TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST
En el capítulo de hoy nos dispondremos a seguir los primeros pasos de nuestra especie en los yacimientos de Melka Kunture en Etiopía.
Hoy viajamos a Etiopía, concretamente al borde occidental del valle del Rift, en lo alto del río Awash, donde se halla el complejo de yacimientos de Melka Kunture. Y venimos aquí buscando los orígenes de nuestro género, ni más ni menos. Nos adentraremos en los diversos descubrimientos que un equipo de investigadores ha hecho en la región. Iremos en busca de huellas de hace millones de años, caminaremos junto a la fauna que habitó la región y descubriremos a nuestro antepasado el Homo erectus y la tecnología que ha permitido nuestra supervivencia como género. Ni más ni menos que un bifaz. Un hacha de mano.
Como siempre, antes de entrar en materia conozcamos a nuestro investigador de hoy, que habla en representación de todo el equipo que conforma el proyecto. Él es Joaquín Panera, y estudió Geografía e Historia en la Universidad Complutense. Se doctoró en la UNED con una tesis sobre el periodo achelense. Ha trabajado para el Centro de Investigación de la Evolución Humana y en la Universidad de Sevilla y actualmente es profesor de Prehistoria en la Universidad Complutense.
El proyecto que nos ocupa está financiado por la Fundación Palarq, y, si bien fue iniciado en los años 60 por un grupo de investigadores franceses liderados por Jean Chavallion, hoy en día está liderado por la Prof. Margherita Mussi, Eduardo Méndez-Quintas y Joaquín Panera. Y es que, a pesar de los años, la zona de Melka Kunture aún guarda infinidad de tesoros.
Pero no adelantemos acontecimientos, antes que nada situémonos con propiedad. Nos hallamos en Etiopía, uno de los países -por no decir el país- que ha preservado mayor cantidad de yacimientos relacionados con la arqueología de los orígenes humanos. Es decir, el registro que alberga Etiopía es fundamental para conocer el origen de la evolución del ser humano. Al sur del país hallamos el valle del Omo, por ejemplo. Pero hoy nos dirigimos a Melka Kunture, en el centro del país, como hemos dicho antes, que se halla en ese borde occidental del valle del Rift, en el curso alto del río Awash. Y es que este río Awash es el río más destacado para la arqueología de los orígenes humanos, de hecho, hoy en día hay diversos proyectos en marcha a lo largo de toda su extensión.
Este conjunto de yacimientos, en Melka Kunture, tiene diversas características que lo hacen notorio. La más llamémosle “mundana”, aunque realmente es de vital importancia, es su accesibilidad. Me explico, si para llegar a otros lugares donde se encuentran vestigios de los orígenes del ser humano se tardan dos o más días de viaje, para llegar a Melka Kunture, en cambio, se tarda menos de una jornada. La accesibilidad es un “must”, oiga.
CONOCIENDO LA ZONA DE MELKA KUNTURE
Pero quizá lo más notorio de Melka Kunture es su gigantesco tamaño, pues en un área de 70/80 kilómetros cuadrados hay 70 enclaves arqueológicos distintos, y no solo eso. Joaquín nos lo cuenta:
“De estos setenta enclaves arqueológicos que conocemos se han excavado 20, que es un porcentaje bastante representativo por lo siguiente: porque de estos 20 enclaves arqueológicos se conservan distintos niveles. O sea, un enclave arqueológico es un sitio donde puede haber cuatro o cinco niveles, que, cada nivel en sí mismo es un yacimiento arqueológico, o sea nos cuenta una historia distinta. De estos se han excavado, en total, sumando, unos 1.300 metros cuadrados, que supone una de las mayores superficies si las sumamos todas en conjunto excavadas de la arqueología de los orígenes humanos”.
Con estas proporciones no es de extrañar que Etiopía haya propuesto a Melka Kunture como candidata para ser Patrimonio de la UNESCO. Confiamos en que en breves llegue a formar parte de este selecto catálogo.

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Etiopía es uno de los países que ha preservado mayor cantidad de yacimientos relacionados con la arqueología de los orígenes humanos.
