Guerras napoleónicas

Revelan las impactantes cartas del primer "visitante" al campo de batalla de Waterloo

Un investigador de la Universidad de Glasgow, Tony Pollard, acaba de publicar un estudio que da a conocer el relato del comerciante Thomas Ker, quien, según su investigación, fue el primer civil que visitó el campo de batalla de Waterloo un día después de la contienda. Quedó tan impactado que acudió al lugar hasta en 18 ocasiones y escribió un conmovedor relato de lo que vio.

La batalla de Waterloo. Cuadro pintado por el artista irlandés William Sadler. Pyms Gallery, Londres.

La batalla de Waterloo. Cuadro pintado por el artista irlandés William Sadler. Pyms Gallery, Londres.

La batalla de Waterloo. Cuadro pintado por el artista irlandés William Sadler. Pyms Gallery, Londres.

PD

El domingo 18 de junio de 1815, alrededor de 75.000 soldados del ejército de Napoleón se enfrentaron a las tropas inglesas del duque de Wellington en Waterloo, una población situada en la actual Bélgica, a unos veinte kilómetros al sur de Bruselas. Cuando regresó de su destierro en la isla de Elba,Napoleón reunió un gran ejército para verse las caras de nuevo con los miembros de la Sexta Coalición: España, Reino Unido, Rusia, Suecia, Portugal y Prusia. Su estrategia consistía en enfrentarse a sus enemigos de uno en uno: primero los ingleses, después invadiría Bélgica, donde sabía que contaba con el apoyo de la población local, para finalmente acabar con los prusianos. Pero la realidad fue otra. Después de la sangrienta batalla, su escenario empezó a ser visitado días, y hasta años después, por multitud de civiles curiosos.

En este contexto, Tony Pollard, catedrático de Historia y Arqueología de los Conflictos del Centro de Estudios de Guerra y Arqueología de los Conflictos de la Universidad de Glasgow, afirma que Thomas Ker, un comerciante escocés que vivió en Bruselas hace más de 200 años, fue uno de los primeros civiles en visitar el campo de batalla de Waterloo y contar lo que había visto allí. De hecho, acudió allí el 19 de junio, y hasta en dieciocho ocasiones durante los años siguientes, hasta 1817, a pesar de quedar profundamente afectado. El resultado de sus visitas fueron una serie de cartas y un libro manuscrito que fueron donados por su familia en 2018 a la Universidad de Glasgow (se conservan en la sección de Archivos y Colecciones Especiales) y que ahora acaban de ver la luz.

Localización de la batalla de Waterloo librada el 18 de junio de 1815.

Localización de la batalla de Waterloo librada el 18 de junio de 1815.

Localización de la batalla de Waterloo librada el 18 de junio de 1815.

Tony Pollard

Un campo lLeno de muertos

Pollard afirma que los escritos de Ker aportan una valiosa información y completan los trabajos ya publicados acerca de la batalla de Waterloo. La investigación llevada a cabo por el profesor Pollard, que también es director de la organización benéfica arqueológica Waterloo Uncovered, considera que el estudio de estos documentos es inédito y "arroja una nueva luz sobre algunos aspectos de estos primeros escritos, incluida su relación con la guía del campo de batalla, que hoy es casi un subgénero de la historia militar".

Pollard afirma que la colección de Ker completa los trabajos ya publicados acerca de la batalla de Waterloo.

Portada del manuscrito escrito por Tomas Ker tras sus visitas al campo de batalla de Waterloo.

Portada del manuscrito escrito por Tomas Ker tras sus visitas al campo de batalla de Waterloo.

Portada del manuscrito escrito por Tomas Ker tras sus visitas al campo de batalla de Waterloo.

University of Glasgow Special Collections

Así, en un artículo publicado en Journal of Conflict Archaeology, el profesor Pollard asegura que "nunca he leído nada tan impactante en otros relatos de visitantes al campo de batalla. En este caso, la vívida descripción de los muertos y moribundos marca la experiencia de Ker como muy diferente a la registrada por aquellos que acudieron después de él. La mayoría de los primeros relatos civiles describían visitas al escenario de la batalla que tuvieron lugar entre tres semanas y un mes después de que esta se produjese. Para entonces los heridos y los muertos ya habían sido retirados". De hecho, según Pollard, Ker acudió al escenario de la batalla casi de inmediato.

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Reliquias patrióticas

En sus escritos, Ker describe vívidamente lo que vio y sintió, y reflexiona sobre la tragedia que representa la guerra: "No puedo sino intentar débilmente dar al lector una descripción de la escena de matanza que los campos presentaban [...]. Nadie que no lo haya visto puede imaginarse lo conmovedor que era ver a miles de moribundos, heridos y muertos a tu alrededor, y a todos los que eran capaces de articular palabra pidiendo agua para beber, sin que hubiera nada o muy poca para ellos. Aliados y franceses morían unos junto a otros. Los gritos de todos exigían ahora la compasión del espectador sin excepción", cuenta en uno de sus párrafos. 

"Nadie que no lo haya visto puede imaginarse lo conmovedor que era ver a miles de moribundos", cuenta Ker.

Anotaciones y dibujo del campo de batalla hechos por Ker en una de sus visitas a Waterloo.

Anotaciones y dibujo del campo de batalla hechos por Ker en una de sus visitas a Waterloo.

Anotaciones y dibujo del campo de batalla hechos por Ker en una de sus visitas a Waterloo.

University of Glasgow Special Collections

La investigación del profesor Pollard también recopila y analiza los relatos de otros visitantes posteriores, como sir Walter Scott, que visitó el campo de batalla en agosto de 1815, y los del abogado escocés y amigo del propio Scott, James Simpson. Los primeros visitantes describen que por todo el campo se extendían las posesiones de los combatientes: gorras, zapatos, guantes y cinturones, así como vainas de obuses e incluso cartas de amor. Todos estos "souvenirs" eran recogidos por los lugareños para luego ser vendidos a los curiosos.

De hecho, los visitantes británicos del campo de batalla de Waterloo, que llegaron a ser con el tiempo unos 5.000 al año, consideraban que llevarse todas aquellas reliquias era un acto casi patriótico, mientras que, sin embargo, en el caso de los lugareños consideraban que estas gentes actuaban como simples "saqueadores". Pero los lugareños también empezaron muy pronto a hacer de guías y enseñaban el lugar a los cada vez más numerosos visitantes, lo que hizo del turismo al campo de batalla algo muy rentable. Con el tiempo, Waterloo se convirtió en un destino popular y no tardó en incorporarse a las guías turísticas.