Misterios y curiosidades del antiguo Egipto

Ramsés II, el faraón más experto en canteras de todo Egipto

El faraón más longevo de la historia de Egipto fue también el que llegó a levantar más monumentos por todo el país. Ramsés II, que tuvo un auténtico afán constructivo por su persona, además de encargar los trabajos a profesionales en la materia, tomó parte activa en muchas de las decisiones, incluso en la elección de la piedra más adecuada, tarea en la que, al parecer, y según algunas fuentes, fue un auténtico experto.

Detalle de un coloso sedente que representa al faraón Ramsés II tocado con la doble corona en el templo de Luxor.

Detalle de un coloso sedente que representa al faraón Ramsés II tocado con la doble corona en el templo de Luxor.

Detalle de un coloso sedente que representa al faraón Ramsés II tocado con la doble corona en el templo de Luxor.

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No es ninguna novedad afirmar que Ramsés II, el tercer farón de la dinastía XIX y uno de los más longevos del antiguo Egipto, ha pasado a la historia como un gran constructor. Su reinado nos ha legado monumentos tan impresionantes como el Ramesseum, su templo funerario en la orilla occidental de Tebas, y los grandes templos de Abu Simbel, dedicados a su esposa Nefertari y a sí mismo, en tierras de Nubia. 

Pero ¿de dónde le venía al faraón tan enorme afán constructivo? Cuando Ramsés era un joven príncipe, su padre, Seti I, le nombró encargado de las canteras de Asuán, en la primera catarata del Nilo, unos 240 kilómetros río arriba desde Tebas. En Asuán se extraía prácticamente la mayor parte del granito utilizado en las construcciones de todo el país. Según reza una inscripción, entre las funciones de Ramsés se encontraban supervisar el transporte de "los espléndidos obeliscos y maravillosas estatuas".

Imagen del Ramesseum, con varios colosos osiriformes de Ramsés II.

Imagen del Ramesseum, con varios colosos osiriformes de Ramsés II.

Imagen del Ramesseum, con varios colosos osiriformes de Ramsés II.

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el faraón que sabía de piedras

De hecho, todas las canteras de Egipto pertenecían al faraón, y Ramsés se tomó su trabajo de encargado de la cantera de Asuán muy en serio. Además, se implicó en los trabajos de extracción de piedra de un modo muy personal. Seguramente, eso le enseñó a distinguir un buen bloque de piedra de otro que no lo era. Una estela hallada precisamente en Asuán se refiere al "buen ojo" de Ramsés para estos menesteres. Al parecer, llegó a examinar en persona una montaña para dar su visto bueno a la explotación de la misma.

Ramsés II se implicó en los trabajos de extracción de piedra de un modo muy personal.

Templo de Ramsés II en la cantera de Gebel el-Silsila

Templo de Ramsés II en la cantera de Gebel el-Silsila

Templo de Ramsés II en la cantera de Gebel el-Silsila.

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Ya durante su reinado, las canteras de Asuán fueron las más explotadas de Egipto, aunque también hubo otras importantes, como la de Heliópolis, que, como se detalla en una inscripción del año 8 de reinado de Ramsés II, fue descubierta por el propio faraón y en la cual había un tipo de cuarcita "desconocida desde el principio de los tiempos". Al parecer, con esta piedra se talló una estatua colosal del monarca que no ha llegado hasta nosotros.

Ramsés también hizo un uso bastante intensivo de una cantera de piedra calcárea, la de Gebel el Silsila, a unos 160 kilómetros al sur de Tebas, para la construcción de sus templos funerarios tebanos. Algunas inscripciones descubiertas en el Ramesseum, el templo funerario que Ramsés II erigió en la orilla occidental de Tebas, dan cuenta de que desde esta cantera podían llegar a diario unos diez barcos cargados con 64 bloques de piedra. 

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la importancia de asuán

De todos modos, la preeminencia de Asuán fue incuestionable durante el reinado de Ramsés II. Los duros trabajos de la extracción de la piedra eran llevados a cabo por grupos de obreros que tenían que soportar a menudo temperaturas superiores a los 60 grados. Un trabajo extenuante al que se dedicaban campesinos, pero también mano de obra esclava como prisioneros de guerra o criminales condenados "al granito". Los campesinos libres trabajaban de julio a septiembre, en el momento en que la inundación del Nilo hacía imposible cultivar los campos.

