Gracias a algunas fuentes, como el historiador griego Heródoto (que vivió en el siglo VI a.C.), conocemos algunos aspectos sobre la higiene y las costumbres de los antiguos egipcios, como por ejemplo el hecho de que tanto hombres como mujeres acostumbraban a eliminar el vello facial y corporal. Otra cosa es el cabello, el cual, al parecer, ambos sexos sometían a distintos tratamientos: se teñía, cortaba, trenzaba, se entretejían en él amuletos, y también podía, como no, afeitarse. Pero algo que nos resulta muy familiar en lo que a las costumbres de vestido y peinado en el antiguo Egipto se refiere es el extendido uso de pelucas, de las que había una gran variedad de formas, tamaños y diseños.
En el antiguo Egipto el cabello podía teñirse, cortarse, trenzarse, entretejer en él amuletos, y también podía, como no, afeitarse.
En este contexto, Joann Fletcher, egiptóloga de la Universidad de York, en Inglaterra, ha llevado a cabo un pormenorizado estudio sobre las pelucas en el antiguo Egipto (Proyecto de Adornos Antiguos en la Universidad de York), y para ello ha contado con la colaboración del especialista en peluquería histórica Filippo Salamone. En el marco de este proyecto, los investigadores han analizado las antiguas técnicas de elaboración de estos preciados objetos, que, combinadas con la innegable habilidad de los antiguos peluqueros egipcios, dieron como resultado pelucas de una excelente calidad que no tienen nada que envidiar a las actuales.

El especialista en peluquería antigua Filippo Salamone recreando una peluca egipcia del Museo Británico en el marco del Proyecto de Adornos Antiguos.
Foto: Ancient Adornments Project/Firefly
Pelucas y extensiones
"El cabello humano era de suma importancia en el antiguo Egipto tanto para los ricos como para los pobres de ambos sexos; era un medio de autoexpresión", comenta Fletcher. Pero la investigadora ha podido comprobar que los peinados eran mucho más que una expresión del gusto personal. Las pelucas no solo permitían llevar el cabello perfectamente arreglado, sino que también contribuían a una mayor higiene personal. De hecho, las pelucas protegían el cuero cabelludo afeitado de los rigores del clima egipcio y quien la llevaba mantenía la cabeza fresca y a salvo de piojos, una molesta y antigua plaga que, al parecer, y según los resultados de la investigación de Fletcher, ha podido documentarse en la momia de un hombre enterrado en Abydos hace unos cinco mil años.
las pelucas protegían el cuero cabelludo afeitado de los rigores del clima egipcio y quien la llevaba mantenía la cabeza fresca y a salvo de piojos.
Las condiciones cálidas y secas del clima de Egipto son perfectas para la preservación natural de los tejidos blandos del cuerpo tras la muerte, incluidas las uñas, la piel y el cabello. Tanto es así que, además de miles de cuerpos sometidos a diversos métodos de momificación, también se han localizado los cuerpos momificados naturalmente de personas sin recursos que, simplemente, fueron enterradas en la arena. De este modo, gracias a la conservación del cabello en numerosos cuerpos (tanto momificados como no), los estudiosos han podido observar cómo arreglaron y adornaron su pelo los antiguos egipcios.

Grabado de 1879 que recrea una peluca larga conservada en el Museo Británico de Londres.
Foto: Cordon Press
Los egipcios no se diferenciaban mucho de nosotros en ciertos aspectos relacionados con el peinado. Por ejemplo, existen pruebas arqueológicas del uso, por lo menos desde una época tan temprana como el año 3400 a.C., de las extensiones de cabello y de los tintes (aunque también existen pruebas de que se cortaban el pelo con cuchillas muy afiladas desde por lo menos 3000 a.C.). Asimismo, la evidencia iconográfica ha sido de gran ayuda para los investigadores. Las pinturas de las tumbas y las estatuas muestran las elaboradas pelucas que lucieron tanto hombres como mujeres, sobre todo los miembros de la élite. Un aspecto curioso e interesante es la representación en algunas estatuas de un mechón de cabello natural que asoma por debajo de la peluca que porta la persona representada. Esto indica que, en muchos casos, estos elementos se usaban como un complemento estético, pero no para sustituir al cabello natural.

Una pareja tocada con sendas pelucas. Estatua de piedra caliza. Dinastía XIX.
Foto: Cordon Press
Una compleja elaboración
Por su parte, las pinturas y los relieves de las tumbas también muestran el cabello en "movimiento" (sobre todo en el caso de bailarinas y acróbatas), a mujeres y hombres siendo peinados por sus sirvientes o llevando pelucas muy ornamentadas sobre las cuales se colocaba un cono perfumado (usado normalmente durante los banquetes), que se iba derritiendo en el transcurso de la velada y caía en cascada sobre la peluca, dejando un rastro aromático. Según cuenta Fletcher, normalmente las pelucas de las mujeres eran menos sofistsicadas que las de los hombres, lo que podría haberles dado una apariencia más natural. Aunque siempre hay excepciones, como en el caso de una momia femenina descubierta por el famoso egiptólogo Zahi Hawass en el Valle de las Momias Doradas, situado en el oasis de Bahariya. Esta mujer llevaba una máscara en la cabeza y un complejo peinado en la parte posterior dispuesto en forma de pastel redondo.

