Epidemias históricas

La plaga de Justiniano afectó a Inglaterra antes que a Constantinopla

Un reciente estudio cuestionó los métodos utilizados hasta ahora para analizar el impacto de la llamada plaga de Justiniano, una devastadora epidemia de peste bubónica que tuvo lugar entre los siglos VI y VIII. Mediante el estudio de textos antiguos y recientes hallazgos genéticos, el estudio sugiere que la peste pudo haber llegado a Inglaterra antes del primer caso registrado en el Mediterráneo por una ruta desconocida hasta ahora.

El emperador Justiniano rodeado de su corte. Mosaico de la iglesia de San Vital en Ravena.

El emperador Justiniano rodeado de su corte. Mosaico de la iglesia de San Vital en Ravena. Foto: Cordon Press

Durante décadas, los historiadores han discutido sobre la letalidad de la llamada plaga de Justiniano, el primer brote conocido de peste bubónica en Eurasia occidental, sobre su impacto social y económico, y sobre las rutas por las que se extendió. Entre los años 2019 y 2020 se publicaron diversos estudios que aseguraban que los historiadores antiguos habían exagerado enormemente el impacto real de esta plaga, a la que numerosos investigadores llegaron a describir como una "pandemia intrascendente". Incluso algunos estudiosos afirmaron que la plaga de Justiniano en realidad fue algo "no muy diferente de nuestros brotes de gripe".

Desacuerdos académicos

Este reciente estudio, publicado en Past & Present, Peter Sarris, historiador de la Universidad de Cambridge, sostiene que estos estudios no han prestado la debida importancia a los más recientes hallazgos genéticos, y que además se basaron en análisis estadísticos engañosos y no supieron interpretar la evidencia proporcionada por los textos antiguos. Según Sarris, "algunos historiadores siguen siendo profundamente hostiles a considerar que factores externos como las enfermedades tienen un impacto importante en el desarrollo de las sociedades humanas, y el 'escepticismo de la plaga' ha recibido mucha atención en los últimos años".

San Sebastián ruega por la vida de un sepulturero enfermo durante la plaga de Justiniano. Josse Lieferinxe. 1497-1499.

Foto: PD

Según Sarris, algunos historiadores siguen siendo profundamente hostiles a considerar que factores externos como las enfermedades tienen un impacto importante en el desarrollo de la sociedad humana.

Sarris, miembro del Trinity College de Londres, critica asimismo en su estudio la forma en la que algunos investigadores han utilizado los motores de búsqueda para afirmar que solo un pequeño porcentaje de la literatura antigua menciona esta plaga, lo que probaría, según ellos, que la enfermedad fue considerada insignificante en su momento. "Ser testigo de la plaga de primera mano obligó al historiador contemporáneo Procopio a romper con su acostumbrada narrativa militar para escribir un relato desgarrador sobre la llegada de la plaga a Constantinopla que dejaría una profunda impresión en las generaciones posteriores de lectores bizantinos. Eso es mucho más revelador que la cantidad de palabras relacionadas con la plaga que escribió. Diferentes autores, en diferentes tipos de texto, concentrados en diferentes temas, y sus obras deben leerse en consecuencia", afirma Sarris.

Problemas económicos

Sarris también refuta la sugerencia de que las leyes, las monedas y los papiros proporcionan poca evidencia de que la plaga de Justiniano tuvo un impacto significativo en la sociedad bizantina. El historiador dice que, en efecto, hubo una importante reducción en la promulgación de leyes imperiales entre el año 546 y el final del reinado de Justiniano, en 565. Pero también sostiene que la oleada de legislación significativa datada entre 542 y 545 revela una serie de medidas que fueron impulsadas desde el poder para paliar algunos efectos negativos de la enfermedad, como la despoblación. Por ejemplo, en marzo de 542, en una ley que el mismo Justiniano describió como promulgada en medio de la "presencia circundante de la muerte", que se había "extendido a todas las regiones", el emperador intentó apuntalar la economía. En otra ley de 544, Justiniano implantó controles de precios y salarios para poner coto a la demanda de sueldos más elevados que los supervivientes solicitaban por sus trabajos. Aludiendo expresamente a la plaga, el emperador declaró que el "castigo que ha sido enviado por la bondad de Dios" debería haber convertido a los trabajadores en "mejores personas", pero en cambio "se han vuelto a la avaricia".

La basílica de Santa Sofía, en la actual Estambul, erigida durante el reinado de Justiniano.

Foto: iStock

Sarris sostiene que la oleada de legislación significativa datada entre 542 y 545 revela una serie de medidas impulsadas para paliar la despoblación causada por la plaga y para limitar el daño infligido por la enfermedad.

