Algo que tiende a molestar a los habitantes de los muchos países del continente americano – o los dos continentes, según se considere – es la costumbre que tienen los habitantes de Estados Unidos de referirse a su país como “América” y a sí mismos como “americanos”. Esta usanza, que puede parecer prepotente, tiene en realidad una razón histórica detrás que se remonta a la colonización británica.
Los primeros americanos
El término “americanos”, como es obvio, no empezó a usarse hasta que se dio nombre oficial al continente: esto sucedió a principios del siglo XVI, cuando el cartógrafo germano Martin Waldseemüller publicó su mapa Universalis Cosmographia y puso nombre a las tierras del “nuevo mundo” en honor al explorador italiano Américo Vespucio. En contra de lo que a veces se cree, no fue Vespucio quien dio a América su propio nombre; de hecho, hasta entonces nadie se había referido al continente con un nombre único, sino que se identificaban las diversas regiones e islas exploradas con sus nombres individuales.
El gentilicio “americanos” se usó, en un primer momento, para referirse a los habitantes nativos del continente en su conjunto, aunque no era demasiado utilizado, ya que se prefería referirse a cada cultura por separado con nombres étnicos o geográficos. América, por su parte, se usaba para hablar del continente de la misma forma que se haría con Europa o cualquier otro y, al referirse a las colonias, se usaba el nombre de cada una en concreto.
Pero a medida que las colonias se volvían asentamientos estables, el término “americanos” empezó a usarse también para referirse a los colonos que nacían o se establecían allí de manera permanente. En ese contexto, el término “americanos” no designaba una nacionalidad sino una procedencia geográfica: de este modo, había españoles americanos, portugueses americanos, británicos americanos…
El caso de los Estados Unidos de América
Cuando las colonias británicas se rebelaron contra su metrópolis, surgió el problema de dar un nombre al nuevo país. ¿Por qué, en lugar de optar por un nombre propio como hicieron otros, eligieron uno tan descriptivo como Estados Unidos de América? La realidad es que, en sentido estricto, el nuevo país nació sin un nombre. La Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 habla de “los Representantes de los Estados Unidos de América”, usándolo como un nombre común y no propio.
Esto se debe, fundamentalmente, a que los fundadores se veían a sí mismos como miembros de sus respectivos estados (Pensilvania, Nueva York, Nueva Jersey, Nuevo Hampshire, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut, Delaware, Maryland, Virginia, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur) y “los Estados Unidos” eran el nombre de la organización política que los unía; algo así como lo que hoy es la Unión Europea. Incluso hasta la Guerra de Secesión (1861-1865), los habitantes de los diversos estados se veían a sí mismos, en primer lugar, como ciudadanos de sus propios estados – ya que entonces gozaban de una autonomía muy amplia – y “americanos” en un sentido más geográfico que político.
El término “americanos” para referirse a los los habitantes del nuevo país empezó a popularizarse, de hecho, gracias a los británicos que lucharon en contra de la independencia y que se referían a sus enemigos como “americanos” en su conjunto, ya que ellos no se habían dado un gentilicio propio. Además, la lengua inglesa no cuenta con el equivalente a “estadounidense” que sí tienen otros idiomas. Al lograr su independencia, estos simplemente adoptaron el nombre que otros les habían dado a la hora de establecer relaciones diplomáticas.
¿Americanos o estadounidenses?
Surgieron así dos formas aceptadas de referirse a ellos: americanos o estadounidenses. Este segundo término era usado principalmente cuando el contexto daba pie a que hubiera alguna confusión con los americanos (geográficamente hablando) de otros países. Además, ninguna otra nación usaba el nombre del continente en su propio nombre, de modo que (polémicas y debates aparte) se entendía perfectamente que, cuando alguien se refería a “América” como entidad política, se estaba refiriendo a los Estados Unidos.
Hay otra razón para ello, más de naturaleza lingüística: así como otras lenguas adoptaron el gentilicio alternativo “estadounidenses”, en la lengua inglesa no existe un término equivalente y "americans" ciertamente sonaba mejor que "unitedstatians". Finalmente hay que decir que, en aquel momento, nadie pensó que mucho más tarde esto pudiera generar polémica alguna; del mismo modo que, si hoy en día alguien se refiere a sí mismo como ciudadano europeo, está dando a entender que es de un país miembro de la Unión Europea.