Segunda Guerra Mundial

Un portaaviones de hielo, el increíble plan del proyecto Habakkuk

Tal vez uno de los proyectos más descabellados concebidos durante la Segunda Guerra Mundial sea el conocido como proyecto Habakkuk, ideado por un ingeniero británico que trabajaba como asesor de lord Mountbatten. Su sorprendente objetivo era construir un portaaviones enteramente de hielo para hacer frente a los nazis en las frías aguas del Atlántico Norte.

Ilustración del diseño de Geoffrey Pyke en 1942 del Habbakuk (centro), un portaaviones gigante construido con hielo y pulpa de madera, que se propuso como arma secreta durante la Segunda Guerra Mundial.

Foto: Cordon Press

En plena Segunda Guerra Mundial, en el gélido Atlántico Norte, la flota británica y los barcos de suministros aliados se encontraban en grave peligro: estaban siendo hundidos uno tras otro por los temibles y silenciosos submarinos U-Boot alemanes cuando cruzaban el céano. La aviación aliada intentaba proteger de la mejor manera posible a los convoyes, pero no podía desplegarse rápida y efectivamente en medio del Atlántico sin un portaaviones en el que poder aterrizar. Otro problema añadido era el acero, un bien caso en tiempos de guerra y que se necesitaba en cantidades industriales para construir un nave de aquel tamaño. Así las cosas, los aliados necesitaban encontrar el modo de hacer que sus aviones aterrizasen y repostasen en medio del océano sin que esto supusiera malgastar unos recursos ya de por sí muy escasos.

Durante el transcurso de la contienda fueron muchos los proyectos de ingeniería que llevaron a cabo tanto los Aliados como las potencias del Eje, que en muchos casos no prosperaron y no fueron nada más que propuestas extravagantes. De todos estos proyectos, tal vez uno de los más ambiciosos y quizá también más rebuscados fue el Proyecto Habakkuk, propuesto por el inventor inglés Geoffrey Pyke que pretendía llevar a cabo la construcción de un gigantesco portaaviones hecho completamente de hielo que debía convertirse en uno de los principales barcos de combate de la Marina Real Británica en el Atlántico Norte. A pesar de lo chocante que pueda parecer esta idea, el científico alemán Gerke von Waldenburg ya había sugerido exactamente lo mismo en el año 1930, e incluso hizo algunas pruebas en un lago de la ciudad suiza de Zúrich.

¿Un proyecto descabellado?

El ideólogo de este singular portaaviones, Geoffrey Pyke, trabajaba en el Cuartel General de Operaciones Combinadas como asesor de lord Mountbatten cuando se le ocurrió aquello. Frente a las dudas que suscitaba entre el alto mando su "descabellado" plan, Pyke argumentó que era completamente imposible hundir un iceberg. Finalmente, esa idea acabó por convencer al Primer Ministro Winston Churchill y al almirante lord Mounbatten. Este se convertiría en uno de sus más entusiastas defensores cuando, en la Conferencia de Quebec (Canadá), vio como una bala que por poco acaba con la vida del almirante estadounidense Ernest King rebotaba en un bloque de hielo. Este hecho venía a reforzar la teoría de Pyke de que el hielo al ser duro no se hunde y cualquier daño que pudiera sufrir la nave podría repararse fácilmente añadiendo nuevos trozos de hielo.

La teoría de Pyke era que el hielo al ser duro no se hunde y cualquier daño que pudiera sufrir la nave podría repararse fácilmente con nuevos trozos de hielo.

Dimensiones de lo que podría haber sido el portaaviones ideado por el Proyecto Habakkuk. Su pista de aterrizaje alcanzaba los 600 metros de longitud.

Foto: PD

Así, con el nombre en clave de Proyecto Habakkuk, en referencia a un versículo del libro bíblico del profeta Habacuc ("...Sorpréndete del todo, porque voy a hacer algo en tus días que tú no harías, cree, aunque te lo hayan dicho"), el prototipo que Pyke presentó a Churchill y Mountbatten consistía en una nave de unos 600 metros de largo, 90 metros de ancho y con un peso estimado de unos dos millones de toneladas. La intención era construirlo con un elemento de su invención conocido como "pykrete", que consistía en una mezcla de hielo y pulpa de madera y que además era fácil de modelar. El portaaviones tendría una capacidad para unos 300 aviones (150 cazas y 150 bombarderos medios y pesados), cuatro hangares internos, una planta motriz de 26 motores eléctricos que desplazarían la nave a unos diez nudos de velocidad y estaría equipado con armamento defensivo capaz de repeler cualquier ataque. Pero no todo era tan perfecto como parecía. De hecho, el portaaviones presentaba un grave problema en el que, al parecer, nadie había reparado: el hielo se derrite. Para solucionarlo, Pyke decidió implementar un sistema de refrigeración compuesto por tuberías que recorrerían toda la estructura enviando frío constantemente para evitar el temido deshielo.

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Fallido antes de empezar

A medida que avanzaba el diseño del portaaviones de hielo, se hizo evidente que era necesario un refuerzo de acero así como un tipo de aislamiento más efectivo, lo que acabó elevando el coste del proyecto hasta los 2,5 millones de libras esterlinas (más de 100 millones de libras esterlinas actuales). Otro problema a tener en cuenta era la maniobrabilidad. Un barco tan grande y tan pesado tendría una velocidad máxima de solo seis nudos (once kilómetros por hora), lo que lo hacía demasiado lento. A todo esto había que añadir no solamente la escasez de acero, sino también de madera. Construir el Habakkuk hubiera afectado seriamente la producción de las fabricas de papel. A todo ello se tenía que sumar el tiempo destinado a la construcción y la enorme cantidad de mano de obra necesaria para un proyecto de tal envergadura.

Un barco tan grande y con aquel peso tendría una velocidad máxima de solo seis nudos (once kilómetros por hora), lo que lo hacía demasiado lento.

Sección transversal que muestra los doce metros de espesor de la "pykrete".

Foto: PD

A finales de 1943, el alto mando británico pidió ayuda financiera para llevar a cabo el proyecto Habakkuk a Estados Unidos, pero Mountbatten no logró convencer a los estadounidenses de su viabilidad. Los numerosos inconvenientes que presentaba hicieron que finalmente el Gobierno británico decidiese abandonar el proyecto y adoptar soluciones más "sensatas" y prácticas como la creación de una serie de de aeródromos en las islas Azores para facilitar la "caza" de los submarinos alemanes en el Atlántico, ademas de dotar de tanques de combustible más grandes a los aviones británicos que patrullaban sobre el océano. Y ¿qué pasó con el portaaviones de hielo? ¿Queda algo de él? Los restos de fallido proyecto Habakkuk yacen en el fondo del lago Patricia, en Alberta (Canadá), donde se probó el prototipo. En el año 1985, una expedición de buceo encontró bajo sus aguas las paredes de madera del casco, un amasijo de conductos para transportar aire frío, una gran cantidad de betún que se empleó como parte del aislamiento y una placa submarina conmemorativa de un proyecto que nunca llegó a prosperar.