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En la Biblia se menciona la llegada a Israel de una lejana reina árabe, soberana de un rico país llamado Saba del que provenían el incienso y la mirra. La reina Bilqis había acudido a Jerusalén para negociar la paz con el rey de los hebreos Salomón tras algunas escaramuzas, pero entre ambos surgió un amor que redundaría en beneficio para ambas naciones.
Este reino no aparece sólo en textos religiosos, sino que romanos y griegos mencionan también su existencia, que ha sido corroborada por los arqueólogos tras siglos de excavaciones en el actual Yemen.
El reino de Saba
Conocido hoy como reino de los sabeos (1000 a.C-630 d.C.) este estado basó su riqueza en la exportación de sustancias aromáticas como la mirra y el incienso. Estos productos tan apreciados en los templos del mundo antiguo eran transportados hasta los puertos de la costa para su venta en la India y Egipto, o bien atravesaban el desierto hasta Petra para su distribución en Canaan y el Mediterráneo.

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Marib no ha sido excavada en su totalidad, pues numerosos palacios, templos y tumbas permanecen todavía enterrados bajo sus ruinas.
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Con semejantes recursos a su disposición los reyes de Saba transformaron el árido desierto en un verdadero jardín, mediante la construcción de grandes presas y canales de riego, que permitieron sembrar campos y crear oasis artificiales.

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Esta inscripción en lengua sabea decora uno de los numerosos palacios que llenan la ciudad.
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La capital de este reino fue la ciudad de Marib, convertida ahora en patrimonio mundial gracias a la reciente iniciativa de la UNESCO. En su interior altas torres y palacios albergaban a los funcionarios y la corte real, mientras que a su alrededor se han encontrado las tumbas de piedra que fueron el lugar de descanso eterno de sus reyes.

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Los mausoleos sabeos se rodeaban de un muro bajo de piedra que cerraba el recinto sagrado destinado a los muertos.
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Pero el mayor tesoro de Marib es sin duda el Mahram Bilquis, un conjunto de templos columnados en los que se adoraba al dios lunar Almaqah y que se convirtió en un centro de peregrinación al que acudían fieles de toda Arabia.

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Imagen aérea del templo lunar dedicado al dios Almaqah.
Foto: Nomination Team of the Landmarks of the Ancient Kingdom of Saba in Marib Governorate

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La ciudad vecina de Sirwah ha sido incorporada en el programa de la Unesco por su valor histórico y arqueológico.
Foto: German Archaeological Institute, Orient Department
Toda esta riqueza arqueológica está siendo amenazada ahora por la guerra civil que azota el país, de modo que en un acto de reivindicación del patrimonio yemení, la Unesco ha convertido la ciudad y un total de siete yacimientos del mismo período en patrimonio mundial, con la esperanza de que así queden protegidos del conflicto.