Magnicidio en Italia

El misterioso asesinato del líder político italiano Aldo Moro

El secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana, constituye uno de los episodios más intrigantes y dramáticos de la historia moderna de Italia, un acontecimiento que aún suscita especulaciones y sospechas sobre su autoría.

El exterior de la Basilica de San Lorenzo durante el funeral de Aldo Moro, secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas en Roma, el 18 de marzo de 1978.

El exterior de la Basilica de San Lorenzo durante el funeral de Aldo Moro, secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas en Roma, el 18 de marzo de 1978.

Foto: Cordon Press

El cadáver de Aldo Moro apareció el 9 de mayo de 1978 en el maletero de un Renault 4 de color rojo tras varias semanas de secuestro. La policía encontró el cuerpo del político encogido, tapado con una manta y con once balazos en el corazón. El lugar donde lo dejaron era una ubicación estratégicamente estudiada ya que se encontraba a 150 metros de la sede del Partido Comunista y a 200 de la sede de la Democracia Cristiana, el partido de Moro. A día de hoy aún existen muchas dudas y enigmas sobre el mayor magnicidio de la Italia moderna.

¿Quién fue?

Nueve de la mañana del 16 de marzo de 1978. Aquel era el día escogido para que se celebrara la investidura del cuarto gobierno de Giulio Andreotti, con el apoyo del Partido Comunista italiano. Cuatro miembros de las Brigadas Rojas, una organización terrorista revolucionaria, vestidos con uniformes de pilotos de Alitalia, tendieron una emboscada a la comitiva del presidente de la Democracia Cristiana Aldo Moro. Durante el tiroteo, los terroristas asesinaron a los cinco miembros de su escolta y secuestraron al líder político, conduciéndolo a un escondite en las afueras de Roma. La noticia conmocionó al país que, de forma espontánea, salió a la calle a manifestarse.

Durante el tiroteo, los terroristas asesinaron a los cinco miembros de su escolta y secuestraron a Aldo Moro, conduciéndolo a un escondite en las afueras de Roma.

El secuestro de Aldo Moro fue una operación "milimetrada" que aún presenta numerosos interrogantes. Durante el tiroteo, los terroristas abatieron a los cinco escoltas sin ocasionar ningún daño a Moro, aunque posteriormente, la autopsia revelaría una herida en una nalga que pudo haber sido provocada durante el secuestro. El ametrallamiento fue de tal precisión, que sorprende que lo pudieran haber llevado a cabo unos jóvenes sin formación militar alguna. Posteriormente, algunas fuentes desvelaron que 49 de los 91 disparos efectuados salieron de una misma arma y se sugirió que hubiera sido un miembro de la ndranghetta, la mafia calabresa, con conexiones con los servicios secretos. Un testigo afirmó haber oído gritar órdenes con acento extranjero, y otros testimonios declararon haber visto huir a dos hombres montados en una moto Honda.

¡No se negocia!

Hubo otros dos elementos levantaron suspicacias. Primero, se vio a un agente del servicio secreto en vía Fani, lugar del secuestro, quien, al ser descubierto, alegó que se dirigía a casa de un amigo y, segundo, debido a una caída repentina de las líneas telefónicas en la zona del tiroteo, el primer aviso a la policía no llegó hasta las 9:05 horas.

Durante esos casi dos meses, 55 días en concreto, se desató un intenso debate en la sociedad italiana sobre si se debía negociar con los terroristas o no. Durante el secuestro, el político italiano no estuvo privado de comunicarse con las altas esferas políticas del país. De hecho, el 30 de marzo sus captores permitieron que se hiciera pública una carta que Aldo Moro envió a Francesco Cossiga, en aquel momento ministro del Interior. En las misivas que Moro envió a sus compañeros de partido, éste les afeaba su negativa a negociar su liberación, postura "influenciada", según las notas de Moro, por "otras personas". Según el periodista catalán Enric Juliana: "El secuestro de Moro acabó siendo una tragedia griega, el ansia humana por sobrevivir contra la razón de Estado". Únicamente el Partido Socialista Italiano se pronunció a favor de explorar la vía de la negociación.

En las misivas que Aldo Moro envió a sus compañeros de partido, éste éste les afeaba su negativa a negociar su liberación.