Una pareja asiste a un banquete. Sobre sus pelucas portan conos de perfume. Tumba de Nebamun e Ipuky.
Foto: Cordon Press
El volumen del cabello era para las mujeres de entonces, como para las actuales, un gran motivo de preocupación. La mayoría de egipcias usaba extensiones de cabello con el objetivo de "rellenar" los huecos dejados en el cuero cabelludo por la caída del cabello, para disimular un pelo frágil y quebradizo, o simplemente para lograr que las trenzas naturales parecieran más exuberantes. Las pelucas y extensiones, que se confeccionaban en talleres especializados, casi siempre estaban hechas con cabello humano, que normalmente se compraba, y para su elaboración se empleaba una gran variedad de herramientas como horquillas, peines y útiles de bronce que servían para ondular y recortar el cabello. También se utilizaban tejidos y nudos que se aseguraban sobre el cabello auténtico (o, en su defecto, sobre el cuero cabelludo) con cera de abejas y resina que se calentaban al punto de ebullición y se endurecían al enfriarse (Fletcher explica el caso de un hombre enterrado cerca de Asyut, en el Alto Egipto, que había usado hilo para sujetar mechones de cabello humano al suyo).

Recreación moderna de una peluca larga egipcia con ornamentos tubulares. Reino Medio.
Foto: Cordon Press
La mayoría de egipcias usaba extensiones de cabello con el objetivo de "rellenar" los huecos dejados en el cuero cabelludo por la caída del cabello, para disimular un pelo frágil y quebradizo, o simplemente para lograr que las trenzas naturales parecieran más exuberantes.
Los antiguos egipcios adoraban las trenzas, y tal vez por eso una de las formas preferidas para las extensiones fueron las de cabello trenzado. Algunas presentaban unos diseños muy intrincados para otorgar más longitud y estilo. Por ejemplo, el cabello castaño ondulado de la princesa Meryt-Amón se había rellenado alrededor de la coronilla y las sienes con abundantes trenzas. También fue enterrada, como muchas mujeres de clase alta, con un duplicado de trenzas por si fuera necesario. En cuanto al relleno interno de las pelucas, a menudo estaba hecho con fibra de palmera datilera, lo que les proporcionaba un mayor volumen (esto se puede apreciar aún en las "pelucas ceremoniales", como las descubiertas en Deir el-Bahari, pertenecientes a sacerdotes de la dinastía XXI).
Elementos de lujo
Como nosotros, y a pesar de llevar peluca, los antiguos egipcios también querían disimular las canas en su cabello natural, y para lograrlo usaban normalmente el tinte. El producto empleado para teñir los cabellos era la henna vegetal o alheña (un producto que aún se utiliza para el mismo fin), que daba al pelo un tono rojizo. A veces, el cabello se teñía después de la muerte. Se han localizado momias en las que la henna tiñó el cabello castaño oscuro natural de un color castaño rojizo, mientras que los cabellos blancos se tornaron de un naranja brillante al no tener pigmentos.

La dama Merit, esposa de Maya, alto funcionario en la corte de Tutankhamón y Horemheb, tocada con una larga peluca. Estatua de piedra caliza procedente de Saqqara.
Foto: Cordon Press

Cabeza en cuarcita de un joven Amenhotep III llevando una peluca corta.
Foto: Cordon Press
El producto empleado para teñir los cabellos era la henna vegetal o alheña (un producto que aún se utiliza para el mismo fin), que daba al pelo un tono rojizo.
Según Joann Fletcher, de las numerosas pelucas que se han localizado en el antiguo Egipto, un excelente ejemplo es la encontrada dentro de una caja en una tumba masculina de Deir el-Medina, el poblado donde vivieron los constructores de las tumbas reales durante el Reino Nuevo, compuesta totalmente de cabello humano, con rizos de color marrón claro sobre una sección inferior de varios cientos de trenzas de color marrón oscuro. Por otra parte, el ejemplo mejor conservado de peluca de estilo largo se localizó también en Deir el-Medina, en la tumba del arquitecto Kha y su esposa Merit. La peluca, perteneciente a Merit, se halló dentro de una alta caja de madera que servía para ese fin. Junto con esta peluca, compuesta por numerosas trenzas rizadas de cabello castaño oscuro, también se había enterrado una pequeña caja de extensiones de cabello trenzado. Hatnefer, madre de Senenmut, arquitecto de la reina Hatshepsut, también usó trenzas similares, cuyos cortos rizos grises se habían extendido uniendo trenzas de cabello castaño oscuro. Dispuestos en dos masas gruesas a cada lado de su cabeza, los extremos de estas trenzas se habían colocado en secciones redondeadas para crear un estilo rizado y abultado que se asociaba con Hathor, la diosa de la belleza, lo que demuestra que los antiguos egipcios consideraron su propio cabello como una forma más de arte, al cual destinaron, como no podía ser de otro modo, grandes dosis de esfuerzo y habilidad.