Italo-Spanish Archaeological Mission at Melka Kunture and Balchit
Pero el tamaño no es, ni mucho menos, la única particularidad de la zona de Melka Kunture. Otra cosa que hace que estos yacimientos sean tan fascinantes es el hecho de que, en uno de ellos, las piezas que se han hallado se conservan in situ, es decir, que no se han movido de su emplazamiento original ni se han desplazado a ningún museo. Esto es una maravilla, porque permite vincularse emocionalmente con los restos hallados, percibir el contexto, el paisaje, los pormenores del entorno. No es lo mismo ver una pieza en una colección de un museo, junto a otras piezas deslocalizadas, y tener que imaginar su procedencia, que poder ver la cosa en el lugar en que existió. De hecho, ver los restos de esta forma deja mucha más huella.
Y ¿por qué hay tanta profusión de yacimientos en esta zona a lo largo del río Awash? Pues porque la zona del valle del Rift es una zona de gran actividad volcánica y, a lo largo del Pleistoceno (el periodo que va desde hace 2,6 millones de años hasta hace 11.700 años) estos volcanes erupcionaron periódicamente, y estas erupciones provocaron que el río tuviera que acomodarse a los nuevos depósitos que se generaron. Esto propicia que se preservaran los yacimientos que se habían formado entre erupción y erupción.
Por otro lado, los ríos siempre funcionan como polo de atracción de biodiversidad; donde hay agua hay vida, claro. Es decir, que estos antecesores nuestros, estos homínidos, se organizaban para desarrollar sus actividades cerca de los márgenes del río, y por esta razón encontramos tantos restos arqueológicos en la zona.
¿Y qué es lo que han hallado nuestros investigadores en esta fecunda y prolífica región?
Pues sus descubrimientos son a cada cual más fascinante. En primer lugar, en estos entornos fluviales se suelen encontrar cantos redondeados por la acción fluvial, y sobre ellos, muchas veces se hallan herramientas talladas y restos óseos. Pero no suele saberse muy bien si dichos restos son depositados en esos lugares por la acción del río o si, por el contrario, corresponden a ocupaciones de grupos humanos en esas áreas. Pues bien, uno de los codirectores, Eduardo Méndez-Quintas y el resto del equipo parecen haber resuelto la cuestión, Joaquín nos ilustra:
“Comparando la orientación y la inclinación de los cantos naturales del lecho del río con las de las herramientas líticas, hemos podido concluir que, efectivamente, tienen una orientación, una inclinación diferente, y que, por lo tanto, lo que se produjo fue una ocupación posterior a la deposición de esas gravas de cantos. Esto es importante porque nos permite inferir que estos entornos eran muy frecuentados por estos grupos humanos y que aprovechaban esos esos restos”.

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En estos entornos fluviales se suelen encontrar cantos redondeados por la acción fluvial, y sobre ellos, muchas veces se hallan herramientas talladas y restos óseos.
Italo-Spanish Archaeological Mission at Melka Kunture and Balchi
En segundo lugar, en uno de los pequeños afluyentes del río Awash, llamado Simbiro, se ha encontrado un afloramiento. Un afloramiento se produce cuando un agente erosivo deja al descubierto lo que se conoce como secuencia estratigráfica. En esta secuencia estratigráfica que el afloramiento ha dejado ver, hay distintos niveles donde se hallan herramientas líticas y fauna de diversa índole, han encontrado una concentración de herramientas de obsidiana absolutamente excepcional.
La obsidiana es lo que se conoce como vidrio volcánico, una roca prácticamente translúcida con un corte muy agudo, ideal para elaborar herramientas muy cortantes. Este yacimiento de obsidiana tiene al menos unos 1,2 millones de años, lo que lo coloca como uno de los testimonios más antiguos y de mayor tamaño de su tipo. Para que os hagáis una idea de las proporciones, en un área de 10 metros cuadrados se han encontrado más de 500 y pico piezas. ¡Una barbaridad!
