Libro del mes

Los primeros detectives

A inicios del siglo XX, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y de las novelas de Sherlock Holmes, llegó a España una nueva profesión: el detective privado

William Pinkerton

William Pinkerton

Foto: Album

En los primeros años del siglo XX empezaron a aparecer en la prensa española anuncios que ofrecían unos servicios de naturaleza especial: «Noticias, averiguaciones, misiones íntimas, etc.»; «Averiguaciones reservadas sobre personas o delitos»; «Pesquisas e informes con la mayor reserva». Era el signo de que había llegado a España una nueva profesión, la de detective privado, conocida hasta entonces sólo por la fama del estadounidense Pinkerton y de los sabuesos de novela al estilo de Sherlock Holmes.

Para socios y novios

La expansión fue rápida y dio lugar a polémicas, pues los detectives fueron acusados a veces de estafa y de connivencia con intereses oscuros, pero también hubo profesionales que adoptaron las técnicas de investigación más modernas y crearon exitosos negocios. Es todo este mundo el que nos descubre el periodista José Luis Ibáñez en su entretenido libro, basado en una amplia investigación personal. Tras narrar los inicios de la «policía privada» en Francia (con la agencia de Vidocq en 1833), Estados Unidos (los Pinkerton desde 1852) e Inglaterra, el autor dedica el grueso de su obra a los detectives españoles. Los anuncios de prensa le han permitido contabilizar, antes de 1936, 236 detectives, dos tercios de los cuales estaban en Barcelona.

Los servicios de los detectives privados eran muy variados, aunque destacaban el espionaje económico y, aún más, los informes «íntimos».

Sus servicios eran muy variados, aunque destacaban el espionaje económico y, aún más, los informes «íntimos». En 1908, una agencia barcelonesa ofrecía «investigaciones personales con absoluta reserva: utilísimo para cónyuges, padres, socios, novios, etc.». El autor explica el funcionamiento interno de estas agencias y dedica páginas muy interesantes a las mujeres detectives, cuyas aptitudes para la investigación eran reconocidas sin complejos. La última parte del libro traza la carrera de siete destacados detectives, entre los que había desde expolicías torturadores hasta gentlemen.

Este artículo pertenece al número 198 de la revista Historia National Geographic.