Mariya Vasílyevna Oktyábrskaya fue una de las poquísimas mujeres que formó parte de las unidades blindadas que durante la Gran Guerra Patria (el nombre que en la Unión Soviética recibió el conflicto que los enfrentó contra la Alemania nazi y que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial) alcanzó la condición de "Héroe de la Unión Soviética". La suya es una increíble historia de amor y de venganza. De hecho, Mariya, a los 38 años de edad, decidió vender todas sus posesiones y trabajar duramente para comprar un carro de combate T-34, y lanzarse con él al campo de batalla para vengar la muerte de su marido, caído en el frente. Esta destacada luchadora obtuvo numerosas condecoraciones por su comportamiento heroico por parte de las autoridades soviéticas: la Orden de la Gran Guerra Patria de primer grado a principios de febrero de 1944 y, de forma póstuma, la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética y la Orden de Lenin.
Amante de la vida castrense
Mariya Vasílyevna Oktyábrskaya nació el 16 de de agosto de 1902 (según otras fuentes fue el 8 de julio) en Kyat, un pueblo cerca de Sebastopol, en la península de Crimea. La suya era una familia numerosa y venida a menos de kulaks, el estrato más alto del campesinado soviético y un término que posteriormente sería utilizado de un modo despectivo para referirse a todos los deportados, condenados y opositores a las colectivizaciones que Stalin llevó a cabo. De estas personas se dijo que fueron "deskulakizados". La "deskulakización" consistió en una campaña de arrestos, deportaciones y ejecuciones emprendida por el gobierno de Stalin que afectó a millones de personas durante los años treinta. Como a los padres de Mariya, que al considerados sospechosos de ser contrarrevolucionarios fueron desterrados a los Urales.
La de Mariya era una familia numerosa y venida a menos de kulaks, el estrato más alto del campesinado soviético y un término que posteriormente sería utilizado despectivamente para referirse a todos los deportados, condenados y opositores a las colectivizaciones.

Carros de combate modelo T-34 preparados para ir al frente. El modelo es similar al utilizado por Mariya Oktiábrskaya.
Foto: PD
Antes de la deportación de su familia, Mariya tuvo que compaginar la escuela con el trabajo en una fábrica de conservas en Simferopol, la capital de la península de Crimea, para ayudar a la precaria economía familiar. Tras completar sus estudios en la escuela secundaria consiguió un puesto como telefonista. Con apenas veinte años, un apuesto oficial de caballería del Ejército Rojo llamado Ilyá Fedótovich Riadnenko se cruzó en su camino, y en en el año 1925 contrajeron matrimonio. Debido a su trabajo, Ilyá fue trasladado en muchas ocasiones, por lo que Mariya tuvo que hacer las maletas para acompañar a su marido en sus nuevos destinos. La vida castrense entusiasmó a Mariya, que quiso aprender a conducir vehículos pesados y también a usar armas de fuego. La joven se integró por completo en el Consejo de Esposas de Militares que conformaban cada unidad, y estaba tan entusiasmada que una vez dijo: "Cásate con un militar y tú servirás en el ejército; ser la esposa de un oficial no solo es ser una mujer orgullosa, sino también responsable". Pero tras estallar la guerra, Mariya y las demás mujeres fueron enviadas lejos del campo de batalla, mientras que a Ilyá y a su unidad los destinaron al frente a combatir contra el ejército alemán.
Los ahorros de una vida a cambio de un tanque
Los meses y la guerra iban transcurriendo inexorablemente, y la inquieta Mariya no recibía noticia alguna de su marido. Por fin, en abril de 1942 llegó una carta en la que se le informaba de que Ilyá había muerto en combate. Devastada, Mariya no se resignó a la pérdida, como el resto de esposas de oficiales caídos. De hecho, ella decidió que aquello no podía quedar así y quiso vengar la muerte de su marido. El investigador británico Henry Sakaida cuenta en su libro Heroinas de la Unión Soviética: 1941-1945 que Mariya "ansiosa de venganza, vendió todas sus posesiones para conseguir dinero con el que comprar un carro de combate para donarlo al Ejército Rojo. La única condición que puso es que ella debía estar a los mandos en batalla". Mariya envió una carta al propio Stalin comunicándole que había logrado conseguir 50.000 rublos para la fabricación de un carro de combate (además de vender todos sus bienes, ella y su hermana trabajaron noche y día como bordadoras para conseguir esa suma). Stalin le contestó y sorprendentemente le dio una respuesta afirmativa.
Mariya envió una carta al propio Stalin comunicándole que había logrado conseguir 50.000 rublos para la fabricación de un carro de combate. Stalin le contestó y sorprendentemente le dio una respuesta afirmativa.

