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Hitler inaugura los Juegos
Los Juegos Olímpicos del verano de 1936 fueron inaugurados por Adolf Hitler, tal y como muestra la imagen, y tuvieron lugar desde el 1 de agosto, día de la ceremonia de inauguración, hasta el 16. El Führer, siempre flanqueado por decenas de esvásticas, pronunció el discurso de apertura desde el palco del Estadio Olímpico. Si bien al principio los Juegos le parecían un engorro heredado del pasado gobierno, al final acabó entusiasmado con las competiciones, a las que asistía muy a menudo, mostrando efusivamente su admiración por los atletas.
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Grandilocuencia y disciplina
Si hubo un denominador común en todos los actos de apertura, clausura y otros eventos que tuvieron lugar durante los juegos fue la grandiosidad con la que se celebraron. Enormes multitudes llenaban los estadios y las calles de una Berlín completamente decorada, principalmente con esvásticas y todo el repertorio de simbología nazi. Y eso no representaba una amenaza para la organización, sino que en todos los casos los desfiles y marchas hacían gala de una precisión y un orden que recordaba indudablemente a la disciplina militar. La llegada de la antorcha olímpica al estadio de Berlín, como se puede ver en la imagen, fue uno de ellos.
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La propaganda de Goebbels
La sede de la Olimpiadas de 1936 fue otorgada a la ciudad de Berlín en 1932, es decir, durante los años de la República de Weimar. Pocos esperaban que cuatro años más tarde el país hubiera cambiado tanto con el ascenso de Hitler al poder en 1933. En un principio, los Juegos parecían un engorro para Hitler, pero el ministro Joseph Goebbels supo hacerle ver al Führer el potencial que podrían tener como plan de propaganda. Fue así como los Juegos Olímpicos de 1936 se convirtieron en una de las mejores herramientas del Tercer Reich para mostrarse al mundo como una potencia competente, que se había recuperado de la crisis, eficiente en la celebración de un macro evento como los juegos y, sobre todo, que decía respetar los principios de solidaridad, tolerancia y justicia en que estos se sustentaban.
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Un documental para los Juegos
Como buen experto en propaganda, Joseph Goebbels conocía perfectamente el gran poder de la imagen. Por ello, decidió hacer un documental que presentara los Juegos Olímpicos como un gran triunfo del Tercer Reich y de Adolf Hitler, y se lo encargó a Leni Riefenstahl, la cineasta del momento. La directora alemana se convirtió en la predilecta del régimen y realizó el documental 'Olympia' en el que narra el desarrollo de los Juegos desde una perspectiva de engrandecimiento del evento. Fue estrenada casi dos años más tarde de la grabación y, a pesar de su reprobable contenido político, gran parte de la crítica subrayó las avanzadas técnicas cinematográficas de la autora que posteriormente utilizaría casi toda la industria.
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Jesse Owens en el podio
Tras el ascenso de Hitler al poder, la aprobación de las primeras medidas raciales y antisemitas y con la cercanía de la celebración de los JJOO una ola de indignación se extendió entre la comunidad internacional. Fueron muchos los países que plantearon la posibilidad de hacer un boicot a la organización y no participar, aunque luego no se materializó. Sin embargo, uno de los más eficaces desplantes a las políticas raciales del régimen nazi lo protagonizó Jesse Owens. El atleta afroamericano subió a lo más alto del podio hasta en cuatro ocasiones: en la prueba de los 100 m lisos, los 200m lisos, los 400m de relevos y en el salto de longitud, demostrando así que los principios de supremacía racial de Hitler quedaban completamente desacreditados.
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La campana olímpica
La simbología fue uno de los focos en los que la organización de los Juegos puso más esfuerzos. Para ello, encargaron el diseño de un cartel en el que se mostraban algunos de los principales símbolos y que integraba los anillos olímpicos, el águila y la Puerta de Brandemburgo. Además, puesto que la intención era crear imágenes tan grandilocuentes como potentes, se decidió incluir en dicho cartel una campana que hiciera una llamada a 'la juventud del mundo', el eslogan de los Juegos. De este modo, la campana se convirtió en un símbolo más del Berlín olímpico y fue construida también a tamaño real.
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Grandes instalaciones deportivas
Las instalaciones de los JJOO de Berlín 1936 fueron un elemento más de la propaganda nazi. La ciudad contaba con diferentes estadios de enorme capacidad. El Estadio Olímpico era el buque insignia. Diseñado por el arquitecto oficial del régimen Albert Speer siguiendo los deseos de Hitler, tenía un aforo de hasta 100.000 espectadores. Las instalaciones deportivas mostraban una imagen excelente, siempre llenas de gente, profusamente decoradas y en muy buen estado. En la imagen se puede ver el estadio de natación, ubicado al lado del Olímpico, que tenía capacidad para más de 18.000 espectadores, con una piscina de 50m por 20m y en la que justo en el momento de tomar la imagen se estaba celebrando la competición de salto de trampolín.
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Un éxito para el régimen
Una de las imágenes que más impresionan de los JJOO de Berlín de 1936, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, es la gran cantidad de fotografías que hay de estadios llenos donde todo el público realiza el saludo nazi. En este caso se puede ver el momento de la entrada de los deportistas al estadio durante la ceremonia inaugural. Se puede decir que en términos generales, las Olimpiadas de Berlín fueron un éxito para el régimen. Tanto a nivel de propaganda, pues consiguieron mostrar una imagen más amable debido a la flexibilización de medidas antijudías, como a nivel económico, ya que supusieron una entrada de divisa extranjera sin precedentes.