El 25 de marzo se recibió un comunicado por parte de la banda terrorista en el que se anunciaba que "se buscarán las directas responsabilidades de Aldo Moro por las cuales, y con criterios de justicia proletaria, será juzgado". El término "juzgado" encendió las alarmas en todas las instituciones y agencias de seguridad. Se ha de recordar que Moro había sido presidente del Gobierno dos veces y ministro de Asuntos Exteriores, por lo que disponía de información confidencial y conocía secretos de Estado que podían implicar a los servicios secretos y gobiernos de otros países.

"Se buscarán las directas responsabilidades de Aldo Moro por las cuales, y con criterios de justicia proletaria, será juzgado", según un comunicado.

Fatal desenlace

El secuestro del líder de la Democracia Cristiana mantuvo en jaque a todas las potencias mundiales. En ese momento se estaba librando en Italia una partida que podía cambiar el rumbo de la política norteamericana en Europa, y podría acabar involucrando tanto a los servicios secretos estadounidenses como incluso al propio Vaticano. De hecho, todo lo que rodeaba al secuestro de Aldo Moro parecía turbio, por lo que desde un primer momento la opinión pública receló de los escasos esfuerzos del gobierno italiano para encontrar a los secuestradores y liberar al político.

Desde un primer momento la opinión pública receló de los escasos esfuerzos del gobierno italiano para encontrar a los secuestradores y liberar al político.

El 18 de abril, el caso dio un giro inesperado. Apareció un comunicado en el que se anunciaba que "el presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, ha sido ejecutado mediante suicidio". También se hacía saber que su cuerpo yacía en el lago Duchesse, cerca de la localidad de Cartore. Tras la conmoción inicial y dos días de búsqueda infructuosa, se recibió un nuevo comunicado de la banda, en el que negaban la autoría del mensaje anterior y lo atribuían a "los especialistas en guerra psicológica". Para demostrar la veracidad de sus afirmaciones, en el mismo comunicado se adjuntaba una fotografía del político sosteniendo el periódico La Repubblica del día anterior.

Apareció un comunicado en el que se anunciaba que "el presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, ha sido ejecutado mediante suicidio".

Durante el tiempo que permaneció secuestrado, Aldo Moro estuvo cautivo en una falsa habitación camuflada detrás de una librería de un piso de la vía Montalcini nº 8 de Roma y custodiado por el jefe del comando, Mario Moretti, y por Prospero Gallinari, Germano Maccari y Anna Laura Braghetti. El martes 9 de mayo de 1978, Franco Tritto, asistente de Aldo Moro, recibió una llamada en la que se informaba de que encontrarían el cuerpo del "Honorable", en vía Caetani. El cuerpo de Moro fue descubierto hacia las dos del mediodía en el maletero de un coche y acribillado. De esa cruel manera se ponía fin a un largo secuestro y se iniciaba un misterio que perdura hasta nuestros días.

Un misterio sin desvelar

Hasta no hace mucho, se pensó que Prospero Gallinari había sido el autor material del asesinato de Aldo Moro, pero en octubre de 1993, Mario Moretti confesó que había sido él: "No habría permitido que lo hiciese otro", afirmó. Otros hechos añadieron más misterio al caso: durante la autopsia se encontró arena de playa en el traje de Moro y también algunas monedas en un bolsillo de su traje. Asimismo, en ninguno de los cinco juicios celebrados contra los trece brigadistas implicados se pudieron esclarecer algunos de los puntos más oscuros de la investigación. Dos brigadistas nunca fueron capturados y sobre uno de ellos recayó la sospecha de que podía ser un infiltrado de los servicios secretos italianos.

Dos brigadistas nunca fueron capturados y sobre uno de ellos recayó la sospecha de que podía ser un infiltrado de los servicios secretos italianos.

A pesar de los 13.000 policías movilizados, los 40.000 registros domiciliarios y los 72.000 controles de carretera no deja de sorprender que, durante los casi dos meses que duró el secuestro de Aldo Moro, la policía italiana no llevara a cabo ninguna detención. Tampoco se sabe donde fueron a parar la mayoría de los escritos que Moro realizó durante su cautiverio. Otros sí vieron la luz, aunque muy lentamente. Las acusaciones vertidas contra sus compañeros de partido eran muy duras: "Mi sangre caerá sobre vosotros", llegó a declarar. Su mujer, Eleonora, que nunca perdonó a Giulio Andreotti, Francesco Cossiga y Benigno Zaccagnini, no permitió que se celebrase un funeral de Estado, aunque sí había logrado que, durante su angustioso secuestro, el papa Pablo VI escribiera una carta a las Brigadas Rojas rogando la libertad de su esposo. En vano.