Imagen de un T-34 apodado "Compañera de Armas, al igual que el de Mariya Oktiábrskaya.
Foto: PD

Distinción del francotirador tanquista "Tirador de Bayda", con la inscripción "Compañera de Armas" en la torreta del tanque.
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Mariya escogió un T-34, un tanque de tipo medio que los soviéticos fabricaron en serie durante la Segunda Guerra Mundial. Para el autor británico Douglas Orgill, "el T-34 era un carro de combate casi invulnerable al fuego de los cañones contracarro alemanes más usuales por entonces, los de 37 milímetros y los de 50 milímetros". Tras un período de adiestramiento de cinco meses, en el que no faltaron las bromas de sus compañeros de instrucción, en octubre del año 1943 Mariya tuvo su bautismo de fuego a los mandos de su flamante T-34, al que bautizó con el nombre de "Compañera de Armas", que lucía orgullosamente en la torreta del blindado. La tripulación del tanque la componían, además de Mariya, un comandante, un artillero y un operador de radio.
Temeraria hasta el final
Como señala el autor británico Henry Sakaida: "Oktyábrskaya fue la primera en avanzar contra las posiciones enemigas. Movió su carro de combate como toda una veterana, destruyendo varias piezas de artillería, así como otras tantas ametralladoras alemanas. Su arrojo causó daños severos al enemigo". Una de las ocasiones en las que Mariya hizo gala de su arrojo fue durante la gran ofensiva que los soviéticos lanzaron para tomar la ciudad de Novoye Selo, en la región del Krasnodar. Pero aquella vez Mariya no tuvo suerte, y a pesar de la valentía que demostró, las defensas alemanas destruyeron las orugas de su carro de combate. Pese a resultar herida, Mariya salió a reparar los desperfectos y permaneció dos días en el tanque, con sus compañeros, bajo el fuego enemigo. Tras ser rescatados, el comandante del batallón de tanques animó al resto de "tanquistas" a seguir su ejemplo con estas palabras: "Combatid como lo hacen los tanquistas del 'Compañera de Armas'. Solo en el día de hoy la tripulación de esa gloriosa máquina ha acabado con todo un pelotón de criminales hitlerianos". Tras esa hazaña, Mariya fue ascendida a sargento.
Los soviéticos llevaron a cabo una gran ofensiva para tomar Novoye Selo, en la región del Krasnodar. Pero en aquella ocasión Mariya no tuvo tanta suerte, y a pesar de la valentía demostrada por la mujer, las defensas alemanas destruyeron las orugas de su carro de combate.

Un tanque soviético T-34/85 en Minsk, en julio de 1944.
Foto: CC

Un T-34 soviético destruido por los alemanes durante la ofensiva de Sinyavino, en 1942.
Foto: Cordon Press
Mariya parecía no temer a la muerte. La noche del 17 de enero de 1944, en una operación contra una posición fortificada alemana en la ciudad de Krynki, el carro de Mariya consiguió aplastar tres nidos de ametralladoras (y a los veinte soldados apostados junto a ellas). Pero de nuevo una mina anticarro destrozó la oruga de su tanque, dejando al "Compañera de armas" inutilizado. A pesar de tener orden expresa de no salir del carro de combate bajo ningún concepto, Mariya no se lo pensó dos veces y, desobedeciendo las órdenes, salió junto al resto de la tripulación para intentar reparar las orugas destrozadas. Pero esta vez no pudo burlar al destino. Tras completar las reparaciones, una mina estalló muy cerca de ella y un fragmento de metralla impactó en su cabeza dejándola inconsciente. Mariya ya no volvería a despertar.

Asalto de tropas soviéticas y un T-34 a una aldea ocupada en diciembre de 1941.
Foto: CC
Honores póstumos
La valerosa tanquista fue trasladada rápidamente a un hospital de campaña y desde ahí a la ciudad de Fastiv, cerca de Kiev, donde se dieron cuenta de la gravedad de la herida. La metralla había penetrado a través del ojo hasta llegar al cerebro, lo que hacía imposible salvar su vida. Durante el tiempo que estuvo en coma, Mariya recibió la visita de compañeros y de diversos mandos que le concedieron las más altas condecoraciones. El dictamen de la hoja de condecoración, que firmó el coronel Stepán Nésterov, decía lo siguiente: "En el transcurso de las operaciones de combate y en el período de formación de la brigada, la camarada Oktiábrskaya cuidó y demostró amor por su máquina de guerra. Su tanque nunca tuvo paradas forzosas o averías. La camarada Oktiábrskaya se vengó de los fascistas por la muerte de su marido con el tanque adquirido por cuenta propia. La camarada Oktiábrskaya ha sido una guerrera audaz e intrépida". Mariya, la mujer que condujo un tanque por amor, moría el 15 de marzo de 1944 mientras era trasladada a Moscú.