistas.
El encargo de Strunk en España
Los documentos, cartas e informes secretos guardados en los Archivos de la Secretaría de Estado de los EE.UU., desclasificados hace unas semanas, no dejan lugar a dudas; Strunk después de volver de Asmara en un vuelo directo a Berlín, días posteriores al golpe de Franco contra el gobierno republicano -concretamente el 29 de julio- mantuvo una reunión con Rosemberg -su editor, padrino político y amigo- en el despacho del Führer en la Cancillería, a la que probablemente asistió el general Von Blomberg. En ella, el encargo recibido por Strunk para su misión en España fue claro: conforme al avance de las fuerzas nacionalistas, debía detallar el necesario grado de implicación de la ayuda alemana a Franco con un desglose de los medios humanos y materiales para conseguir el triunfo del golpe militar.
El objetivo de Strunk en España era claro: detallar el grado de implicación alemana que necesitaba el recién acontecido levantamiento de los rebeldes liderados por Franco
Una decisión así ya tenía en cuenta la información que el propio Duce había confesado al periodista y espía en su última entrevista publicada en el Völkischer Beobachter. En ella, Mussolini se mostraba eufórico después de su victoria en la campaña del África oriental, y le contaba off the record el apoyo en aviones que ha prestado a las fuerzas rebeldes nacionalistas, a cambio de una cantidad insignificante de dinero, para permitir el despliegue militar de los sublevados hacia la península. Según el relato de Rosemberg, las decisiones adoptadas por el Comité de No Intervención recién constituido en agosto facilitaban el objetivo italiano: contrapesar la influencia francesa en el gobierno de la República, asegurar el control del tráfico del Mediterráneo y norte de África, y aislar Gibraltar.

El principal encargo de Strunk en España era valorar la cantidad de ayuda alemana que podía precisar el bando rebelde para imponerse en la Guerra Civil. Tras la victoria de las tropas sublevadas en 1939 gracias, en parte, a la ayuda externa, las relaciones entre ambas naciones se enfriaron. Quedó patente en la entrevista de 1940 en Hendaya, una reunión que quedó inmortalizada en imágenes como esta
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Justamente, la relación entre dictaduras mediterráneas para el control del tráfico en ese mar y en el norte de África, era una vieja aspiración que había unido estrechamente a Mussolini con la dictadura de Primo de Rivera en el objetivo compartido por contrarrestar la influencia francesa e incluso, según los informes de los servicios secretos británicos y franceses, (Mussolini y Primo de Rivera la política exterior de dos dictadores, Alianza-Eudema, 1989), la utilización por parte italiana de las bases militares en Baleares que, como parece probado, fue uno de los acuerdos secretos adoptados en la negociación del Tratado de Amistad entre España e Italia de 1926. Continuando con esta idea, la utilización por parte italiana de las bases en Palma y Mahón, junto con los aeródromos de Son San Juan, Son Bonet y Alcúdia en esos meses posteriores al golpe militar contra la República, eran fundamentales para facilitar la extensión del movimiento nacionalista y una muestra más de la ambición del Duce. Esta intervención italiana en Baleares se produjo a finales de agosto y principios de septiembre de 1936; poco más de un mes después de la aludida reunión en la Cancillería del Reich.
En la segunda semana de agosto, un Junker 52 dejó al hombre de confianza de Hitler en el acuartelamiento aéreo de Tablada en Sevilla, incorporándose al grupo de corresponsales extranjeros -mayoritariamente cercanos a los valores del levantamiento- liderado por Gonzalo de Aguilera Munro, conde de Alba de Yeltes, a la sazón Oficial de Prensa y hombre de confianza de Mola.
Strunk obtuvo el permiso para acompañar a las tropas de Yagüe en el control completo de Sevilla el 24 de agosto de 1936. Salió de Sevilla el día 26, compartiendo el coche militar junto con otros corresponsales: John Whithaker, corresponsal del New York Herald Tribune; Frank Kluckhohn, enviado por el New York Times; y H.R. Knickerbocker, corresponsal del New York Evening Post y del Philadelphia Public Ledger, a la vez que gran amigo de Strunk, conocedor de la política alemana y corresponsal en Berlín durante bastantes años. Después de visitar Almendralejo y Mérida, llegó a Trujillo, donde entrevistó a Yagüe el 1 de septiembre. Como señala Moisés Dominguez Nuñez y se puede ver en la publicación recogida en Völkischer Beobachter del 3 de septiembre, Yagüe señalaba que "el hecho de que la conquista de España por nuestro ejército sea tan lenta tiene una ventaja, nos da tiempo de limpiar por entero nuestro territorio de elementos rojos". Todo parece indicar que Whithaker se basa en los comentarios de Strunk para inventarse una supuesta entrevista a Yagüe que nunca realizó, entre otras cosas porque no estaba presente en esa ciudad en esa fecha.