Lo que nuestros investigadores aun no saben a ciencia cierta es la procedencia de la obsidiana que conforma estas herramientas. La mayor parte de las piezas son hachas de mano, también llamadas bifaces. Joaquín nos cuenta:
“Esto es una herramienta que llamamos, bueno, técnicamente denominamos bifaz porque está trabajado por las dos caras, ¿no? De ahí el término bifaz. Y el término hacha de mano nos permite hacernos una idea de más o menos su tamaño, su morfología, y demás. No sabemos para qué servían, o sea, reconozco que es una de las grandes incógnitas. Estamos trabajando, se han hecho experimentos, si para cortar carne para procesar madera. Probablemente se utilizaran para distintos objetivos, distintas tareas. Y, en función de la materia prima con la que estuvieran elaboradas, porque, por supuesto la obsidiana tiene unas ventajas, pero tiene unos inconvenientes ¿no? Que sus filos son muy poco resistentes a actividades, por ejemplo, no serían muy apropiadas para procesar grandes ramas de madera ¿no? Pero, bueno, para cortar carne, por ejemplo, para eso sería ideal, o procesar vegetales, también sería ideal”.
Si bien no sabemos para que servían, está claro que tenían una utilidad clara y marcada, pues su forma, en el yacimiento de Simbiro, fue muy estandarizada. Medían entre unos 12-13 centímetros y pesaban alrededor de 300 gramos.
Como comentábamos, en el yacimiento se han hallado numerosos ejemplares, pero quizá lo más curioso es que no hay restos óseos cercanos. Es decir, que parece ser que, en este lugar no se procesó carne o restos animales. Esta ausencia de restos genera muchas preguntas a nuestros investigadores. ¿Por qué hay tanta concentración de herramientas en un mismo lugar? ¿Para qué debía servir este sitio? De momento barajan una teoría, Joaquín nos la cuenta:
“Lo que hemos considerado que es más probable es que fuera una especie de zona de elaboración de estas herramientas. Es decir que, en el entorno de este yacimiento habría un afloramiento de esta materia prima, de obsidiana, los homínidos supieran que estuviera en esta zona y se desplazaran periódicamente y elaboraran allí herramientas que algunas pues abandonaron ahí y otras se las llevaran a otro lugar donde las utilizaran para las actividades que ellos quisieran ¿no?”.
Vamos, que desde nuestro prisma actual podríamos decir que se trata de un taller de elaboración de herramientas.
Indicios de vida: niños y animales
La tercera singularidad de los yacimientos de Melka Kunture es poco habitual: además de los dos descubrimientos anteriores, se han encontrado huellas. Y ¿por qué son importantes estas huellas? Pues porque nos hablan de una arqueología invisible, de unos detalles de la vida que habitualmente queda totalmente inadvertida al registro arqueológico, porque se tienen muy pocas pistas para saber qué sucedía en un lugar.

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Las huellas halladas nos hablan de una arqueología invisible, de unos detalles de la vida que habitualmente queda totalmente inadvertida al registro arqueológico.
Italo-Spanish Archaeological Mission at Melka Kunture and Balchit
Las huellas que se han hallado aquí, por ejemplo, nos dan a conocer una realidad muy distinta a la que los restos arqueológicos atestiguan. Mediante los restos arqueológicos, en este caso huesos, se ha podido determinar que los animales que dominaban la región eran los hipopótamos, es decir, que, según lo que se ha hallado el animal más abundante podría ser este gran mamífero.
Por supuesto desde el punto de vista ecológico esto no tiene mucho sentido. Es pues, a través del hallazgo de huellas de otros animales, en este caso gacelas, que podemos hacer una reconstrucción más fidedigna (y más razonable) de la fauna de la zona.
Así pues, si solo fuera por los restos óseos, el paisaje sería algo un tanto inconcebible, y solo gracias a estas huellas se puede dotar de más sentido a la cuestión. Pero ¿por qué se conservan unos huesos y otros no? Como estamos hablando de cronologías francamente extensas, las probabilidades de que los huesos más grandes y densos lleguen hasta nuestros días son mucho mayores que las de los huesos más pequeños y finos.
Pero no solo de animales son las huellas. Y esto nos lleva a el siguiente descubrimiento: huellas de niños, adolescentes y adultos, muy cerca unas de otras, y en la misma zona donde se han hallado restos del procesamiento de hipopótamos. Esto podría significar que los niños tenían alguna participación en esta parte de la vida cotidiana.
