La llegada de los primeros grupos de judíos a la laguna de Venecia está documentada ya en el siglo X, pero la información al respecto es fragmentaria y se confunde entre la realidad y la leyenda. Aunque hay quien presupone un primer asentamiento posterior al año 1000 en la isla de Spinalonga, después conocida como Zudecca (o Giudecca, isla de los judíos), no existen documentos irrefutables que lo confirmen. Lo que es cierto sin lugar a dudas es que en el siglo XII residían en la cercana ciudad súbdita de Mestre, en tierra firme. Su principal actividad estaba ligada al préstamo de dinero: Venecia era un gran emporio comercial donde los judíos eran bienvenidos como mercaderes, al igual que otras comunidades, pero no podían residir permanentemente en la ciudad más de quince días y debían llevar una O amarilla cosida al pecho y más tarde usar un sombrero amarillo o rojo como señal identificativa.
La mayoría eran de origen asquenazí, es decir, del centro-este de Europa, por lo que se dirigían al Fondaco dei Tedeschi, la zona que albergaba a los comerciantes de Alemania y otros países del norte, para realizar su comercio. Aquí había almacenes: en la planta baja se amontonaban las mercancías y se realizaba el tráfico, en la planta alta estaban los alojamientos de los comerciantes. Además de los asquenazíes, a finales de la Edad Media muchos judíos de Oriente también se movieron alrededor de la ciudad de la laguna. Estos no estaban vinculados al Fondaco, sino que podían circular libremente.
Del salvoconducto a la expulsión
Entre 1348 y 1349 una terrible epidemia de peste asoló el continente. Como suele ocurrir en circunstancias similares, se buscó un chivo expiatorio y se identificó en los judíos, a quienes se acusó de envenenar los pozos. Para escapar de las represalias, muchos de ellos procedentes de Europa central y del este buscaron refugio en Venecia, que en nombre de los negocios había mantenido una actitud complaciente aceptándolos. La primera "condotta" o salvoconducto data de 1385, un documento que autorizaba a los comerciantes judíos asquenazíes a trabajar en la ciudad. Documentos similares también existían en otras ciudades de la península itálica, y constituían una especie de contrato que determinaba el tiempo y las condiciones de estancia de los judíos. Por ejemplo, la tasa de interés de los bancos de préstamo que administraban se fijaba entre el diez y el doce por ciento, y el pago de una (generosa) cantidad acordada eximía a los judíos de pagar otros impuestos. Además, la práctica de establecer con anticipación el tiempo de permanencia permitió a la Serenísima exigir pagos posteriores adicionales para no desalojar a la comunidad.

Gueto de Venecia
El gueto de Venecia en los primeros años sel siglo XVI. Ilustración sacada de la obra "Historia de las naciones" publicada en 1915.
Foto: Cordon Press
Por su parte, los mercaderes judíos siguieron el juego, sintiéndose más seguros en la ciudad de la laguna que en cualquier otra parte. Cuando la comunidad judía se sintió lo suficientemente estable, solicitó al gobierno un área residencial fija y un espacio para establecer un cementerio. Inicialmente estas solicitudes fueron denegadas, y en 1395 también se declinó la renovación del salvoconducto; sólo se concedió una prórroga de dos años antes de la expulsión. Los únicos que no se vieron afectados por el decreto fueron los médicos, considerados más fiables que los cristianos. Los judíos solo pudieron regresar a Venecia en 1509, a pesar de los ataques de algunos clérigos que habían intentado sin éxito instigar a la población contra ellos.
El Gueto Novo, el Viejo y el Novísimo
"Para evitar tantos desórdenes e inconvenientes, se ha provisto y deliberado [...] que todos los judíos que de presente se encuentren habitando en diferentes barrios de esta ciudad nuestra [... ] sean retenidos y deban ir inmediatamente a habitar en las casas que están en el geto de San Jerónimo [...] y para procurar que no deambulen por la noche [...] se cierre la entrada al geto viejo, donde hay un pequeño pontón: [...] esas puertas deben ser abiertas por la mañana [...] y cerradas por la noche [...] por cuatro custodios christianos». Senado de la Serenísima República de Venecia, 29 de marzo de 1516.
Con este decreto, en 1516 la comunidad obtuvo un barrio propio. La ciudad estaba dividida en seis áreas llamadas "sestrieri", y a ellos se les asignó el de Cannaregio, cuyo nombre probablemente deriva de las cañas que originalmente cubrían el área de la laguna. Aquí había fundiciones donde se "vertía", es decir, se fundía el plomo para los cañones: de esta actividad deriva el término “geto”, es decir, “vertido”, que luego se convirtió en "gueto". El primer núcleo se instaló en correspondencia con el “geto novo”, de ahí el topónimo Ghetto Nuovo o Gueto Nuevo. Inicialmente, el permiso de residencia afectaba a los judíos italianos y asquenazíes, mientras que se denegaba a los judíos orientales y a los “marranos”, judíos obligados a convertirse en España y Portugal y posteriormente expulsados. El gueto estaba equipado con puertas que se cerraban al atardecer por motivos de seguridad. Guardias armados cristianos (contratados por la comunidad judía) vigilaban los alrededores y se levantó una cadena sobre el canal para impedir la navegación. Si bien estas medidas prohibían la entrada de personas ajenas, por otro lado impedían la salida de los residentes.

