Àlex Sala
Periodista especializado en Arte e Historia del Arte
Actualizado a
· Lectura:
Los moai han sido siempre un motivo de asombro y de intriga desde que el primer europeo llegó a rapa Nui el domingo de Pascua de 1722. Ya a finales del siglo XIX, cuando Pierre Loti llegó a la isla encontró un lugar inhóspito, apenas habitado por "unas docenas de salvajes". Lo que más llamó la atención a este viajero francés fueron las "cabezas colosales que salen de tierra repartidas por toda la costa". Los moai eran el testimonio mudo de una civilización perdida, pero que había dejado prueba de su existencia en esas rocas que "miran hacia nosotros como para saber quién llega".
Todavía hoy estas estatuas de piedra de tamaño imponente y expresión hierática son un misterio indescifrable para quien las observa. En palabras de Loti "no tienen ojos, y sin embargo dan la impresión de mirar y pensar".