¿Una casa encantada?

La misteriosa mansión de Sarah Winchester

¿Genialidad arquitectónica o fruto de una imaginación desmedida? En la localidad californiana de San José se levanta, rodeada de bellos jardines, una gran mansión que si bien desde el exterior no parece nada fuera de lo corriente, encierra en su interior numerosos misterios alimentados a lo largo de la historia.

Mansión Winchester

Mansión Winchester

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Uno de los mitos que envuelven la construcción de la famosa mansión Winchester en San José (California) es que los carpinteros trabajaron durante 38 años las veinticuatro horas del día para construirla. Según esta historia, la casa estaba llena de rarezas, desde escaleras que no llevaban a ningún parte, habitaciones secretas o puertas tras las cuales sólo había una pared o el vacío. Cuenta la leyenda que en la mansión que Sarah, viuda del empresario William Wirt Winchester (famoso por tener una de las empresas de fabricación de armas más importantes de Estados Unidos), ordenó construir, penaban las almas de las víctimas que fueron abatidas por sus rifles durante la Guerra de Secesión.

Leyendas y maldiciones

Sarah Lockwood Pardee nació el 1 de septiembre de 1839 en New Haven y a los 20 años se casó con el heredero de la Winchester Repeating Arms Company, William Winchester. Tras varios años de matrimonio nació su hija Annie, la cual moriría trágicamente un mes más tarde de marasmo, una enfermedad ocasionada por una alimentación pobre en proteínas y calorías. Pero no acabaron aquí las desgracias para Sarah: a principios de 1880 falleció su suegro, Oliver Winchester, y su marido lo hizo un año después a causa de la tuberculosis. A pesar de la herencia recibida, alrededor de unos veinte millones de dólares (una enorme fortuna para la época) y parte de la compañía de armas, Sarah nunca se recuperó y pasó el resto de su vida en soledad.

Según cuenta una leyenda, la fortuna que la viuda de William Winchester heredó en 1881 estaba maldita. Era un castigo por todas las muertes que causaron los rifles fabricados por la empresa de su marido durante la guerra. Sarah se puso en contacto con una médium porque, según se dijo, comenzó a sentir que la perseguían, aunque lo más probable es que quisiera contactar con su difunto esposo.

Sarah se puso en contacto con una médium porque, según se dijo, comenzó a sentir que la perseguían, aunque lo más probable es que quisiera contactar con su difunto esposo.

La pitonisa le dijo a Sarah que su familia había sido maldecida a causa de todas las muertes que habían causado las armas fabricadas por los Winchester, y le recomendó que se mudara a California. Sarah compró una casa prácticamente en ruinas en la localidad de San José en la que, durante los treinta y ocho años siguientes, y hasta el día de su muerte, se dijo que edificó sin descanso. El resultado fue una imponente mansión de cuatro plantas(surgida de su propia imaginación) con más de 161 habitaciones, 467 puertas, 47 chimeneas, dos salones de baile, 10.000 paneles de vidrio, seis cocinas, 40 escaleras, 52 tragaluces, dos sótanos e incluso con una ducha de agua caliente, calefacción central y tres ascensores. La leyenda afirma que Sarah pensaba que manteniendo la casa en permanente construcción ningún fantasma podría instalarse en ella.

Un retrato de Sarah Winchester -coloreado a mano- de 1865.

Un retrato de Sarah Winchester -coloreado a mano- de 1865.

Foto: CC

Excéntrica y culta

Se ha llegado a decir que, con el tiempo, las órdenes que Sarah daba a los obreros se fueron volviendo cada vez más disparatadas. Tal vez el terremoto que en 1906 derribó una buena parte de la edificación la afectó profundamente o, según otras fuentes, la mujer empezó a temer a los fantasmas y para despistarlos y que no pudieran localizarla dentro de la casa hizo construir los laberínticos pasillos, las escaleras que no conducían a ninguna parte y las puertas que daban al vacío. Parece ser que Sarah tenía una obsesión con el número trece y éste se repetía en el número de cúpulas del invernadero, en los paneles de cristal de las ventanas y en las paredes de madera. Muchos tramos de escaleras tenían trece peldaños y el número de candelabros que estaban colgados en algunas habitaciones también sumaban trece.

