Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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“Y un perro, que estaba echado, alzó la cabeza y las orejas: era Argos, el can del paciente Odiseo, a quien éste había criado sin poder disfrutarlo, pues tuvo que partir a la sagrada Ilión (…). Al advertir que Odiseo se aproximaba, le halagó con la cola y dejó caer ambas orejas, mas no pudo salir al encuentro de su amo; y éste, cuando lo vio, enjugóse una lágrima (…). Y la Parca de la negra muerte se apoderó de Argos, después de que volviera a ver a Odiseo al cabo de veinte años”. Cuando Homero escribió la Odisea, los perros ya llevaban milenios acompañando a los seres humanos. Su lealtad y su inteligencia los han hecho compañeros indispensables en multitud de profesiones y, en ocasiones, han dejado su huella y su nombre en la historia. Además de perros que esperan a sus amos más allá de la muerte o cuya inteligencia sorprende a las personas, algunos tuvieron un papel especial en el progreso de la humanidad.