El ocaso de la era de los héroes

El papel del cambio climático y la sequía en el final de Micenas

En el siglo XII a.C. la civilización micénica se derrumbó en pocas décadas. Los motivos siguen siendo objeto de un debate aunque parece que el cambio climático contribuyó decisivamente.

Círculo A de tumbas de Micenas, a los pies del palacio de este enclave.

Círculo A de tumbas de Micenas, a los pies del palacio de este enclave.

Foto: Reinhard Schmid / Fototeca 9x12

Hablar de la Grecia micénica es hablar del mundo de los héroes legendarios como Aquiles y Ulises, y de mitos como el de la guerra de Troya. Pero más allá de las leyendas, existió ciertamente una civilización que prosperó a lo largo de cuatro siglos, construyendo grandes ciudades como Micenas, Esparta o Argos. Hasta que en el siglo XII a.C. algo extraño sucedió: en el curso de pocas décadas, todos los grandes centros urbanos fueron abandonados o destruidos, dejando paso a una sociedad rural que imperó hasta el nacimiento de las polis clásicas, muchas de ellas renacidas sobre las ruinas de las antiguas ciudades micénicas.

La civilización micénica no fue la única en caer: en el mismo periodo, el imperio hitita y la Babilonia casita también desaparecieron, mientras que Egipto y Asiria lograron sobrevivir a duras penas al ataque de los misteriosos Pueblos del Mar. Esta crisis generalizada y simultánea de varias civilizaciones en apariencia florecientes es uno de los grandes misterios de la arqueología del mundo antiguo y ha generado numerosas hipótesis, ninguna de las cuales ha sido demostrada con absoluta certeza, pero que probablemente estén interconectadas.

La Puerta de los Leones, en Micenas

La Puerta de los Leones, en Micenas

Micenas, la ciudad del mítico rey Agamenón, fue una de las más potentes y la que da nombre a la civilización micénica.

Foto: Andreas Trepte (CC)

La naturaleza contra la civilización

Según los estudios científicos, en la raíz de todo estuvo probablemente un cambio climático repentino causado por la erupción del volcán Heklaen Islandia, en algún momento del siglo XII a.C. Este episodio, conocido como Hekla 3, habría sido tan devastador como la famosa erupción del Vesubio en el año 79 d.C. y habría esparcido una nube de cenizas por toda Europa, el norte de África y el Levante mediterráneo. La consecuencia fueron años de sequías y bajas temperaturas y, en consecuencia, de malas cosechas, como atestiguan los registros egipcios de la dinastía XX.

En Grecia, debido a su geografía montañosa, la agricultura debió de verse afectada de modo especialmente grave por ese cambio repentino. Los centros urbanos, que dependían de la importación de alimentos desde el campo, se habrían visto repentinamente desabastecidos y su población habría tenido que abandonarlas. La llamada Edad Oscura que siguió a esta crisis y que se extendió hasta el siglo VIII a.C. pone de relieve dos hechos: por una parte, una economía de base insuficiente para mantener una sociedad compleja y especializada; y por otra, la ausencia de un poder político y militar lo bastante fuerte como para organizar dicha sociedad.

Es probable que la escasez de alimentos desencadenara revueltas sociales en las ciudades, ya que sus ruinas presentan evidencias de destrucción e incendios. Durante mucho tiempo esta destrucción fue atribuida a una supuesta invasión de pueblos dorios, uno de los varios grupos que habitaban la Hélade, que habrían causado la caída de la civilización micénica. Aunque esta hipótesis no ha sido demostrada ni refutada de forma contundente, es posible que efectivamente se produjeran asaltos a las ciudades e incluso que ambos hechos estén relacionados; es decir, que el debilitamiento de los centros de poder y las rebeliones internas impidieran a las élites resistir a los ataques externos.

Un mundo fragmentado

Además del retorno a una sociedad rural, el final de la Edad del Bronce en Grecia se caracterizó por una brusca ruptura de las relaciones políticas y comerciales. A nivel político, el mundo micénico constaba de múltiples centros urbanos palaciegos que controlaban un área rural a su alrededor. Estos centros de poder eran independientes entre sí y se relacionaban a través de un sistema de hospitalidad entre los diversos reyes o wanax, consistente en visitas regulares e intercambio de regalos.

Para saber más

Máscara de Agamenón

Un rostro imperecedero

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Dichos reyes eran prácticamente el único vínculo entre territorios que, debido a la geografía y a los peligros del viaje, permanecían aislados para la mayoría de la población. Al caer los centros palaciegos, se desvaneció el poder militar que podía garantizar la seguridad para viajar y comerciar; algo que no se restableció hasta el desarrollo de las polis durante el siglo VIII a.C., marcando el final de la Edad Oscura.

Es probable que a la caída del poder palaciego contribuyeran, además de las carestías y rebeliones, los conflictos externos. Además de la hipotética invasión dórica y los ataques de los Pueblos del Mar, existe la posibilidad de que conflictos a mayor escala hubieran requerido la ausencia de los reyes durante periodos prolongados, debilitando su influencia en las ciudades micénicas y facilitando golpes de Estado: a pesar de ser un mito, el ciclo troyano podría estar inspirado en el recuerdo de estos sucesos.

Vaso del siglo VII a.C. procedente de Mikonos

Vaso del siglo VII a.C. procedente de Mikonos

El vaso recrea el episodio más famoso de la mítica guerra, la entrada de los guerreros aqueos a Troya dentro del caballo de madera.

Foto: White Images / Scala, Firenze

El final de una era

Al hablar del final del mundo micénico generalmente no se usa el término destrucción, sino más bien caída, derrumbe o colapso, puesto que reflejan mejor la realidad de la situación: es un sistema que cae no tanto por un ataque externo –aunque este podría haber contribuido decisivamente– sino porque ya no es capaz de mantenerse, y que no es sustituido por otro sino que deja un vacío en su lugar. Este vacío se evidencia en la ausencia de construcciones monumentales y fuentes documentales oficiales; además de una gran variedad en el arte y la artesanía de la Edad Oscura, que refleja el desarrollo de culturas aisladas entre sí.

Ciertamente la vida continuó durante los más de cuatro siglos que duró la Edad Oscura, pero resulta muy difícil saber cómo. Lo único cierto es que las polis optaron por un modelo totalmente distinto, basado en un poder compartido entre la ciudadanía o, mejor dicho, la parte privilegiada de la ciudadanía. La época de los reyes y los héroes quedaba ahora como un recuerdo que, no obstante, viviría para siempre en la literatura.

Para saber más

En su óleo 'Ulises y las sirenas', de 1891, J. W. Waterhouse recreó este episodio de la 'Odisea'. Galería Nacional de Victoria, Melbourne.

El Ulises histórico

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