Que esa peste incrementó las dificultades fiscales y administrativas que ya existían en el Imperio romano de Oriente también se refleja en los cambios en la acuñación de moneda, argumenta Sarris. Durante ese período se emitieron una serie de monedas de oro ligeras, la primera reducción de este tipo en la moneda de oro desde su introducción en el siglo IV, y el peso de las monedas de cobre también se redujo considerablemente. "La importancia de una pandemia histórica nunca debe juzgarse principalmente sobre la base de si conduce al 'colapso' de las sociedades en cuestión. Del mismo modo, la resistencia del estado romano de Oriente frente a la plaga no significa que el desafío planteado por la plaga no fuera real. Lo más sorprendente de la respuesta gubernamental a la plaga de Justiniano en el mundo bizantino o romano es lo racional y cuidadosamente dirigida que fue, a pesar de las circunstancias. Tenemos mucho que aprender de cómo nuestros antepasados ​​respondieron a las enfermedades epidémicas y cómo las pandemias impactaron en las estructuras sociales, la distribución de la riqueza y las formas de pensamiento", explica el investigador.

¿Llegó antes a Inglaterra?

Hasta principios de la década de 2000, la identificación de la plaga de Justiniano como "peste bubónica" se basaba solo en las descripciones de los síntomas que proporcionaban los textos antiguos. En ellos se describía la aparición de bubones o hinchazones en las ingles o axilas de las víctimas. Pero ahora, los rápidos avances en genómica han permitido a los arqueólogos y genetistas hallar rastros de ADN antiguo de Yersinia pestis, la bacteria causante de esta terrible enfermedad, en restos óseos de la Alta Edad Media. Tales hallazgos se han llevado a cabo en Alemania, España, Francia e Inglaterra.

Los rápidos avances en genómica han permitido a los arqueólogos y genetistas descubrir rastros de ADN antiguo de Yersinia pestis, la bacteria causante de esta terrible enfermedad, en restos óseos de la Alta Edad Media.

En 2018, un estudio del ADN conservado en algunos restos encontrados en el antiguo cementerio anglosajón de Edix Hill, en el condado de Cambridge, reveló que muchos de los allí enterrados habían muerto siendo portadores de la enfermedad. Un análisis más detallado reveló asimismo que la cepa de Yersinia Pestis allí encontrada pertenecía al linaje más temprano identificado de la bacteria involucrada en la pandemia del siglo VI. Según Sarris, "hemos tendido a comenzar a estudiar el tema a través de las fuentes literarias, que describen la llegada de la plaga a Pelusium, en Egipto, antes de extenderse desde allí, y luego encajamos la evidencia arqueológica y genética en un marco y una narrativa basados ​​en esas fuentes. Ese enfoque va a quedar desfasado. La llegada de la peste bubónica al Mediterráneo alrededor de 541 y su presencia inicial en Inglaterra, posiblemente algo antes, puede haber sido el resultado de dos rutas separadas, pero relacionadas, que tuvieron lugar con algún tiempo de diferencia".

Enfermos de peste bubónica en una miniatura de la Biblia de Toggenburg, Suiza. 1411.

Foto: Cordon Press

Desde Asia Central

El estudio de Sarris sugiere que la plaga pudo haber llegado al Mediterráneo a través del mar Rojo, y quizás a Inglaterra a través del Báltico y Escandinavia, y desde allí a otras partes del continente. Asimismo, el investigador enfatiza que, a pesar de ser llamada plaga de Justiniano, esta enfermedad "nunca fue un fenómeno puramente o incluso principalmente romano" y, como han demostrado los recientes descubrimientos genéticos, alcanzó tanto lugares remotos y rurales, como Edix Hill, como ciudades densamente pobladas.

El estudio de Sarris sugiere que la plaga pudo haber llegado al Mediterráneo a través del mar Rojo, y quizás a Inglaterra a través del Báltico y Escandinavia, y desde allí a otras partes del continente.

Está ampliamente aceptado que la letal y virulenta cepa de la peste bubónica de la que descendería la plaga de Justiniano, y más tarde la peste Negra, surgió en Asia Central durante la Edad del Bronce antes de evolucionar allí en la antigüedad. Sarris cree que puede ser significativo que el advenimiento tanto de la plaga de Justiniano como de la peste Negra se viera precedido por la expansión de los dos grandes imperios nómadas que dominaron Eurasia: los hunos, entre los siglos IV y V, y los mongoles, en el siglo XIII. "El aumento de la evidencia genética conducirá en direcciones que apenas podemos anticipar, y los historiadores deben ser capaces de responder ante estos desafíos de manera positiva e imaginativa", concluye Sarris.

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