Inspiración artística

Musas, mecenas y amigas: las mujeres de la vida de Beethoven

La vida y obra de Beethoven está marcada por los personajes femeninos que, de un modo u otro, influyeron en su carrera. Mientras que algunas célebres damas recibieron dedicatorias por su apoyo económico como mecenas, Beethoven también reservó un sitio especial en sus obras para sus amigas más cercanas y las musas que le inspiraron, que pasarían a la posteridad de la mano del genio de Bonn.

La visión de Beethoven (Rudolf Hausleithner, 1882).

La visión de Beethoven (Rudolf Hausleithner, 1882).

Foto: CC

En el año 2006, los espectadores que acudieron a las salas de cine de medio mundo pudieron disfrutar de la película Copying Beethoven de Agnieszka Holland, cuyo argumento narra la hipotética colaboración de la copista Anna Holtz con el compositor de Bonn.

A pesar de que el personaje femenino fue ficticio y, al parecer, Beethoven nunca contó con la colaboración profesional de una mujer para esas tareas, lo cierto es que el músico alemán se vio rodeado a lo largo de su existencia de numerosas y célebres féminas. Nos acercamos a la figura de algunas de las mujeres que marcaron la vida del genio musical.

El mito de Beethoven y la amada inmortal

Ludwig van Beethoven (1770-1827) no solo fue uno de los grandes compositores de la historia de la música, también fue autor de un elevado número de melodías identificables para el gran público. Estas incluyen desde la sencilla bagatela para piano Para Elisa al célebre coro del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía.

Beethoven en primer plano, dirigiendo una de sus obras.

Beethoven en primer plano, dirigiendo una de sus obras.

Foto: Lebrecht/Cordon Press

Asimismo, desde la perspectiva personal, el músico es también uno de los artistas más conocidos de acuerdo con la popularización de ciertos tópicos sobre su carácter arisco, tosco y malhumorado, rasgos popularmente atribuidos a aquellos seres tocados por los dioses –patentes también en artistas de otras disciplinas, como Miguel Ángel Buonarroti o Francisco de Goya, entre otros–, a cuya imagen han contribuido, sin duda, las narraciones y películas que recrean su figura.

Una vida dura, un halo de misterio

Seguramente, en la formación de la personalidad de Beethoven resultaron fundamentales sus complejas circunstancias vitales: sufrió una infancia difícil tras quedar huérfano de madre en su juventud, su padre mantuvo una relación tormentosa con la bebida, el afecto hacia Ludwig escaseaba en su familia y tampoco encontró mucha suerte en el amor.

Sobre la relación de Beethoven con las mujeres existen pocas certezas. Lo que sí se sabe es que nunca llegó a contraer matrimonio y que su vida amorosa ha estado rodeada de un halo de misterio, fomentado por el mito de la amada inmortal.

Josephine Brunsvik, a quien buena parte de los investigadores considera la amada inmortal de Beethoven.

Josephine Brunsvik, a quien buena parte de los investigadores considera la amada inmortal de Beethoven.

Foto: CC

Tras su fallecimiento en 1827, junto al Testamento de Heiligenstadt y otros enseres, fue localizada una carta dirigida a una fémina anónima, referida como la “amada inmortal”. Esta destinataria desconocida, a la que el músico profesaba sus más profundos y apasionados sentimientos en el documento podría ser, según la mayor parte de las investigaciones, la condesa Josephine Brunsvik, quien comenzó siendo su estudiante y posteriormente se convirtió en una buena amiga.

Más allá de este mito, Beethoven estuvo rodeado de numerosas mujeres, algunas de ellas alumnas y, sobre todo, selectas mecenas que disfrutaron junto al músico de agradables veladas y que recibieron, a modo de obsequio, la dedicatoria de algunas de sus obras.

