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Conservado en la Biblioteca Estense de Módena, este mapa del mundo es el primer ejemplo conocido de utilización de un formato circular por parte de la escuela cartográfica catalano-mallorquina.
Mide aproximadamente 115 centímetros de diámetro, está confeccionado sobre una hoja de pergamino y mantiene las características estilísticas y formales de los portulanos: las costas y puertos del Mediterráneo están delineados con gran detalle y se indican las escalas gráficas y líneas de rumbo. Estas últimas parten de los 16 vértices de un polígono regular con centro en la legendaria tierra del Preste Juan, el mítico gobernador cristiano de Etiopía, representado en una tienda como el resto de monarcas musulmanes de tierras africanas.
Mediante la disposición circular, el mapa combina la información práctica para navegantes propia de las cartas náuticas con la tradición erudita de representación del mundo en época medieval. Destaca la magnitud del continente africano, que ocupa la mitad inferior del mapa y se integra con las regiones inexploradas de la Tierra Austral, continente mítico dibujado en forma de arco. En las costas occidentales se observa la información obtenida en los viajes portugueses a la península de Cabo Verde, descubierta por Dinis Dias en 1444, factor que resultó relevante para la datación del mapa.
Mapa sin firma
El planisferio ha llegado a nosotros sin firma, aunque algunos estudios lo atribuyen a Pere Rosell, el cartógrafo mallorquín más prolífico de la segunda mitad del siglo XV. La enciclopédica recopilación de datos queda patente en sus 52 leyendas, escritas en catalán y combinadas con escenas de elevado valor artístico. Algunas imágenes se vinculan al Bestiario toscano y a los libros de viajes de Marco Polo o Juan de Mandeville, aunque sin duda la principal influencia es el famoso Atlas catalán de Abraham Cresques, realizado hacia 1375.