Strunk fue incorporado a un grupo de corresponsales extranjeros mayoritariamente afines al bando rebelde. En agosto de 1936, acompañó a las tropas de Yagüe que tomaron Sevilla, y posteriormente entrevistó al general para el Völkischer Beobachter.
Tras la sustitución de Yagüe -enfermo- por Varela, Strunk acompañó a este en la toma de Torrijos -22 de septiembre- y en la entrada de Toledo -27 de septiembre- asistiendo personalmente a la liberación del Alcázar tras diez semanas de asedio y a todo lo que esto supuso desde el punto de vista propagandístico.

Después de unos primeros días de incertidumbre tras el levantamiento del 18 de julio de 1936, Toledo terminó siendo controlada por el bando sublevado. Las fuerzas republicanas lanzaron una ofensiva para tratar de recuperar la ciudad, pero los rebeldes se refugiaron en el Alcázar. Milicianas y milicianos republicanos empuñan sus armas durante el asedio del Alcázar de Toledo.
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Alcázar Toledo
El asedio duró desde el 21 de julio hasta el 27 de septiembre de 1936, cuando las tropas africanas del general Franco acudieron a liberar a los sublevados. La del Alcázar se había convertido en una victoria simbólica que fue utilizada para glorificar los éxitos franquistas, por ello muchas de las visitas diplomáticas a la España de posguerra pasaban por el Alcázar, como es el caso de la imagen donde se puede ver a Himmler visitando las ruinas acompañado del general Moscardó, héroe de la defensa, en 1940.
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Testigo de primera mano
Como señala en su largo memorándum a Rosemberg se encontraba impresionado por la ferocidad de los combates por ambos bandos; de hecho -como apunta Francisco Espinosa en su libro La columna de la muerte, él mismo realizó una fotografía a las afueras de Talavera de la Reina del asesinato de un grupo de braceros por parte de la Legión. Pero Strunk describió también el “terror rojo”: “… No entraré a explicar aquí los detalles en este informe, porque no tendría mucho sentido hacerlo, pero sí diré que lo que he visto es espantoso. He sido testigo de terribles mutilaciones a los nacionales, a veces en formas que revelan patologías sexuales prácticamente imposibles de describir. El estado en el que he encontrado a las monjas asesinadas es terrible. Y resulta difícil hacerse una idea del modo en que se han profanado los altares…”, firmó Strunk.
A partir de esta fecha hasta su entrevista con Franco en noviembre, la gran preocupación de Strunk y de una parte de todos los corresponsales y opinión pública internacional era la incapacidad del ya denominado “Caudillo” para acabar de forma rápida el conflicto. Incluso el embajador de los Estados Unidos en España, Claude Bowers, informaba a principios de octubre al Secretario de Estado, Cordel Hull, en este mismo sentido: "los errores militares cometidos por los sublevados en los primeros meses no forzando la toma de Madrid, si no existe una intervención militar por parte de los gobiernos autoritarios, prolongará muchos meses este sufrimiento en una permanente campaña de desinformación por ambos bandos".
Esta impresión respecto a la incapacidad de Franco para asegurar una victoria rápida es la que trasmitió a Rosemberg y a Hitler cuando de forma urgente Strunk voló a Berlín el 25 de septiembre. En dicha reunión, les entregó un informe detallado de lo vivido y de las operaciones militares desarrolladas que impresionó a ambos por lo descarnado de la descripción y porque, sobre todo, reflejaba una gran falta de control por parte de las tropas nacionalistas, junto con la tibieza francesa en su apoyo a los republicanos, la intervención creciente de la Unión Soviética y la delantera de la Italia fascista en el escenario de conflicto ante la frialdad germana.