Sarah tenía una obsesión con el trece y éste se repetía en el número de cúpulas del invernadero, en los paneles de cristal de las ventanas y en las paredes de madera.

Otras habladurías cuentan que, en ocasiones, Sarah Winchester realizaba sesiones de espiritismo en una tétrica torreta de la casa, conocida ahora como "El sombrero de la bruja". A la mañana siguiente, Sarah entregaba unos nuevos planos de construcción a su capataz. Tachada de excéntrica por sus vecinos, Sarah, una mujer culta que siempre vestía de negro, hiciera frío o calor, prefería refugiarse en su casa para dedicarse a diseñar sin descanso en lugar de hacer vida social. Equipó la mansión con tres ascensores y sofisticados dispositivos para calentar las estancias, comunicarse con el personal de servicio o lavar los carruajes. Otro aspecto curioso del edificio es el diseño de las escaleras, con escalones casi planos y de estructura claustrofóbica, diseñadas para recorrer más espacio a menos altura debido a la artritis paralizante que padecía Sarah.

Una de las más de 161 estancias de la casa.

Una de las más de 161 estancias de la casa.

Foto: CC

Sarah, una mujer culta que siempre vestía de negro, hiciera frío o calor, prefería refugiarse en su casa para dedicarse a diseñar sin descanso en lugar de hacer vida social.

En cuanto a los verdaderos motivos de Sarah Winchester para construir su extraña casa, Mary Jo Ignoffo, su biógrafa oficial, desvela que la millonaria estaba suscrita a numerosas revistas y publicaciones dedicadas a la arquitectura. El origen de su afición le venía de su padre, un carpintero que amasó una pequeña fortuna construyendo ambulancias durante la guerra. Para Ignoffo, la mansión de San José tan sólo era el "taller" en el que la señora Winchester ponía en práctica todas sus ideas extraídas de las revistas, como encargar a Tiffany las vidrieras de la casa o combinar el estilo Reina Ana del edificio con cosas tan modernas para la época como tres ascensores o calefacción central. Durante casi cuatro décadas, Sarah Winchester dio empleo a veintidós carpinteros, los cuales, como no podía ser de otro modo, siempre hablaron maravillas de ella.

Para saber más

Helena Petrovna Blavatsky

Madame Blavatsky, escritora y ocultista

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El taller de la imaginación

Unos años antes de la muerte de Sarah Winchester, el 5 de septiembre de 1922, un artículo periodístico titulado El taller de una mujer arquitecto, escrito por Merle H. Gray para el rotativo San Jose Mercury and Herald, que pasó desapercibido para la opinión pública de la época, defendió esa misma teoría: "Quizá no sean más de una docena las personas en California que saben que la señora Winchester es una música con un gran talento para la composición. Que es una notable empresaria; que si se conociera su filantropía sería admirada en todo el país; que es una arquitecta con todas las de la ley y conoce las peculiaridades arquitectónicas de todos los países; que su famosa casa de los misterios era un mero taller y su estructura, la mera colección de apuntes que una mujer de una inmensa fortuna tomaba para instruirse a sí misma en la arquitectura de varios países".

Quizá no sean más de una docena las personas en California que saben que la señora Winchester es una música con un gran talento para la composición, contó un artículo de la época.

Todas las historias de espíritus tienen una razón de ser, pero ¿había fantasmas en la mansión Winchester? ¿Había decenas de almas clamando justicia en la cabeza atormentada de la heredera de la fortuna de los Winchester? ¿O sólo es una curiosa leyenda? En la actualidad la mansión Winchester es un Monumento Nacional en Estados Unidos y los visitantes pueden explorar sus recovecos y sus pasadizos a través de visitas guiadas en las que se aconseja no salirse del camino oficial, ya que uno puede perderse en sus laberínticos pasillos y no encontrar la salida, además de toparse con algún espíritu, quizás el de la propia Sarah Winchester.

Web oficial de La Mansión Winchester