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En 1533, el galeón Bom Jesus partió del puerto de Lisboa acompañado de una pequeña flota de carracas mercantes. Su primera escala fue en el Golfo de Guinea, lugar donde adquiririó colmillos de elefante para vender más adelante en el Océano Índico, a cambio de seda y especias con las que volver a Portugal. Pero la nave nunca llegó a su destino: durante una tormenta en el suroeste de África se separó de su escolta y fue engullida por el mar sin dejar rastro.
HALLAZGO Y EXCAVACIONES
El misterio quedó resuelto en 2008, cuando un obrero que buscaba diamantes en la costa de Namibia encontró un tesoro mucho mayor bajo la arena: era el Bom Jesus. Inmediatamente, la compañía minera y el gobierno pusieron en marcha una campaña de excavación arqueológica, en el curso de la cual se desenterraron cientos de lingotes de plomo, cobre y estaño, 100 colmillos de elefante e incluso monedas de oro y plata. La identidad de la nave quedó confirmada por las monedas, acuñadas durante el reinado de Juan III de Portugal (1521-1557).

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El pecio constituyó el mayor hallazo de la arqueología marina sudafricana
Foto: Ashley Coutu
Las 40 toneladas de objetos recuperados fueron enviados al Museo Nacional de Namibia, donde han permanecido hasta el día de hoy. Recientemente, un equipo internacional de científicos ha estudiado los marfiles en profundidad, y sus conclusiones, publicadas en la revista Current Biology, rompen con algunas teorías imperantes.
TRAS LA PISTA DEL GENOMA
El estudio se ha centrado en un grupo de 66 colmillos. Para obtener su ADN se cortaron pequeños pedazos de cada uno, que fueron procesados luego en el laboratorio. El excelente estado de conservación de los marfiles, debido al hecho de haber permanecido enterrados en el fondo marino y protegidos de las bacterias por una corriente gélida, permitió obtener el código genético de 44 de ellos.

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La conservadora del Museo Nacional de Namibia Nzila M. Libanda-Mubusisi con uno de los colmillos estudiados
Foto: Judith Sealy
Dicho estudio llevó a los investigadores a descartar que los colmillos provinieran de elefantes de sabana (loxodonta africana), pues no se hallaron sus marcadores (haplotipos) en el genoma. Así pues, los marfiles solo podían pertenecer a la otra gran especie africana: los elefantes de bosque (loxodonta cyclotis). Por otra parte, el ADN mitocondrial permitió dividir a los individuos en 17 manadas, dado que las elefantas nunca abandonan el grupo familiar y mantienen en él una continuidad genética.

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La investigadora Alida de Flamingh con algunos de los fragmentos de colmillo analizados.
Foto: adeflamingh
Hasta ahora los científicos creían que los elefantes de bosque habían permanecido dentro de la jungla antes del siglo XIX, momento en que la masacre de sus congéneres de sabana a manos de traficantes de marfil les abrió nuevas fuentes de alimento en la llanura. Sin embargo el estudio echa por tierra esta teoría, ya que se ha determinado, mediante el aislamiento de los isótopos estables de carbono y nitrógeno de las piezas, que su dieta consistía en una mezcla de plantas de jungla y sabana, por lo que habitaban una zona intermedia entre las dos.
Los investigadores han revelado asimismo que los animales llevaban una vida nómada, trasladándose de área en área cuando se les terminaba la comida. Esta afirmación se basa en los anillos internos de crecimiento de los colmillos, cuya composición química varía según la comida consumida y el tipo de suelo en el que crecen las plantas.

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Con el paso de los años los colmillos de un elefante se vuelven más anchos, formando anillos de crecimiento internos similares a los de los árboles.
Foto: Judith Sealy
COMERCIO Y EXPORTACIÓN
Gracias a estos datos se ha podido reconstruir la ruta exacta que siguió el Bom Jesus antes de su naufragio. Así pues, la nave habría recalado en la costa norte del Golfo de Guinea, única zona con la mezcla apropiada de selva y sabana en la que comprar colmillos con el ADN obtenido. Los marfiles probablemente se adquirieron en el fuerte de San Jorge de la Mina (Ghana), uno de los numerosos puestos comerciales repartidos por la costa de África Occidental, y el único que se encuentra cerca del hábitat de estos antiguos paquidermos.

Elmina Castle - Ghana
San Jorge de la Mina fue un fuerte construido en 1482 para proteger los intereses de Portugal en el Golfo de Guinea.
Foto: Wikimedia Commons
Además, el hecho de que los colmillos procedieran de animales machos y hembras de todas las edades es indicativo de la caza indiscriminada de grupos familiares enteros para venderlos en la costa. Otro detalle revelador es que al proceder de varias manadas, los elefantes fueron cazados en una amplia área, lo que demuestra la existencia de una extensa red regional dedicada a la exportación del marfil.
Así pues, este estudio no solo amplía nuestro conocimiento de las rutas mercantes hacia la India, sino que también nos abre una ventana al pasado para comprender mejor a unos animales que han sido cazados de forma implacable a lo largo de la historia.