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Las excavaciones arqueológicas realizadas entre 2012 y 2016 en el sitio de Ein Hanniya, en el valle de Refaim, en Jerusalén, han sacado a la luz unos hallazgos "impresionantes e importantes", según revela hoy la Autoridad de Antigüedades de Israel. El hallazgo más significativo es una piscina o estanque del periodo bizantino que fue construida en el centro de un complejo espacioso al pie de una iglesia que ya no existe. "Es difícil saber cuál era su función: para el riego, lavado, paisajismo o quizá como parte de unas ceremonias bautismales que se celebraban ahí", dice Irina Zilberbod, la directora de las excavaciones. El agua de la piscina se drenaba a través de una red de canales hasta una magnífica fuente, un ninfeo. Los trabajos arqueológicos han incluido la restauración de los antiguos sistemas de canalización del agua, que vuelven a funcionar de nuevo.
Los arqueólogos han restaurado los antiguos sistemas de canalización del agua
Del periodo del Primer Templo, hace más de 2.600 años, se ha podido recuperar un capitel protojónico, un elemento arquitectónico y artístico típico de las construcciones de los reyes de dicho periodo. El sitio de Ein Hanniya debió de ser una propiedad real durante el periodo del Primer Templo, según los arqueólogos. Tras la destrucción del Primer Templo por los babilonios en el 586 a.C., el asentamiento fue renovado con la construcción de una vivienda que fue habitada por judíos. El hallazgo más importante de este periodo es una moneda de plata excepcional, una de las más antiguas descubiertas hasta ahora en la zona de Jerusalén: una dracma acuñada en Asdod por gobernantes griegos entre el 420 y el 390 a.C.