Si bien solemos pensar que la caza debía ser cosa de los hombres, o sea que dejan en un lugar a las mujeres y los niños y se van de caza, a través de estas huellas podríamos llegar a imaginar un escenario distinto en el que los niños tuvieran más presencia de la que se podría suponer. De todas formas, no puede aseverarse del todo, no sabemos realmente si quizá cazaban a la presa y luego avisaban al resto, o lo que fuera, pero el caso es que los niños están en ese entorno.
Llegamos ahora al hallazgo si no de mayor importancia al menos el más goloso: una mandíbula de un individuo infantil con algunos dientes sin erupcionar. Joaquín nos cuenta más sobre ello:
“Se intuía que era de Homo erectus pero no se tenía la certeza. Entonces se ha sometido a un análisis de sincrotrón, que te permite ver el interior del molar. Ha permitido ver perfectamente la configuración de las cúspides de los dientes. Y eso ya lo que permite por comparación. Lo que mejor define a una especie, a un mamífero, son los dientes. O sea, con un diente un paleontólogo y un paleoantropólogo puede decir muchísimas cosas; y con un hueso largo pues es más difícil”.
¿Y cómo es exactamente un homo erectus?
“Este Homo erectus ya aparece con una arquitectura esquelética totalmente moderna, ya tiene una altura de 1,60 1,70. Ya tiene una capacidad craneana porque los Homo habilis no andan mucho más allá, algunos sí, pero de lo que podrían tener hoy otros primates como los chimpancés. Pero, sin embargo, ya aquí tenemos una capacidad volumétrica que supera el famoso Rubicón de los 600/700 centímetros cúbicos”.
Pues bien, parece ser que esta morfología fue la que les permitió desarrollar una nueva tecnología. Hasta entonces los homínidos habían hecho herramientas líticas con una tecnología menos elaborada, basada exclusivamente en la elaboración de lascas con filo cortante, todo ello perteneciente a lo que se conoce como el periodo Olduvayense.
Las lascas se consiguen golpeando una piedra contra otra de forma que se desprendan partes de esta y el resultante sea un filo muy agudo, muy cortante. El Homo erectus, por su parte, desarrolla una tecnología mucho más compleja en la que destaca la elaboración de “hachas de mano”, que se ha agrupado bajo el término de periodo achelense. Joaquín nos cuenta más sobre estas hachas:
“Pues el gran salto, sin embargo, que se produce con el Homo erectus, es que empieza a utilizar. En primer lugar, esas lascas ya empiezan a ser de un tamaño considerable a partir de 10 centímetros más o menos, y eso ya, no es tan fácil sacar una lasca de 10 centímetros. Pero luego empieza a elaborar estas hachas de mano, que estas hachas de mano ya sí que implican una complejidad cognitiva importante porque tiene que haber primero un esquema mental de la elaboración. Tenemos que hacernos un esquema mental de la elaboración, tenemos que imaginar lo que vamos a hacer. Luego tenemos que seleccionar la materia prima para hacer eso. No nos vale cualquier roca, ni cualquier formato. Tenemos que seleccionar algo concreto. Y finalmente tenemos que tener la destreza manual para hacerlo. Y, probablemente esto que se transmite, sea cultural. Estoy convencido de que incluso se necesita lenguaje verbal para aprender a realizar estas herramientas”.
El Homo erectus emerge hace 2 millones de años, y hasta ahora los testimonios más antiguos de estas hachas de mano eran de 1,7 millones de años. Esto significa que, según esta cronología, el Homo erectus habría tardado 300.000 años en desarrollar esta tecnología que suponía un cambio cualitativo en su comportamiento. Sin embargo, Joaquín sospechaba que un cambio de estas características no se produce tan paulatinamente, si no que es mucho más abrupto, más inmediato y, de hecho, los recientes hallazgos han confirmado que así es. En sus propias palabras:
“Esta interpretación de que el achelense había evolucionado desde hace 1,7 millones de años de una manera, pues poco a poco ¿no? Y que había necesitado cientos de miles de años en convertirse en algo ya pues plenamente achelense, unos bifaces bien hechos, simétricos y demás. Bueno pues esta barrera cayó en la Garganta de Olduvai, yacimiento dirigido por el profesor Fernando Díez de la Universidad de Valladolid. Encontró en el 2015, creo, o 14, este bifaz. Estaba en este margen de 1,7 millones de años y encuentra un bifaz totalmente configurado, elaborado y demás. Nos pasó lo mismo, ¿no? Dijimos, pues efectivamente esta es la prueba de lo que veníamos sospechando mucho tiempo de que las transiciones no son tan paulatinas si no que son siempre transiciones muy bruscas".