El informe de Strunk reveló la tibieza francesa en su apoyo a los republicanos, la intervención creciente de la Unión Soviética y la delantera de la Italia fascista en el escenario de conflicto ante la frialdad germana
Ambos coincidieronn con Strunk en que, con la ayuda alemana, el conflicto no duraría más de dos meses, incluso Rosemberg hizo planes para el día de después. "Le he dicho a Strunk que debe explicarles a Franco y a los líderes falangistas lo siguiente: inmediatamente después de la victoria que haremos posible con un gran apoyo militar, la iglesia iniciará una salvaje campaña de difamación contra nosotros, la Alemania pagana. Por eso, queremos dar nuestra repuesta desde ahora mismo: la tradición de Alemania es diferente de la de España. Reconocemos el catolicismo como religión del pueblo español y nadie desea inmiscuirse en ese terreno. Por lo demás, resulta interesante que los españoles quieran saber menos del fascismo que nosotros. Tienen un temperamento muy parecido al nuestro y esperan de nosotros que los complementemos y, así, los ayudemos". Después de recibir instrucciones, el día siguiente, 27 de septiembre, el amigo y hombre de confianza del Führer, volvió nuevamente a Sevilla.
Cara a cara con Franco
La entrevista de Strunk con Franco fue gestionada por la Oficina de Prensa de la Secretaría personal del Generalísimo para noviembre de1936, coincidiendo con el inicio de la batalla de Madrid y ante el fracaso de la mantenida el 6 de octubre por el diplomático alemán Karl Max Du Moulin-Eckart, en donde no se perfiló de forma adecuada el apoyo alemán conforme a lo hablado dos semanas antes. Según cuenta el propio Strunk: "Informé a Franco de la reunión mantenida en Cancillería y que el apoyo militar se daría si aceptaba la dirección alemana de la campaña, de lo contrario Alemania retiraría su apoyo. Franco aceptó. En consecuencia, 5.000 alemanes, en su mayoría servicio de aviación, llegarán a Sevilla y desembarcarán 2.500 también en Vigo. Ya hay prevista una plantilla de 80 oficiales alemanes. Estas tropas, dijo, permanecerán en Sevilla para preparar una base para las fuerzas de Franco, vigilar la retaguardia y asegurar las comunicaciones con Marruecos. Pronto estarán listos cien aviones para adelantar el trabajo final…". Esta sería la denominada y tristemente famosa Legión Cóndor que volaría de Berlín a Sevilla en noviembre de 1936.

En junio de 1939, los integrantes de la Legión Cóndor regresaron a Alemania, donde fueron recibidos, tal y como muestra la imagen, por Adolf Hitler en persona. Su papel de apoyo a las fuerzas sublevadas durante la Guerra Civil fue clava para su victoria. Entre otros muchos episodios, la Legión Cóndor fue la responsable del ominoso bombardeo de la ciudad de Guernika en 1937.
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Esta misma conversación con el general Franco la recogió Charles S. Bay, cónsul estadounidense en Sevilla que le explicó al Secretario de Estado Cordel Hull, como Strunk y H. Knickerbocker, tremendamente cansados, habían llegado a Sevilla desde Madrid y en una conversación privada hicieron referencia a dicha entrevista mantenida y a las condiciones planteadas por Hitler a Franco.
Apoyo alemán con condiciones
Las condiciones de la implicación alemana conforme a las instrucciones recibidas por el corresponsal y espía fueron claras: no se enviarían tropas a la línea de combate por el momento; sin embargo, se prepararía una línea avanzada, detrás de la cual el ejército de Franco podía caer y reformarse en caso de que retroceda o incluso caiga derrotado en algunos de los frentes fundamentales. Hitler esperaba que Franco atacase y tomara Madrid, pero si fallaba, tenía claro que Alemania tendría que terminar el trabajo. Strunk comentó a Hitler que, junto con el operativo militar ya en marcha, con una División de la Wehrmacht sería suficiente. Estas tropas, afirmó, podían llegar a España en cinco días después de ser convocadas.
Sin embargo, las peripecias de este personaje mitad espía, mitad corresponsal, continuaron más allá del conflicto en España. Su afición por el nacionalismo y las guerras de independencia le llevaron a principios de 1937 a viajar a la India para entrevistar a Gandhi. Como señaló el propio Gandhi de esa larga entrevista "el periodista nazi después de haber expresado su horror por los odios que azotaban Europa y la violencia de la Guerra Civil española se quedó sorprendido de mi idea del “coraje imprudente” y seguro pensó de forma equivocada que yo era incluso más despectivo de la vida como valor individual que el propio Hitler".
Ese mismo desprecio por la vida que tanto le gustaba también a Strunk, emulando a su poeta preferido Gabriele D´Annunzio, le llevó a derrochar la suya pocos meses después.
* Gustavo Palomares Lerma es Catedrático Europeo “Jean Monnet” y Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED.