TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST
En este capítulo os invitamos a coger de nuevo un avión y ponernos rumbo al cuerno de África… a su país más pequeño… Eritrea. ¿lo conocéis?
Un pequeño territorio marcado durante el último siglo por el conflicto bélico que le ha llevado a unas condiciones de vida muy duras. En las tierras bajas del país, sus habitantes están sometidos a un clima marcado por las altas temperaturas y la tremenda escasez del recurso más básico: el agua. Tienen poca y la que tienen no siempre es salubre, lo que llega a provocar numerosas enfermedades e incluso la muerte de sus habitantes.
En fin, un país duro, pero con un gran y variado patrimonio arqueológico, al que dos investigadores españoles tienen el ojo puesto. Un equipo español hace ya varios años que trabaja en la zona en busca de restos prehistóricos…
En este capítulo hablaremos de los hallazgos realizados hasta el momento: una extensa gama de animales fosilizados de gran tamaño como hipopótamos o toros, una enorme cantidad de industria lítica y también restos de vegetales.
Pero sobre todo, sabremos cómo conviven estos dos investigadores en las duras condiciones del país. Solo un apunte, en la última campaña ha habido días en los que el termómetro marcaba los 55 grados de temperatura.
Bienvenidos a un nuevo capítulo de “Desenterrando el Pasado”
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Hoy conoceremos Eritrea, el país rojo, como indica su nombre en Griego. Ubicado en la región conocida como el cuerno de África. Es un país desconocido para muchos. De hecho si pidiésemos ubicar dónde está este país en el mapa, auguramos que pocos acertarán. Quizá uno de los motivos es su poca aparición en los medios de comunicación, nos llega muy poca información de allí.
En unos minutos ubicaremos y contextualizamos Eritrea. Pero antes, conozcamos a los dos protagonistas de este capítulo: el paleontólogo Bienvenido Martínez-Navarro y el arqueólogo Antoni Canals.
Bienvenido es el director del proyecto que hoy nos ocupa. Él es arqueólogo y actualmente profesor de investigación ICREA en el IPHES, el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social.
Y el investigador Antoni Canals que es especialista en arqueo estratigrafía y arqueología espacial también está vinculado al IPHES. Los dos además, profesores del Área de Prehistoria de Universidad Rovira y Virgili, en Tarragona.
Ambos investigadores están desarrollando una excavación prehistórica en el país africano. Para ello cuentan, entre otras, con la financiación de la Fundación Palarq. Llevan desde 2012 trabajando en el país, en un proyecto que se inició conjuntamente con el Prof. Eudald Carbonell, quien participó activamente y fue codirector hasta el año 2019.
Hasta el momento han realizado nueve campañas y en todo este tiempo han documentado restos de fauna gigantes, troncos de plantas fosilizadas y herramientas líticas de hace un millón de años. En un rato hablaremos de todo esto, antes, como siempre, vamos a coger un mapa.
¿Qué? Ya sabéis dónde se encuentra Eritrea dentro de África… seguro que más de uno sí, pero para aquellos que no lo conozcáis, situaros al noreste del continente, entre Sudán y Etiopía. Allí se encuentra este pequeño país que tiene una extensión próxima a 120 kilómetros cuadrados, un poco más de un cuarto de la superficie de España.
Está bañado por el Mar Rojo, de ahí su nombre, y justo delante de la costa de Eritrea se encuentran las del Yemen y Arabia Saudí. El país cuenta con una población de más de 6 millones de habitantes, 800.000 de ellos viven en la capital, Asmara. Ah, en Eritrea existen 9 grupos étnicos.
Un país dónde las condiciones de vida son duras, lo iremos contando a lo largo del podcasts. De hecho, son muchos los ciudadanos que emigran en busca de una vida mejor, ya entenderéis porqué, pero una pista para empezar. Eritrea es un país marcado por la guerra…
El país cuenta con una población de más de 6 millones de habitantes, 800.000 de ellos viven en la capital, Asmara
Los eritreos se independizaron de Etiopía en el año 1991, pero no fue hasta al cabo de 2 años cuando las Naciones Unidas lo reconoció como país. Por lo tanto es un territorio que ha vivido prácticamente en guerra permanente durante todo el siglo XX, y evidentemente esto ha impregnado su paisaje. Nos lo cuenta con más detalle Bienvenido.
“Primero fue invadido por los italianos y después fue asimilado por Etiopía a partir de la Segunda Guerra Mundial y a posteriori durante todo este tiempo ha permanecido en una situación bélica puesto que Eritrea siempre ha querido ser un estado independiente. Lo consiguió en el 91. Y a partir de entonces se ha encontrado en una situación con una calma tensa, con momentos bélicos desde que se independizó que prácticamente no ha acabado todavía. Esto ha hecho que sea un país muy cerrado al exterior. Incluso está calificado en algunos círculos como la Corea del Norte Africana”.
Solo para que os hagáis una idea el servicio militar del país es obligatorio y va desde los 17 años hasta los 50 años. Según la ley el servicio a prestar al país es de 18 meses, pero el ejército y las autoridades pueden extender el periodo de manera indefinida. Este es uno de los motivos, entre otros, por el que los ciudadanos huyen del país, muchos ponen rumbo a Europa.
Sus fronteras son muy herméticas… es tan difícil salir del país como entrar. Así que ya os podéis imaginar que los investigadores del proyecto se las tienen que ingeniar bastante para acceder a trabajar allí.
Para empezar, no existe una embajada española, cosa que complica las relaciones entre ambos países y dificulta la comunicación y cualquier tipo de tramitación. Conseguir los permisos para acceder al lugar es un proceso muy complicado y lento… así que los investigadores tiran de su larga trayectoria profesional en el lugar y de sus buenas y cultivadas relaciones institucionales.
“Para nosotros poder acceder a Eritrea significa que tengamos que hacer enormes esfuerzos pues para conseguir los visados, por ejemplo…está todo basado en una relación personal directa con las autoridades y con la gente que controla estos procesos”.
Hay que decir que ellos pueden realizar la investigación porque trabajan en una zona de exclusión militar que se encuentra junto a la frontera con Etiopía.
Claro, como podéis imaginar la financiación para poder desarrollar el proyecto no proviene de ningún ente gubernamental eritreo, sino de instituciones privadas españolas como la Fundación Palarq o públicas como el Ministerio de Cultura. Tenemos que pensar que al ser un país marcado por el conflicto bélico, poco dinero se puede invertir en mantener y reivindicar el patrimonio cultural y arqueológico del mismo, aunque hay una enorme sensibilidad hacia su conservación e investigación por parte de las autoridades eritreas.
El lugar donde se encontró a Lucy
Y no será porque no goza de grandes recursos a investigar… Pensad que en Eritrea está en el extremo norte del gran Valle del Rift, es en esta zona donde trabajan los investigadores del proyecto y, muy cerca de donde trabajan, se encontró la famosa Lucy.
¿Os suena? Se trata de la australopitheca más conocida del mundo.
El 24 de noviembre de 1974 un equipo de paleontólogos descubrió el esqueleto de una especie de homínido que revolucionó el árbol evolutivo de nuestra especie. Aunque no encontraron el esqueleto completo, hallaron 52 huesos de esta homínida que sirvieron para afirmar que andaba erguida hace 3,2 millones de años. Se trata de uno de los homínidos más antiguos encontrados…
¿Y sabéis por qué sus descubridores le llamaron Lucy? Casualidades… Durante los trabajos de desenterramiento los antropólogos escuchaban a los Beatles, sobre todo el tema del momento Lucy in the sky with diamonds, así que ya tenemos el nombre con el que la bautizaron. Por cierto, actualmente los restos de Lucy se encuentran custodiados en una caja fuerte de máxima seguridad en el Museo Nacional de Adis Abeba, la capital de Etiopía
Antes hemos mencionado las duras condiciones del país. Más allá de los conflictos políticos, de los conflictos bélicos… el clima y la meteorología no ayudan. De hecho el trabajo arqueológico de los investigadores se ve claramente dificultado por esas condiciones. Nos lo cuenta Antoni Canals, conocedor de éstas muy a su pesar…
“Yo cuando fui la primera vez, desde que dejamos la civilización, es decir, del último punto con servicios, hotel, carreteras, casas, comida, agua, hospitales, etcétera. Empiezas un viaje en el que reduces todos estos servicios y te encuentras con la naturaleza tal cual.
“La naturaleza tal cual”, un paisaje al que los europeos no estamos acostumbrados y donde las dificultades no tardan en aparecer.
“Problemas mecánicos, problemas de tiempo, de meteorología, de cansancio, de enfermedad, de bienestar y, de todo, ¿no? Intentas superar todo estos problemas y haces un viaje, de verdad, iniciático hacia lo más profundo del pensamiento humano ¿no? Porque antes de llegar al campamento atraviesas una serie de poblaciones y allí te das cuenta de cómo esa gente afronta las dificultades, es decir, la falta de producción de alimentos por ejemplo o? porque la tierra no lo permite, el clima no lo permite, agua no hay… hay una serie de dificultades enormes”.
Más allá de los conflictos políticos, de los conflictos bélicos… el clima y la meteorología no ayudan. Se alcanzan fácilmente los 50 grados en la sombra.
Acceder al propio yacimiento no es fácil. Porque hay que patear mucho rato e ir acompañado de animales por ejemplo, que lleven la carga del material para trabajar en el lugar. Una manera muy distinta de trabajar en comparación con yacimientos europeos, donde el acceso al yacimiento no presenta ninguna complicación.
Pero, hay un elemento fastidioso con el que trabajan y que destacan ambos investigadores y que no dudan en señalar: el calor. Se suele estar a 50 grados en la sombra… o más…
“La temperatura de 55 grados la hemos sufrido este año, pero en otras ocasiones tenemos temperaturas no tan elevadas pero el problema es que no hay diferencia térmica entre la noche y el día o es muy corta, ¿no? La sensación es que estás permanentemente en una caldera. Todo esto hacer que el cansancio se acumule y a pesar de la buena voluntad, de las ganas y de la efervescencia de poder excavar estos yacimientos y estos contextos tan antiguos, llega un punto que dices, “bueno, nos movemos a la civilización un poquito, ¿no?””.
En fin… que no dan ganas de volver… Aún así llevan ya nueve campañas en Eritrea. Nos cuenta Antoni que para él no es solo una experiencia profesional, científica, la que vive allí, sino más bien una experiencia personal y humana. ¿Qué se aprende viajando a estos lugares?
“Que nos quejamos de vicios. En muchas ocasiones esa es la primera sensación porque estás acostumbrado a que abres el grifo y sale agua, le das al interruptor y hay luz, tienes frío y pones la calefacción, si tienes calor pones el aire acondicionado. Cuando estas en las condiciones en las que vive esta gente todo esto no existe y el problema fundamental que tienen es el problema del agua. Desgraciadamente hemos tenido la mala suerte de enfrentarnos a una realidad y es que hemos visto morirse especialmente a niños a causa de enfermedades ocasionadas por las aguas contaminadas”.
En el lugar donde trabajan, la depresión de Danakil, prácticamente no hay agua y, por lo tanto, no se puede practicar ningún tipo de agricultura en la zona. La población bebe el agua de pozos artificiales que están contaminados por cabras y camellos y que no tienen ningún tratamiento, lo que les provoca enfermedades intestinales mortales.
Por eso, es muy importante destacar que más allá del trabajo científico que el equipo viene desarrollando desde 2012 en Eritrea, también llevan a cabo un proyecto de cooperación.
“No se puede hacer investigación sin comprometerse con la gente que vive en ese territorio. Nosotros no podemos llegar allí, traernos los fósiles, estudiarlos, conseguir la gloria por los hallazgos que realicemos y olvidemos de la problemática de la gente que vive en ese territorio y que nos facilite el acceso para que podamos desarrollar nuestro trabajo. Entonces, creemos que tenemos que hacer un esfuerzo para ayudar a esta gente porque verdaderamente están viviendo en unas condiciones que parece que no existan en el siglo XX. Pues sí existen. La gente se muere de sed y de hambre. Se mueren en unas condiciones terroríficas en el lugar donde nosotros excavamos y encontramos los fósiles. Tenemos que comprometernos para que nuestro beneficio particular profesional, científico, sea también un beneficio para que esta gente obtenga una calidad de vida mucho mejor que la que tiene”.
Uno de los objetivos del proyecto ha sido excavar un pozo y crear un sistema de potabilización y distribución del agua para que la gente pueda beberla en condiciones salubres.
Los investigadores trabajan en la cuenca de Engel Ela-Ramud, que se encuentra al norte del valle de Rift africano. Aquí han localizado importantes fósiles de grandes mamíferos.
“Aparecen muchos restos de antílopes africanos, restos de búfalos, y una forma derivada quefda origen a los toros, puesto que en eritrea existen los toros más antiguos del mundo, son lo que dan origen a los toros actuales. Hay muchos restos también de jirafas… “
También han hallado animales acuáticos..
“Muchos restos de cocodrilo, y también otro animal acuático por excelencia que son los hipopótamos. Una forma de hipopótamo que se llama el hipopotamus gorgops que es una especie que se encuentra en África y también se encuentra en Europa, aquí le llamamos hipopótamus anticus”. Y, cabe destacar la presencia de cerdos.
Unos animales muy abundantes en la zona y que resultan ser muy interesantes para los investigadores porque ayudan a hacer las dataciones.
En África la mayoría de las dataciones están basadas en la presencia de los cerdos. Y me preguntaras porqué? Y la respuesta es bastante sencilla,.. En Europa y en Asia en general, la bioestratigrafía está basada en el registro de ratones, porque los roedores tienen la ventaja que son animales que se reproducen de manera muy rápida y de manera múltiple. Los cerdos son los únicos grandes mamíferos ungulados que se reproducen de forma múltiple. Por ejemplo mientras un caballo tiene una feria, una camella tiene una cría, una elefanta tiene una cría, una cerda puede llegar a tener hasta 24 crías de una vez. Son animales que cuando tienen un parto el número de individuos por parte es verdaderamente multiplicativo.