Según Joaquín esta es la tecnología más eficaz que se haya inventado nunca, puesto que ha permitido la supervivencia del género Homo durante un dilatadísimo periodo de tiempo. Entre hace 2 millones de años y unos 300.000 años. Casi nada. Probablemente sin ella no estaríamos aquí hoy. ¿Se os ocurre alguna tecnología igual de crucial?
Sin embargo, no solo la aparición de estas herramientas se produce de forma muy brusca, si no también su desaparición. A la llegada del Paleolítico medio asociado a los neandertales en Europa y la middle stone age asociada a los sapiens en África, estos bifaces, esta tecnología que ha permitido nuestra supervivencia durante 1,8 millones de años, se desvanece. Según Joaquín esta sería una de las grandes cuestiones a resolver en la evolución humana, y no es para menos. Es una verdadera incógnita.
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Bien. Y hablando de incógnitas, vayamos ahora con las archiconocidas preguntas de Desenterrando. Eso sí, esta temporada tendremos alguna pregunta nueva. Empecemos: la primera se mantiene igual. ¿Qu�� es lo que más te fascina de la evolución humana?
“Lo que me fascina es el final de este gran periodo achelense que se desvanece sin que tengamos todavía una respuesta. Y que creo que es importante, por lo menos tener hipótesis que nos aproximen a conocer por qué este periodo que nos permitió adaptarnos a ecosistemas tan diversos a lo largo de más de un millón y medio de años, por qué se desvanece ¿no? Por qué desaparece".
Pasemos a la siguiente pregunta: ¿por qué elegiste tus estudios?
“Bueno pues mira, es verdad que como cualquier niño me podía llamar la atención las historias de arqueología, pero no voy a decir que fue una vocación infantil, o sea, no es así y no tiene por qué serlo. Y sin embargo fue un profesor cuando estudié en primero el curso de historia que me explicó prehistoria, y la arqueología de los orígenes humanos me fascinó y prácticamente en esas clases ya tuve clara mi vocación ¿no? Y sobre todo dentro de lo que es la arqueología, porque la arqueología es muy diferente unos periodos de otros, dentro de la arqueología, la arqueología de los orígenes humanos me parecía la que más preguntas quedaban por responder ¿no? Y, por lo tanto, la más apasionante. Cuanto más desconocido es algo pues eso le hace todavía más atractivo para su investigación”.
Cierto es, que el morbo de descubrir aquello que sigue siendo desconocido siempre es un gran aliciente.
Llegamos ahora a la tercera y última pregunta: ¿Cómo crees que tu investigación nos puede ayudar a repensar nuestro futuro?
“Es una buena pregunta. A mí me gustaría que sirvieran, bueno por lo menos que contribuyeran a reflexionar lo que es el ser humano, a reflexionar cuál es nuestro papel en la tierra, y que, bueno, que hemos sobrevivido durante millones de años, vuelvo a insistir otra vez con una tecnología que hoy nos puede parecer muy simple, pero que nuestra especie que es lo que, al final como se mide el éxito de una especie no se mide por su tecnología ni por su fuerza ni por su inteligencia si no el éxito de una especie está en la especie que logra adaptarse y que logra sobrevivir generación tras generación. Entonces pues que únicamente nos permitiera reflexionar para llegar a la conclusión de que tenemos que adaptar nuestro modo de vida y nuestra tecnología a los recursos y no al revés porque estos recursos evidentemente son finitos”.
Vivir de forma infinita en un planeta finito efectivamente no parece la mejor receta para una larga y duradera permanencia en la Tierra.
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Bueno, hasta aquí el primer capítulo de esta temporada de “Desenterrando el pasado”. Acabamos con nuestro viaje a los albores de nuestra especie, esperamos que Joaquín y el resto del equipo sigan excavando la fecunda región de Melka Kunture, y consigan despejar las incógnitas que se han ido formando. Y que, poco a poco, podamos ir reconstruyendo el trepidante mapa de nuestros antepasados.