Humildad y nobleza

Perros, los otros protagonistas de las obras maestras del arte

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Las meninas, de Diego Velázquez, refleja el círculo más íntimo del rey Felipe IV, entre ellos un mastín español, uno de los perros de la familia real.

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En Las Meninas, una de las pinturas más célebres de la historia del Arte, Diego Velázquez retrató al que se suponía era el hombre más poderoso del mundo en ese momento, Felipe IV, rodeado de sus más allegados. Lejos de estar formado por aristócratas o militares, ese privilegiado círculo lo integraban la esposa y la hija del monarca y sus sirvientes, También se incluyó a sí mismo en él, y a humilde perro, un mastín español. Desde que fue domesticada hace al menos 12.000 años, esta subespecie de lobo convive con el ser humano como compañero de caza, protector o, simplemente, como su mejor amigo. Es sin duda con el gato una de las dos mascotas más populares del mundo y esa estima y convivencia milenarias han tenido un reflejo también en el arte. Los perros han protagonizado junto a sus amos –desde reyes a simples campesinos– algunas de las obras de arte más conocidas de la historia. A alguno lo conocemos por su nombre, otros simbolizan conceptos como el amor, la fidelidad o la humildad, pero todos ellos han alcanzado la inmortalidad junto a las obras maestras en las que aparecen.

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Los primeros perros

El proceso de domesticación del perro fue un lento proceso que llevó decenas de miles de años en diferentes partes de Eurasia, probablemente facilitado por manadas de lobos que seguían a las comunidades nómadas de cazadores y recolectores y que consumían los restos que estos dejaban atrás. Algunos estudios genéticos sugieren domesticaciones tempranas hace 16.300 años en China o hace 12.000-14.000 años en la India. La pintura rupestre sobre estas líneas pertenece a los montes Acacus, en el desierto del Sáhara, y muestra una escena de caza con perros, una de las primeras labores de los cánidos domesticados, que conservaban el instinto de caza que los unía a los lobos. 

Perros de guerra

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Perros de guerra

Perros y lobos continuaron cruzándose entre sí dando origen a poblaciones con características diversas. Hace seis milenios, los restos fósiles ya atestiguan la existencia de mastines, perros lobo, perros de pastoreo y de caza. El instinto agresivo de muchas de estas primeras razas de perros-lobo fue fomentado por las primeras civilizaciones del Próximo Oriente para usarla como arma. Los egipcios ya usaban a perros a mediados del segundo milenio a.C. como parte de las tropas que lanzaban contra sus enemigos para desorganizar sus filas y sembrar el terror entre ellas, como muestra la decoración de la arqueta hallada en su tumba sobre estas líneas. 

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Cuidado con el perro

Otra de las funciones encomendadas al perro a partir del Neolítico, cuando las comunidades humanas comenzaron a asentarse en poblados fijos y a erigir casas en las que atesoraban sus más preciadas posesiones, fue la de guardián. “Cuidado con el perro”, la advertencia común en las puertas de las casas de todo el mundo tiene su origen en la antigua Roma. Cave canem, literalmente “cuidado con el perro”, es la inscripción que en la imagen superior aparece escrita en un mosaico situado en el vestíbulo de la llamada Casa del Poeta Trágico de Pompeya. El perro representado en el suelo de teselas luce un collar y una correa, señal de que ya hace dos mil años la legislación preveía la necesidad de sujetar a los animales potencialmente peligrosos. 

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Defensor de Cristo

Carlos V con un perro es el retrato de que Tiziano realizó para el emperador en 1533 y que en adelante lo convertiría en el pintor favorito del monarca. Se trata de la copia de un retrato que el pintor de la corte imperial Jacob Seisenegger había realizado un año antes, aunque ya desde buen principio se atribuyó a la versión de Tiziano una calidad muy superior a la del original. El pintor veneciano combinó magistralmente la majestad imperial de Carlos V con la humanización del personaje, y gran parte de ello se debe al can que acompaña al soberano. Símbolo de fidelidad, el perro se asoció desde la Edad Media al buen cristiano que permanece junto a Jesucristo a los pies de la cruz, una imagen que placía especialmente al devoto Carlos V, defensor del catolicismo frente a la herejía protestante.

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Un perro inglés

El autor del retrato original, Seisenegger, describió escuetamente al animal como “un gran perro de aguas inglés”, una raza apreciada en la caza. Al parecer era una hembra y algunos autores han querido ver un perro en concreto y se han aventurado, incluso, a dar su nombre, Sampere. El perro ya había sido utilizado como símbolo de la casa de Borgoña (a la que el pertenecía el padre de Carlos, Felipe el Hermoso) y fue usado posteriormente en otros retratos por otros miembros de su familia como su hija Juana, reina consorte de Portugal, y su nieto Sebastián I de Portugal. 

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Símbolo de fidelidad

Tiziano incluyó algún perro en varias de sus obras. Igual que en el caso del retrato de Carlos V, el animal tiene un papel secundario, pero su ubicación y su significado lo convierten en casi protagonista a ojos del espectador. Es el caso del perrito que yace a los pies de la Venus de Urbino, que simboliza la fidelidad conyugal, ya que la obra recrea el momento previo a una ceremonia relacionada con la pedida de mano. 

