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Varios fueron los exploradores españoles que en los siglos XVI y XVII murieron extraviados en la selva amazónica, atraídos por el mito de El Dorado, una ciudad cubierta de oro perdida en Sudamérica. Esta leyenda probablemente se basa en la ceremonia del indio dorado, que tuvo lugar en la laguna de Guatavita, de forma circular y situada a gran altitud, al noreste de Bogotá, en la Cordillera Oriental de los Andes, en Colombia. El líder recién electo de los muiscas, un pueblo indígena prehispánico, penetraba en el interior del lago cubierto de oro en polvo y rodeado de montones de ese metal y de otras piedras preciosas, y todo iba a parar al fondo de la laguna a modo de ofrendas que entregaba a su dios. La espléndida exposición Más allá de El Dorado: poder y oro en la antigua Colombia, del 17 de octubre de 2013 al 23 de marzo de 2014, reúne en el Museo Británico de Londres algunos de los suntuosos objetos descubiertos en el lago a comienzos del siglo XX, que incluyen cerámica y collares de pedrería.
Hombres que se transforman en murciélagos
La muestra atesora 300 objetos procedentes del Museo del Oro de Bogotá -una de las mejores y más grandes colecciones de oro prehispánico en el mundo- y de las colecciones del Museo Británico. Estas exquisitas piezas acercan al visitante a un prolongado período aún por descubrir, desde el año 1600 a.C. hasta el 1700 d.C., en el que florecieron las culturas muisca, quimbaya, calima, tairona, tolima y zenú. Las piezas expuestas reflejan la vida espiritual de estas culturas, por ejemplo el contacto con espíritus animales a través del uso de objetos de oro, de la música, del baile, de la luz del sol y de sustancias alucinógenas. La iconografía animal se puede reconocer en distintas obras de arte que, entre otras cosas, representan los pectorales de las aves, las garras de un felino e incluso hombres transformándose en espectaculares murciélagos. La muestra explora, por otro lado, las sofisticadas técnicas de orfebrería, incluido el uso de la tumbaga, una aleación de oro y cobre que fabricaban los indígenas de América. También se exhiben los extraordinarios pororos, recipientes ceremoniales que contenían polvo de cal y hojas de coca, y otros objetos como el textil pintado de los muiscas.