Esta capacidad de multiplicarse tan vastamente, ayuda a que haya mucho más registro de cerdos en los fósiles. De esta manera se puede ver su grado evolutivo y caracterizar o aproximarse a la cronología en la cual han quedado depositados los restos. De hecho estos fósiles han ayudado a datar los yacimientos.
“Normalmente según los datos que tenemos, en función de los cerdos y de los datos que están aportando otras metodologías geocronológicas, sabemos que estamos en el pleistoceno inferior en cronologías que varían entre 1‘8 aproximadamente y 0’7 millones de años.
A parte de la fauna encontrada hasta el momento también han descubierto una importante y muy abundante industria lítica. Así como restos vegetales, como por ejemplo troncos de palmera y más plantas que están en proceso de estudio.
El lado más personal de los arqueólogos
Ahora, vamos a conocer un poco más a estos dos investigadores…
¿Qué es lo que más te fascina de la evolución humana y las civilizaciones que han vivido en la Tierra?
“Me fascinan mucho las soluciones que la humanidad ha sido capaz de encontrar y poner en práctica para resolver muchos de los problemas que son esenciales en las comunidades humanas, ¿no? Comer, reproducirse, mejorar, inventar todo aquello que sea susceptible de favorecer un crecimiento sostenible… Eso es lo que a mí más me fascina ¿no? Y lo que me fascina es la chispa que produce esa necesidad, ese aspecto constructivo, ese aspecto de evolución positiva, por eso me dedico al pleistoceno.
¿En qué momento de la historia te hubiera gustado vivir?
“Yo estoy muy fascinado con el mundo romano. El mundo romano es fascinante, yo he llegado a la conclusión de que todo lo que se en cuanto la gran invención humana, ya lo habían hecho los romanos. Uno se pasea por Pompeya y se da cuenta de que los romanos ya tenían una sociedad tan avanzada y parecida a la nuestra que prácticamente nosotros hemos innovado muy poco hasta que ha llegado el mundo de internet, un mundo en el que puedes estar conectado con todas partes. Esto lo ha revolucionado todo. Pero estamos hablando de prácticamente finales del siglo XX y principios del XXI. Todo lo que ha sucedido previamente estaba ya prácticamente todo inventado. Somos herederos de esa cultura que nos ha llegado hasta nuestros días prácticamente.
¿Qué gran descubrimiento arqueológico te hubiera gustado desenterrar?
“Yo tengo una frustración en mi vida y es que llevo 40 años intentando buscar restos humanos en la cuenca de Baza, en Orce y desgraciadamente solo hemos encontrado un dientecito. Si con toda la energía que hemos invertido en tantos años de trabajo hubiéramos tenido un poco de suerte y hubiéramos encontrado una pieza espectacular, un cráneo humano, probablemente las condiciones del proyecto de Orce aquí es en la cuenca de orce funcionarán de otra manera… pero no hemos tenido esta suerte y bueno, la situación es que trabajas todo lo que puedas y a veces si la suerte no te acompaña, pues la repercusión que esa ciencia tienen no es la que te gustaría. A nivel de trabajo hay que seguir haciendo ciencia de primera y esperar que los santos se sonrían de vez en cuanto”.
“Escuchando a Bienvenido, digo… yo al contrario… como investigador del equipo de Atapuerca, los descubrimientos realizados a nivel de especie humana en el continente europeo han sido la cosa más extraordinario, por el objeto, por el homínido en concreto pero también por lo que ha supuesto en la disciplina en la prehistoria y en los cambios que estos a producido en los conceptos básicos del inicio de la prehistoria europea. Y allí yo sí que me han sonreído un poquito… pero también como decía Bienvenido, hemos pateado un montón de yacimientos, hemos hecho un montón de trabajo, y pues, si te sonríe bien y sino palante”.
Bienvenido y Antonio esperan poder realizar una nueva campaña a principios de 2023 siempre que la pandemia y el conflicto regional lo permitan. Así que seguirán prospectando la zona en busca de restos fósiles y plantas que les permitan conocer mejor cómo vivían nuestros antepasados. Evidentemente, sin olvidar su labor cooperativa con la población del lugar.
Porque más allá de estudiar de dónde venimos es preciso comprender y ayudar a aquellos que hoy día tienen la mala suerte de haber nacido en un lugar dónde las condiciones de vida no son favorables.
Como siempre decimos, conocer nuestro pasado es conocernos mejor en el presente.