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¿El perro de Tiziano?

Curiosamente, esta misma mascota aparece en otra obra que Tiziano realizó por la misma época, el Retrato de Eleonora Gonzaga. Esta mujer era la madre del primer propietario de La Venus de Urbino, Guidobaldo della Rovere, lo que ha llevado a especular que, si era un perro de la familia, la modelo de la Venus podría haber sido una amante de Guidobaldo o su propia esposa... O tal vez solo fuera un modelo inspirado en una mascota de un conocido del artista.

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El perro Arnolfini

En El matrimonio Arnolfini aparece otro ejemplo de perro asociado a fa fidelidad conyugal. En la obra maestra de Jan van Eyk la presencia de un pequeño grifón de Bruselas compite en importancia con la pareja representada. La interpretación clásica de su significado es que refleja la virtud de la fidelidad dentro del matrimonio. Una teoría más osada propone que se trataría de un símbolo de muerte y la pintura sería un retrato póstumo. Según sus defensores, el perro como elemento asociado a la muerte ya aparecía en las tumbas de mujeres romanas. 

La caza, actividadde reyes

Museo del Prado

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La caza, actividad de reyes...

Desde la Edad Media, la caza se convirtió en una actividad noble que servía, en palabras del rey Sancho VI de Navarra, “para destruir los animales nocivos y maléficos para sus vasallos”, una verdadera metáfora de su papel como rey. En las cortes de la Europa moderna se la consideraba un entrenamiento para la guerra. El retrato de Felipe IV sobre estas líneas no alude tanto a la arraigada afición de su modelo, como la imagen de las responsabilidades inherentes a la condición del príncipe o del rey, según apunta el Museo del Prado, donde cuelga el retrato. El mastín que acompaña al monarca parece tener la mirada triste que interpela directamente al espectador. 

... Y de plebeyos

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... Y de plebeyos

Durante milenios, la caza con jauría no difirió mucho de la representada en el petroglifo de la primera imagen de esta galería, el mayor cambio se produjo, si acaso, en las armas utilizadas. En Cazadores en la nieve, el gran maestro de la vida campesina en los Países Bajos, Pieter Bruegel el Viejo, recreó la vuelta un grupo de humildes campesinos de una aciaga jornada de caza a mediados del siglo XVI. La escena que da título a la pintura se desarrolla en primer término y los perros adquieren mayor protagonismo que los propios cazadores, a los que no se les ve el rostro. Las caras de los cánidos reflejan el cansancio y la tristeza que debían sentir sus amos tras un día desaprovechado.

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Símbolo de nobleza

Del mastín que aparece en Las Meninas –sin duda el animal más famoso de todos los representados por Diego Velázquez– se desconoce a ciencia cierta si es un animal que existió en la realidad. Pero es de suponer que fue uno de los muchos perros que tuvo la familia real. Los mastines son una raza dedicada al pastoreo y, por tanto, con un gran instinto de protección, por lo que no es casual su cercanía con la familia real. Su actitud simboliza la nobleza, la serenidad y tranquilidad para aguantar estoicamente y sin inmutarse las impertinencias de Nicolasito Pertusato, un enano de la corte de Felipe IV y su hijo Carlos II.

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Un punto de ternura

Un perro velazqueño muy diferente es el que aparece en el Retrato del Príncipe Felipe Próspero. Tercer hijo varón del monarca y en el momento en el que el pintor sevillano ejecutaba el cuadro, heredero al trono. El infante tenía una salud muy delicada, de hecho moriría dos años después, y el perrito faldero sentado en el sillón en el que se apoya el niño refuerza con su mirada la ternura y la compasión que transmite el príncipe enfermo. 

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El perro fantasma

Igual que su contemporáneo Velázquez, entre todos los personajes que pueblan La ronda de noche, la gran obra maestra de Rembrandt, también hay espacio para un perro. Pero en este caso pasa casi desapercibido como una aparición fantasmagórica. No siempre fue así. Cuando Rembrandt pintó su lienzo el animal estaba tan definido como el resto de los personajes de su obra, pero ahora aparece como un espectro blanquecino que ladra delante del tamborilero de la patrulla. 

Pintura perdida

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Pintura perdida

Entre 2019 y 2022, los especialistas del Rijksmuseum sometieron a La ronda de noche a uno de los procesos de restauración e investigación más exhaustivos llevados a cabo sobre una obra de arte. Entre otros muchos descubrimientos, llegaron a la conclusión de que la pérdida de color del perro no se debía a la degradación de la pintura, sino de una abrasión que destruyó las capas de material pictórico, así que lo que ahora se ve es la capa del boceto preparatorio del animal sobre la tela. 

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Un gran misterio pictórico

Perro semihundido es tal vez la pintura más inquietante y misteriosa de Francisco de Goya. Un catálogo del siglo XIX lo tituló "Un perro luchando contra la corriente, pero no se sabe en que medio se encuentra el animal que asoma la cabeza por encima de esa franja ocre. Pertenece a la serie de las denominadas Pinturas negras que ejecutó en las paredes de su Quinta del Sordo. Se ha dudado incluso de que la escena estuviera acabada, de ser así, no cabe duda que sería una obra con un simbolismo que rompería cualquier esquema artístico desarrollado hasta entonces.