Àlex Sala
Periodista especializado en Arte e Historia del Arte
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Tutankamón era un faraón de salud quebradiza, cojo y que murió apenas superada la adolescencia. Hace 100 años que Howard Carter descubrió su tumba y más de 95 que se sacó la momia de los ataúdes que la contenían, pero las causas de la muerte del faraón siguen sin estar del todo claras. Durante el último siglo se han realizado múltiples pruebas al cadáver, desde autopsias hasta TAC de última generación, para averiguar el motivo de su fallecimiento. Ninguna ha sido satisfactoria al cien por cien. Todos los investigadores que han escudriñado los restos del monarca conservados durante tres milenios han propuesto sus hipótesis, teorías que van desde una hemorragia provocada por un fuerte golpe en la cabeza, el asesinato, una enfermedad como la malaria o un accidente de carro. Unas pruebas realizadas en 2013 revelaron que podría haber sido atropellado por su propio carro, lo que le habría provocado múltiples fracturas de las que no se habría podido recuperar, y que su momia habría sufrido una combustión espontánea.
Los análisis de la momia de la momia de Tutankamón se iniciaron casi al mismo tiempo que el descubrimiento del cadáver. La primera autopsia comenzó al abrir la tapa del tercer y último ataúd antropomorfo que custodiaba los restos del faraón en noviembre de 1923 y estuvo dirigida por el profesor de Anatomía de la Universidad del Cairo Douglas Derry. Pero todo el proceso para desvendar la momia y separarla del féretro y de la máscara de oro a los que había quedado pegada a causa de las resinas con las que se embadurnó originalmente, provocó grandes daños al cadáver, que acabó siendo literalmente descuartizado y recompuesto una vez fuera de su ataúd.
Un fuerte golpe... O un asesinato
En 1968 se procedió a radiografiar la momia del faraón y se descubrió la chapucera intervención sobre el cuerpo realizada en 1923 y puso de manifiesto que faltaba el esternón y la caja torácica del faraón, lo que fue atribuido al poco cuidadoso proceso de momificación. Diez años más tarde, en 1978, otro análisis radiográfico descubrió una esquirla de hueso dentro del cráneo de Tutankamón. Este dato hizo suponer a algunos egiptólogos que la causa de la muerte del faraón habría sido el traumatismo causado por una aparatosa o un golpe muy fuerte. Otros fueron más lejos especulando que ese golpe habría sido propinado apropósito, por una mano asesina desconocida.

Howard Carter, el doctor Douglas Derry y un grupo de oficiales egipcios posan ante la momia de Tutankamón, lista para su estudio.
Foto: Mary Evans P.L. / Cordon Press
En 2005, el famoso egiptólogo Zahi Hawass, decidió someter a la momia de Tutankamón a una tomografía computarizada (TAC), que demostró que la esquirla hallada en 1978 se debe en realidad a la deficiente manipulación del cuerpo del soberano una vez momificado hace tres milenios. Esta prueba, pero, descubrió una fisura en la parte inferior del fémur izquierdo que algunos especialistas interpretaron que se produjo a causa de un aparatoso accidente, tal vez con su carro, y que habría provocado la muerte del monarca al causarle una infección y una sepsis.
La malaria
El mismo Hawass promovió la siguiente exploración de la momia de Tutankamón, y hasta el momento la última practicada al cuerpo tres años después. Esta vez con la ayuda de un equipo de científicos alemán que descubrió, entre otras afecciones del faraón, que tenía anticuerpos de la malaria, enfermedad muy común en Egipto y que unida a la evidencia del debilitado sistema inmune de Tutankamón, hizo que se apuntara a esta enfermedad, que aún hoy causa millones de fallecimientos en todo el mundo, como causa de la muerte del soberano.

La momia de Tutankamón a punto de ser sometida a una tomografía computarizada en 2005.
Foto. AP
Igual que con todas las otras hipótesis planteadas, otros científicos creen que no fue así, y que la presencia de rastros de este germen se debe a que el rey sobrevivió a la enfermedad y quedó inmunizado ante ella. El poropio Zawass se inclina por la hipótesis del accidente de carro. Según este egiptólogo, las heridas que habría provocado una colisión así en la pierna serían muy graves más teniendo en cuenta la delicada salud de Tutankamón. esta teoría habría sido reforzada y ampliada por el último estudio al que fue sometido el cadáver del faraón, aunque esta vez sin necesidad de profanar su descanso.
¿Un desgraciado accidente?
Con toda la información recopilada hasta el momento, el egiptólogo Chris Naunton, director de la Egypt Exploration Society (EES), y un equipo formado por diferentes científicos y especialistas realizó una "autopsia virtual a la momia, a través de los miles de radiografías y documentos generados por el estudio del faraón. Nauton concluyó que la prematura muerte del faraón Tutankamón pudo haberse producido por un accidente de carro y, por otro lado, desveló que hay razones de peso para creer que su cuerpo sufrió una combustión espontánea en el interior del ataúd poco después de su muerte y tras un proceso de embalsamamiento que resultó una chapuza.
El cuerpo momificado del faraón presenta importantes lesiones en la parte inferior izquierda y los análisis químicos han demostrado que la momia sufrió una combustión espontánea.
El cuerpo momificado del faraón presenta importantes lesiones en la parte inferior izquierda, además de costillas rotas y la pelvis destrozada. Los investigadores, tras realizar una autopsia virtual del cadáver, consideran que el faraón pudo haber sido arrollado por un carro de combate, pues las lesiones son similares a las que puede sufrir una persona en un accidente de circulación. Un proceso de embalsamamiento chapucero pudo dañar el corazón del difunto, de ahí que no se haya conservado este órgano, un hecho inusual en la momificación del Antiguo Egipto. Los análisis químicos han demostrado que la momia sufrió una combustión espontánea mientras yacía en el interior del ataúd, provocada por una reacción química de los aceites de embalsamamiento.
Chris Naunton examinó con detalle miles de notas pertenecientes a los archivos de excavación de Howard Carter, a quien considera que sigue "sin ser ser debidamente valorado como arqueólogo, sus logros han sido ensombrecidos por el esplendor del tesoro de Tutankamón. Sus registros de la excavación y del material, realizados bajo presión, fueron increíblemente buenos y sus notas están llenas de observaciones y sugerencias intrigantes, muchas de las cuales no han sido tenidas en cuenta".