Las mecenas de Beethoven

Una aproximación al legado del genio alemán permite constatar que muchas de sus obras, una vez impresas, fueron dedicadas a mujeres. Al fijar la mirada en las composiciones dedicadas a estas féminas se puede comprobar que las destinatarias pertenecieron a la corte o la aristocracia, siendo la mayor parte de ellas mecenas del compositor.

En las obras de Beethoven dedicadas a mujeres, en primer lugar, observamos la ausencia de sinfonías, el género que gozaba de mayor prestigio en la época. Por el contrario, existe un evidente protagonismo de la música pianística en sus dedicatorias femeninas.

En el fondo, este hecho tiene que ver con el lugar de la mujer en la disciplina musical en el siglo XVIII en torno a los entretenimientos de salón. La vinculación al arte musical solía producirse en el hogar, donde, de la misma forma que la costura o la lectura, el canto y la interpretación amateur del piano formaba parte de las rutinas domésticas.

María y Catherine, hijas de Edward Thurlow, primer barón Thurlow (George Romney, 1783).

María y Catherine, hijas de Edward Thurlow, primer barón Thurlow (George Romney, 1783).

Foto: CC

A modo de ejemplo, algunos vestigios pianísticos con los que Beethoven honró a mujeres son las Sonatas Op. 14, que cuentan con la dedicatoria a la baronesa Josephine von Braun –quien contribuyó en la materialización del estreno deFidelio, única ópera del compositor–, o la Sonata Op. 101, que es un agasajo para la baronesa Dorothea von Ertmann, pianista profesional.

No obstante, probablemente la composición con dedicataria femenina más conocida para el gran público sea la Sonata Op. 27 nº 2, popularizada como Claro de Luna tras el fallecimiento del compositor, dedicada a la condesa Giulietta Guicciardi, que también fue su alumna y por la que al parecer el compositor albergó sentimientos amorosos.

Música de cámara y conciertos

Algunas mujeres también recibieron a modo de agasajo la dedicatoria de música de cámara, que tanto éxito tuvo en los salones aristocráticos, a través de géneros vocales y también instrumentales. La princesa Caroline Kinsky, dotada cantante, es la destinataria de los Lieder Op. 75 y Op. 83 y la anteriormente mencionada condesa Josephine Brunsvik lo es del Op. 32, mientras que la condesa Anna Maria Erdödy fue agasajada con cuatro obras instrumentales (Op. 70 nº 1 y nº 2 y Sonatas para piano y chelo Op. 102 nº 1 y nº2).

Beethoven también quiso agradecer y complacer a algunas de sus más queridas amigas y mecenas con otras obras de mayores dimensiones, como el Concierto para piano y orquesta Op. 15 nº 1, dedicado a la princesa Anna Louise Barbara Odescalchi, a quien todos llamaban Babette y a quien Beethoven conoció como alumna con su apellido de soltera: Keglevics. Además de este concierto, Beethoven también dedicó a Babette la Sonata para piano Op. 7 y las 6 Variaciones para piano Op. 34.

El legado

El 16 de diciembre de 1770 nació un genio que permanece inmortal gracias a su imponente legado musical. Si lo que conforma la personalidad de todo individuo son sus experiencias vitales, su trabajo y su entorno, en el caso de Beethoven dicho entorno estuvo compuesto por mujeres excepcionales que, seguramente, también tuvieron algo que ver –como musas, como mecenas y como amigas– en esa gran labor. Ellas fueron merecedoras de obtener la dedicatoria de obras geniales que han permitido que sus figuras pasen a la posteridad de la mano de Beethoven.

Para saber más

Tarjeta conmemorativa del centenario de Goya y Beethoven, con los rostros de ambos creadores, obra de Ramón Acín, 1928.

La llegada de la obra de Beethoven a España

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*Virginia Sánchez Rodríguez es Doctora en Musicología por la Universidad de Salamanca y Profesora Ayudante Doctora del área de música de la Universidad de Castilla-La Mancha. Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.