Los obreros tenían que soportar a menudo temperaturas superiores a los 60 grados.

 

Obelisco inacabado en la cantera de Asuán.

Obelisco inacabado en la cantera de Asuán.

Obelisco inacabado en la cantera de Asuán.

Diego Delso (CC BY-SA 4.0)

Los virreyes de Nubia eran los encargados de gestionar los trabajos en las canteras de Asuán, tal como puede leerse en alguna estela que se ha conservado. El virrey Setau enumera alguno de sus méritos: "Tuve a mi mando decenas de miles de siervos y cientos de miles de nubios, mano de obra ilimitada". Otra estela, erigida por un oficial llamado Ramose, dice que "su Majestad ordenó al virrey de Nubia y otros oficiales de su entorno que apresaran hombres de Libia para construcción de su templo".

Pero en las canteras no solo trabajaban obreros no cualificados. También había trabajadores especializados, bien pagados, que llevaban a cabo su cometido cuando el bloque para tallar un obelisco o una estatua ya había sido extraído de la roca madre. Y es que muchos de los detalles de la obra eran llevados a cabo in situ, antes del traslado a su emplazamiento final, que se realizaba a través de rampas que iban desde la cantera a la orilla del río, donde el coloso era cargado en barcazas remolcadas por botes.

En Asuán se han encontrado también algunas piezas inacabadas que, por motivos que desconocemos, nunca salieron de la cantera, como el famoso obelisco inacabado de la zona norte, una pieza colosal que, de haberse culminado, hubiera sido el obelisco más grande jamás construido en todo Egipto. Pero la aparición de grietas en el granito hizo que se tuviera que abandonar el proyecto. O una estatua osiriforme del propio Ramsés II, que yace inacabada en la zona más meridional de Asuán (Shallal), una cantera que suministraba materiales para la construcción de los templos de Filé.

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colosos de piedra

Pero ¿cómo podían cargarse estos colosales bloques de piedra en las barcazas de transporte? En realidad, no tenemos ninguna descripción contemporánea del procedimiento. Sí nos ha llegado, sin embargo, un texto de Plinio el Viejo, del silgo I a.C., en el que el naturalista romano relata cómo se hacía en la época ptolemaica. Según Plinio, primero se arrastraba el obelisco a lo largo de un canal, disponiendo un puente provisional. Después se colocaban las barcazas repletas de lastre debajo del obelisco, y cuando finalmente se libraba a las barcazas del lastre, estas salían a flote con el peso del obelisco, que ya podía ser transportado río abajo.

Una vez llegado a su emplazamiento final se iniciaba la fase más compleja, que era la erección del obelisco, una tarea que, sin duda, merecía una atención concienzuda donde las haya. De hecho, el mismo Plinio cuenta una anécdota muy curiosa (aunque no sabemos cuánto hay de cierto en ella) al respecto. Según el naturalista romano, en una ocasión, Ramsés II, para asegurarse la completa atención de los operarios, ordenó atar a su propio hijo a la cúspide del obelisco. 

La erección del obelisco era una tarea que, sin duda, merecía una atención concienzuda donde las haya.

Pintura que muestra la fabricación de adobes y la construcción de un muro en la tumba del visir Rekhmire. Dinastía XVIII. Necrópolis de Tebas.

Pintura que muestra la fabricación de adobes y la construcción de un muro en la tumba del visir Rekhmire. Dinastía XVIII. Necrópolis de Tebas.

Pintura que muestra la fabricación de adobes y la construcción de un muro en la tumba del visir Rekhmire. Dinastía XVIII. Necrópolis de Tebas.

PD

Sea esto cierto o no (con toda probabilidad no es más que una leyenda), lo que sí parece claro es que Ramsés valoraba enormemente la actividad constructiva basada en sí mismo, y decidió proteger y tratar con generosidad a quienes a ello contribuían, entre quienes se encontraban, sin duda, los mejores escultores, ingenieros y artesanos de Egipto.

Así se desprende de las siguientes palabras del faraón: "Vosotros, trabajadores escogidos, valiosos hombres de probado mérito, artesanos de la piedra, experimentados con el granito, familiares con la cuarcita, buenos hombres sufridos y atentos, yo soy vuestro proveedor sin falta. Sé que cumplís con prontitud y capacidad, y que el trabajo solo es placentero con el estómago lleno. Los graneros crujen repletos para vosotros, nadie va a pasar la noche lamentándose de carestía".