Campo del Gueto Nuevo
Campo del Gueto Nuevo en Venecia en 2013.
Foto: Didier Descouens (CC)
En el Gueto Nuevo se construyeron sinagogas, correspondientes a las diferentes naciones de la comunidad: de entre ellas, han perdurado la Gran Escuela Alemana (1529), la primera en construirse. Luego la Escuela Cantón (1531), única sinagoga europea que conserva escenas de episodios tomados del Éxodo (los judíos no pueden representar figuras humanas) y la Escuela Italiana (1575), con sus grandes ventanales. También había tiendas, casas, casas de empeño como la Roja, Verde y Negra, así como pozos. La población crecía de forma imparable: si a principios del siglo XVI el gueto albergaba a unas seiscientas personas, a finales de siglo era el hogar de más de dos mil almas.
Para suplir la falta de espacio, los edificios comenzaron a desarrollarse en altura, hasta alcanzar dimensiones nunca antes vistas, incluso de siete u ocho pisos. Se puede decir que para la época eran auténticos rascacielos. Sin embargo, por desgracia estas obras no eran seguras: de hecho, se obtuvieron de la inserción de un piso al bajar el techo del apartamento inferior, tanto que era difícil mantenerse en pie. La continua renovación y construcción de edificios con techos más bajos de lo habitual sobrecargaba los cimientos que muchas veces no podían soportar el peso y se derrumbaban.
En 1589, el gobierno de la ciudad autorizó finalmente el asentamiento de judíos orientales y españoles (o sefardíes) para residir permanentemente en un área donde anteriormente había una fundición más antigua, de ahí el nombre del barrio, Gueto Viejo, seguido en 1633 por la construcción del adyacente Gueto Novísimo, con la construcción de nuevos edificios más cómodos. Aquí también se construyeron sinagogas, de las cuales permanecen en el Gueto Viejo la Española, diseñada en el siglo XVII por el arquitecto Baldassare Longhena, y la Levantina (1638). Aquí también se reconoce el estilo de Longhena. Las casas más modernas fueron las construidas en el Gueto Novísimo.
Relaciones entre cristianos y judíos
El interés de la Serenísima República de Venecia por los judíos se debía principalmente al dinero: eran atractivos como comerciantes, cambistas y sobre todo administradores de casas de empeño. Por razones de naturaleza religiosa, en efecto, los cristianos no podían prestar dinero con fines de usura, mientras que los judíos no estaban sujetos a ninguna restricción moral en este sentido. Sin embargo, por ley no debían aceptar objetos sagrados o armas como prenda.
Como ya se mencionó, también fueron muy apreciados los médicos judíos, quienes gozaron de tal estima que se le permitió continuar sus estudios en la prestigiosa Universidad de Padua. Además, eran los únicos que podían salir del gueto por la noche si era necesario. Incluso los talentos artísticos de los judíos fueron reconocidos: muchos cristianos asistían a las escuelas judías de música y danza sin prejuicios y los músicos judíos eran invitados a tocar en la casa de los nobles venecianos, creando así relaciones de colaboración estables. También tuvieron gran importancia las editoriales judías, muy florecientes en Venecia a lo largo del siglo XVI. En el campo editorial también hubo colaboraciones entre eruditos cristianos y judíos para la traducción de textos árabes o de la antigüedad clásica o judía.

Banquero judío
Banquero. Ilustración sacada del volumen "La ropa de los venecianos", de la segunda mitad del siglo XVIII. Museo Correr, Venecia.
Foto: Cordon Press
Además de estos oficios, el único permitido era el de los “strazarioi”, es decir, los vendedores de trapos u objetos viejos. El resto estaba fuera del alcance de los miembros de la comunidad. Si por un lado, por lo tanto, los judíos eran mejor tolerados en Venecia que en otras ciudades, por otro lado, para garantizar la protección, estaban obligados a pagar grandes sumas y organizar recepciones a su cargo en honor de personalidades importantes que visitaban la ciudad de la laguna. La costumbre más humillante era la "carrera de los judíos" en Carnaval, con motivo de la cual hombres semidesnudos y preferiblemente gordos debían correr por un recorrido entre las calles mientras los ciudadanos los denigraban arrojándoles objetos injuriosos.
El fin del gueto
En el siglo XVIII la Serenísima comenzó su declive económico. Paralelamente, la mayoría de los judíos ricos abandonaron la ciudad y su gueto, mientras que los pobres se quedaron. La vida cultural también se desvaneció paulatinamente, limitándose a algunas actividades en las sinagogas. En 1797 Napoleón Bonaparte conquistó Venecia e incendió el gueto, decretando el fin de la segregación. Los judíos fueron equiparados con otros ciudadanos, aunque fue necesario esperar hasta 1866 y la anexión de la ciudad al Reino de Italia para que estas medidas fueran ejecutadas.