La misteriosa Llanura de las Jarras, que se extiende en el norte de Laos, en el Sudeste Asiático, es un paisaje salpicado de enormes jarras que se tallaron en piedra arenisca hace miles de años. Cuentan las leyendas locales que el rey de una raza de gigantes, el gran guerrero Khun Cheung, ganó una importante batalla en singular combate, y para conmemorarlo ordenó fabricar miles de enormes tinajas de piedra para guardar en ellas ingentes cantidades de lao lao, un licor de arroz típico de Laos. Serviría para invitar a beber a sus vasallos en infinitos banquetes...
Un nuevo estudio ha revelado que la Llanura de las Jarras muy probablemente se usó como lugar de enterramiento durante mucho más tiempo de lo que los investigadores sospechaban.
El lugar, en realidad un enorme cementerio, fue descubierto para Occidente por la arqueóloga francesa Madeleine Colani en 1930, que halló restos humanos en algunas de estas jarras. Ahora, un nuevo estudio ha revelado que este enigmático emplazamiento muy probablemente se usó como lugar de enterramiento durante mucho más tiempo del que los investigadores sospechaban, quizás hasta 2.000 años, según los resultados de la investigación llevada a cabo por los arqueólogos Louise Shewan, de la Universidad de Melbourne, en Australia; Dougald O'Reilly, de la Universidad Nacional Australiana, y Thonglith Luangkoth, del Departamento de Patrimonio de Laos en Vientiane, la capital del país, publicados en la revista PLOS One.

Mapa de Laos que muestra la provincia de Xieng Khouang, los sitios excavados y la cantera (Sitio 21).
2021 Shewan et al.
Jarras de piedra y vasijas cerámicas
Estos enormes recipientes, que probablemente se usaron para exponer a los muertos hasta que solo quedaran sus huesos (que serían posteriormente enterrados), pueden tener más de 3.000 años de antigüedad según las nuevas pruebas aportadas. Pero la investigación también sugiere que la mayoría de restos humanos enterrados en el suelo junto a las antiguas vasijas fueron depositados allí hace entre 700 y 1.200 años. "Lo que se desprende de ello es el significado ritual perdurable de estos sitios. Fueron importantes durante mucho tiempo", afirma Shewan, que junto con su colega O'Reilly lleva estudiando estos yacimientos desde 2016.

Jarra de cerámica debajo de una roca arenisca rica en cuarzo en el Sitio 1.
Foto: 2021 Shewan et al.
La investigación sugiere que la mayoría de restos humanos enterrados en el suelo junto a las antiguas vasijas fueron depositados allí hace entre 700 y 1.200 años.
El año pasado fue su cuarta expedición anual a la Llanura, pero la campaña tuvo que ser suspendida a causa de la pandemia. Hasta ahora, el equipo arqueológico ha estudiado cuidadosamente tres de los innumerables "yacimientos de jarras" megalíticas que abarcan el norte de Laos. Para su nuevo estudio, los investigadores se centraron en el más famoso de todos, el conocido como Sitio 1, que se encuentra al oeste de Phonsavan, y es uno de los once que figuran en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. El emplazamiento contiene alrededor de 400 tinajas de piedra esparcidas en más de 24 hectáreas.

Recipientes de piedra en el conocido como Sitio 2.
Foto: 2021 Shewan et al.
Pero las tinajas de piedra son difíciles de datar con precisión y los arqueólogos actuales no han encontrado huesos o dientes humanos susceptibles de ser datados en ninguno de ellos. Sin embargo, sí se han hallado evidencias de tres tipos diferentes de enterramientos en el lugar: entierros primarios, en los que se colocaba un esqueleto humano completo dentro de una jarra de piedra; entierros secundarios, en los que se enterraban diversos huesos también en los recipientes de piedra, y entierros en pequeñas vasijas de cerámica que luego fueron marcadas por cantos rodados de cuarzo distintivos en la superficie y enterradas en el suelo. Las pequeñas vasijas de cerámica enterradas son bastante diferentes de las enormes jarras de piedra que están sobre la superficie; la datación por radiocarbono de los restos humanos descubiertos en las vasijas de cerámica y otros entierros sugiere que la mayoría de ellos datan entre los siglos IX y XIII (hace entre 700 y 1.200 años), lo que los haría mucho más modernos que las propias vasijas de piedra.

Entierro primario en el Sitio 1.
Foto: 2021 Shewan et al.
Modernas técnicas de análisis
El equipo dirigido por Shewan y O'Reilly usó una técnica llamada luminiscencia ópticamente estimulada (OSL) para analizar los sedimentos y la suciedad recuperada debajo de algunos de los recipientes de piedra en el Sitio 2, unos kilómetros al sur del Sitio 1, y así lograr saber cuándo fueron colocados allí. Esta técnica mide la cantidad de radiación ionizante absorbida por los granos de cuarzo que hay en el interior de los sedimentos, un número que puede usarse para calcular cuándo estos granos estuvieron expuestos por última vez a la luz del día. "Directamente debajo de un recipiente teníamos un rango de fechas de 1350 a 730 a.C., y debajo de otro teníamos 860 a 350 a.C. Creo que vamos a encontrar un rango más amplio de fechas a medida que continuemos con el análisis", asegura Shewan. "Estas fechas corroboran que las vasijas de piedra son mucho más antiguas que la mayoría de los enterramientos que hay en el suelo, a su alrededor, aunque se necesitarán más investigaciones para correlacionar las edades de los recipientes con los enterramientos", comenta asimismo O'Reilly.

Imagen del conocido como Sitio 52, donde se ven los recipientes de piedra entre la selva.
Foto: 2021 Shewan et al.
Directamente debajo de un recipiente teníamos un rango de fechas de 1350 a 730 a.C., y debajo de otro teníamos 860 a 350 a.C. Creo que vamos a encontrar un rango más amplio de fechas a medida que continuemos con el análisis, asegura Shewan.
Los arqueólogos aún no pueden confirmar si diferentes pueblos usaron las llanuras de jarras para llevar a cabo prácticas funerarias en distintos momentos históricos, o si los descendientes de los fabricantes de jarras originales reutilizaron los lugares antiguos para nuevos enterramientos. "Si estaban relacionados culturalmente con las personas que elaboraron las vasijas es una cuestión que aún no podemos definir", explica Shewan.

Recipientes megalíticos en el conocido como Sitio 2.
Foto: 2021 Shewan et al.
Para su última expedición a la Llanura de las Jarras, el equipo arqueológico también examinó las proporciones de isótopos de plomo y uranio dentro de los cristales de circonio del interior de la roca que compone las jarras; estos isótopos, formas del mismo elemento con un número diferente de neutrones en el núcleo, pueden proporcionar una "firma química" de su origen. Los investigadores también determinaron que una de las jarras de piedra del Sitio 1 había sido traída de una cantera de arenisca situada a 8 kilómetros de distancia. ¿Cómo la trasladaron? "Sigue siendo motivo de especulación si los recipientes terminados fueron arrastrados sobre algún tipo de rodillos de madera o sobre un trineo", concluyen los investigadores en su estudio.
Sea como fuere parece que queda mucho trabajo arqueológico por realizar en la zona para desentrañar los misterios que esconde este curioso lugar.