El coloso de París

Los secretos de la Torre Eiffel, una obra maestra de la ingeniería

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Foto: iStock

La Torre Eiffel es el fruto del gran desarrollo de la sociedad industrial alcanzado durante la segunda mitad del siglo XIX. En un contexto de vertiginosa sucesión de logros tecnológicos y científicos, Francia decidió organizar en París una gran exposición para conmemorar el centenario de la Revolución de 1789 y, de paso, mostrar el vigor económico, político y cultural de su capital. La gran atracción del evento sería el edificio más alto construido hasta entonces, una torre de hierro de 300 metros de altura y 125 de lado en su base.

El proyecto ganador fue el que había presentado el ingeniero Gustave Eiffel. Su torre tardaría poco más de dos años en levantarse y, aunque debía estar en pie tan solo 20 años, acabó indultada y convertida en un símbolo de París y del progreso de la humanidad. Un emblema de la Belle Epoque, la época dorada en la que parecía que el progreso humano no tenía límites y que terminó abruptamente con el estallido de la Primera Guerra Mundial.

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Foto: iStock

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La catedral laica de París

La Torre Eiffel se alza, majestuosa en el extremo norte del Campo de Marte, a orillas del río Sena, como una catedral laica. Sus "feligreses" se cuentan por millones, que cada año hacen largas colas para subir a alguno de sus pisos convirtiéndola en el monumento de pago más visitado del mundo.

Un virtuoso del hierro

Foto: World History Archive / Cordon Press

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Un virtuoso del hierro

La torre es el gran legado del ingeniero Alexandre Gustave Eiffel. Como ingeniero civil, se especializó en la construcción de puentes de hierro y en 1868 fundó su propia empresa metalúrgica, Eiffel et Cie., que durante los años siguientes levantó varios impresionantes viaductos metálicos. Entre ellos, el puente sobre el río Duero en Oporto o el puente sobre el Truyère en el sur de Francia, 120 metros por encima del río, durante muchos años el puente más alto de el mundo. En 1880, año en el que fue tomada esta fotografía, gozaba ya de una considerable fama.

 

El primer coloso

Foto: The Granger Collection / Cordon Press

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El primer coloso

Antes de acometer su torre, el taller de Eiffel ya había participado en otro mítico monumento de ingeniería colaborando en la construcción de la Estatua de la Libertad, el grandioso regalo que Francia hizo a los EE. UU. por su centenario. El responsable de la escultura, Auguste Bartholdi, encargó a Eiffel el andamiaje que debía soportar las gigantescas láminas de cobre que forman la piel del monumento. El ingeniero puso el encargo en manos de uno de sus colaboradores de máxima confianza, Maurice Koechlin, que después participaría en la construcción de la Torre Eiffel. La imagen sobre estas líneas fue tomada en París en 1883 durante el montaje de la estatua para ajustar todas sus piezas. 

Un récord imposible

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Un récord imposible

Durante milenios, la construcción más alta del mundo fue la gran pirámide de Keops, de casi 150 metros, construida hacia el 2570 a. C. En 1884, el gran obelisco blanco de 169 metros dedicado a George Washington, la superaba tan solo por una par de decenas de metros, ya que las técnicas constructivas no permitían levantar edificios mucho más altos. La idea era que la Torre Eiffel no solo fuera el edificio más alto construido por el ser humano, sino también el primero en llegar a los 1.000 pies de altura, casi el doble que el obelisco, que mide 555.

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Foto: Roger Viollet / Cordon Press

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La revolución del hierro

Este increíble salto adelante se produjo gracias al desarrollo de la industria metalúrgica. El hierro permitía construir edificios más amplios, sin el peso de los muros, pilastras y columnas que se requerían para sostener los edificios en piedra como las catedrales. Esto abrió posibilidades de construcción en altura inimaginables en períodos anteriores. Y en mucho menos tiempo, como muestra la secuencia de fotografías del proceso de construcción de la Torre Eiffel, que duró 21 meses.

Por debajo del suelo

Foto: Roger Violet / Cordon Press

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Por debajo del suelo

Pero la construcción de la Torre Eiffel comenzó en el subsuelo, para colocar los cimientos de los cuatro pilares que sustentan la torre. En los dos más próximos al Sena hubo que excavar por debajo del cauce del río utilizando un complejo sistema de cajones neumáticos para asentarlos. La fotografía muestra los trabajos de cimentación, en 1887, que duraron cuatro meses

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Foto: iStock

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Una base imponente

Las 7.341 toneladas de peso de la torre se sostienen sobre cuatro pilares que se unen en el primer piso. La silueta campaniforme que dibujan, tan característica de la torre, también le proporciona la estabilidad suficiente para evitar que volque.

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Foto: Rue des Archives/Tal / Cordon Press

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Precisión milimétrica

La unión de estos cuatro inmensos pilares de hierro fue, de hecho, el momento más delicado de la construcción, debido a que debían encajar con una precisión milimétrica. Para ello, cada uno se levantó sobre una bomba hidráulica que permitió regular su posición y ángulo exactos a medida que se levantaban.

Ingeniería de precisión

Foto: BNF

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Ingeniería de precisión

El reto de una estructura tan alta residía que resistiera los fuertes embates del viento sin deformarse. Unos 40 ingenieros y delineantes realizaron 700 planos y 3.600 dibujos de taller.  Para dar rigidez a la construcción se diseñó su característica forma de cuadriláteros triangulados. Gracias a este sistema, la torre es casi completamente rígida: en la cúspide su balanceo es de apenas 7 centímetros.

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De la teoría a la práctica

En este detalle pueden observarse los diversos triángulos formados por las planchas de hierro que recorren un cuadrilátero. La torre tiene exactamente 10.038 piezas de hierro que ya venían realizadas del taller de Eiffel y se ensamblaban in situ por los trabajadores.

Remache a remeche

Foto: Rue des Archives/Tal / Cordon Press

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Remache a remeche

Las piezas de hierro están unidas por 2'5 millones de remaches. Para colocar cada uno de ellos se emplearon cuatro hombres: uno para calentar al rojo el remache; otro que lo introducía en el orificio y lo sujetaba por la cabeza. El remachador golpeaba el vástago para formar la cabeza opuesta, y finalmente el golpeador la remataba con una maza.

Foto: iStock

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Un rascacielos encima de otro

La Torre Eiffel cuenta con dos pisos, el primero de 4.415 metros cuadrados y situado a 57 metros de altura. La segunda planta, de 1.430 metros cuadrados, se eleva a 115 metros sobre el suelo y ya sería por sí sola uno de los edificios más altos de París. Para llegar hasta ellos se puede subir por los escalones del edificio, 1.665, o por cinco ascensores. Para llegar hasta la cima de la torre, a más de 300 metros de altura, hay que usar una de las dos baterías con dos cabinas dobles.

Foto: iStock

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Un color especial

La Torre Eiffel está pintada de color marrón Eiffel. Un tono creado expresamente por su armonía con el paisaje parisino.  Este color se degrada en tres tonos, de más oscuro (abajo) a más claro (arriba) para para crear un efecto visual de uniformidad. Pero no siempre ha sido así, solo desde 1968. La torre se inauguró pintada de "rojo Venecia" y ha tenido diferentes colores a lo largo del tiempo, ocres, granates e incluso amarillo.

Para saber más

Luces en la noche

La Torre Eiffel: la construcción de un coloso

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