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El 29 de octubre de 1969, Leonard Kleinrock y su estudiante Charles Kline, de la Universidad de California (UCLA) consiguieron enviar el primer mensaje cifrado de la historia entre dos ordenadores. Uno de ellos estaba localizado en las instalaciones de la UCLA en Los Ángeles; el otro, en la Universidad Stanford, en San Francisco. Los separaban unos 500 kilómetros de distancia.
Para ello utilizaron ARPANET, "Advanced Research Projects Agency Network", una red creada por el departamento de Defensa de Estados Unidos con el fin de establecer un sistema de comunicación seguro entre instituciones estatales y académicas. Se desarrollaba por aquellos tiempos la Guerra Fría en todo su esplendor y los mandatarios del país querían asegurarse de crear una maraña de nodos descentralizados capaces de transportar la información de manera segura.
La primera Internet de la Historia
La primera red de la historia era, sin embargo, rudimentaria. Una máquina Sigma 7 de 32 bits y una SDS 940, una computadora dotada de un sistema operativo (el primero de la historia). Se conectaron a través de dos enormes conmutadores de paquetes IMP (Interface Message Processor), que establecieron contacto a través de la línea telefónica de AT&T (American Telephone and Telegraph).
Las conexiones eran muy inestables y el mensaje se cortó antes de tiempo: solo se enviaron las dos primeras letras de la palabra "LOGIN"
El intento no acabó de funcionar del todo: las conexiones eran muy inestables, con lo que se cortó antes de llegar a la mitad. Solo se enviaron las dos primeras letras de la palabra "LOGIN" : "Lo". Este intento fallido acabó derivando en la expresión 'Lo and behold', cuyo significado vendría a ser "oh!, milagro", con el que se inició una revolución que marcaría el inicio de una nueva era. El mensaje completo pudo enviarse más tarde, en lo que se convirtió en la primera prueba con éxito de lo que acabaría derivando en lo que todos conocemos como 'Internet', una red de la que hoy no podemos prescindir. De aquél momento cumbre, que pasó sin pena ni gloria, Unicamente trascendió una escueta frase anota a bolígrafo en el diario de trabajo de Kleinrock "22.30 h. Hablado con Stanford. De servidor a servidor".