Niebla tóxica

Londres bajo el Great Smog, la Gran Niebla

Durante cinco días, del 5 al 9 de diciembre de 1952, Londres quedó sumergida en una inmensa nube de aire contaminado que paralizó la ciudad y causó miles de víctimas.

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Niebla contaminada

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Amanecer entre tinieblas

El 5 de diciembre de 1952, Londres amaneció cubierta por una oscura y densa niebla de aire contaminado que impedía a los peatones ver más allá de unos metros delante suyo, como muestra esta fotografía tomada en Trafalgar Square. Fue el episodio más grave de un fenómeno conocido con el nombre de smog, combinación de humo (smoke) y niebla (fog). Bautizado como el Great Smog de diciembre de 1952, este dramático acontecimiento paralizó la ciudad causó miles de víctimas y sirvió para crear una nueva conciencia ecologista.

Niebla, compañera inseparable

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Compañera histórica

La situación geográfica y el clima de la ciudad la hacen especialmente proclive a la niebla y sus habitantes se acostumbraron, históricamente, a convivir con ella, como la pareja de arriba, que cruza un puente en Londres en la década de 1950. 

vigilante

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Vigilante

Con la llegada de la Revolución Industrial la niebla se mezcló con los humos de las chimeneas y los episodios de nieblas densas aumentaron. La principal causa del smog en Londres era el carbón, que en Gran Bretaña fue durante mucho tiempo la principal fuente de energía. Las centrales eléctricas de carbón en pleno centro de la ciudad contribuían a la polución. La fotografía sobre estas líneas fue tomada en 1935 en la azotea de una de ellas, la de Bankside. Allí, Walter James Thompson desarrolló su peculiar trabajo durante 12 años de ocho de la mañana a seis de la tarde: otear el cielo para alertar de la presencia de nubes y niebla que pudieran sobrecargar los generadores de la central y provocar una avería.

Un trastorno periódico

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Un trastorno periódico

Desde el siglo XIX, los londinenses sufrían periódicamente episodios puntuales de smog. que dejaban la ciudad prácticamente en la penumbra. La imagen sobre estas líneas fue tomada al mediodía del 24 de octubre de 1932 en la City de Londres, cuyo aspecto es más bien de noche cerrada.

La maldición del carbón

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La maldición del carbón

La principal causa del smog en Londres era el carbón, que en Gran Bretaña fue durante mucho tiempo la principal fuente de energía. Las centrales eléctricas de carbón en pleno centro de la ciudad, como la de Battersea (en la fotografía), contribuían a la polución. 

El humo de las chimeneas

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El humo de las chimeneas

Pero la mayor parte del humo contaminante vertido en el aire londinense procedía de las chimeneas de viviendas particulares, como se ve en la imagen de la derecha, de 1962. Los británicos seguían apegados a la tradición de reunirse en familia ante el fuego de la chimenea, un sistema de calefacción enormemente ineficiente, que apenas transmitía a la vivienda un 25 por ciento del calor generado. Además, el carbón doméstico solía ser de mala calidad, con una elevada proporción de azufre.

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Una ciudad aprisionada por la contaminación

Los peores episodios de este fenómeno se daban sobre todo en invierno, cuando coincidían bajas temperaturas, un anticiclón y falta de viento. Ese fue el caso del smog de 1952. Toda la contaminación generada por fábricas y hogares quedó aprisionada en la ciudad y en pocos días la concentración de dióxido de azufre en el aire se multiplicó por diez. Arriba, la niebla tóxica no deja ver nada por debajo de esta factoría del East End

Oscuridad y parálisis

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Oscuridad y parálisis

Por debajo de esa capa de polución, en pleno día, las calles quedaron prácticamente a oscuras y el tráfico se interrumpió por falta de visibilidad. El aeropuerto de Heathrow también debió cerrarse. En la imagen, un autobús avanza a oscuras el 6 de diciembre por una calle a orillas del Támesis. 

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Sopa de guisantes de azufre

Quienes vivieron el Great Smog de 1952 recuerdan que la espesa bruma amortiguaba los sonidos y creaba un ambiente de silencio. El smog se presentaba con un color amarillo negruzco (como la sopa de guisantes, popular plato inglés), despedía un fuerte olor a azufre y lo dejaba todo sucio. La fotografía de arriba muestra el ambiente en Piccadilly Curcus en 6 de diciembre de 1952.

Oscuridad y olor a azufre

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Sopa de guisantes tóxica

Aunque desde luego lo más impactante era la pérdida de visibilidad. "Literalmente no podías ver tu mano delante de la cara", recordaba una mujer que vivió la experiencia en su juventud y que explicaba cómo al volver de una fiesta en coche con su novio "chocamos con el smog como con una pared. Era absolutamente sólido. Fue un trayecto terrorífico. Las luces del coche no servían de nada, sólo reflejaban el smog. La única solución fue que yo me bajara y guiara a mi novio asomado a la ventanilla. Teníamos las caras negras, estábamos sucios y agotados". En la imagen, un peatón guía a un automovilista en un puente durante el Great Smog de 1952. 

Perdidos

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Perdidos

Los que se atrevían caminar por las calles de la capital, lo hacían a ciegas. Donald Acheson recordaría avanzar entre tinieblas y "un silencio espeluznante". Este médico evocaba también el efecto desorientador de esa niebla: "para descubrir dónde estaba en una parte de Londres que conocía bien tenía que tantear las paredes de los edificios hasta llegar a la esquina y leer el nombre de la calle".  Arriba, un peatón camina a las dos de la tarde en Ludgate Circus.

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Circular bajo tierra

Ante la imposibilidad de moverse por la superficie, los londinenses abarrotaron el transporte subterráneo, que también se vio afectado. La imagen sobre estas líneas muestra los andenes de la estación de Charing Cross abarrotados a la espera de la llegada del convói de metro el 8 de diciembre, cuando el metro fue el único transporte público operativo de la ciudad.

El portero solitario

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El espectáculo no puede continuar

Los londinenses se quedaron también sin entretenimiento: no sólo se anularon los partidos de fútbol, sino que cerraron los cines y los teatros, pues el smog invadía los interiores. Arriba, el portero del Arsenal, Jack Kelsey, durante un partido antes de que la niebla obligara a detener el juego, una fotografía tomada el 2 de enero de 1954.

Smog mask

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Smog mask

El Great Smog de 1952 marcó un punto de inflexión en la conciencia pública sobre la polución ambiental. La ciudadanía se alarmó al conocerse que como consecuencia del smog murieron 4.000 personas (hoy se calcula que fueron más del doble), en su mayoría ancianos o gente que padecía enfermedades respiratorias. Se propugnó el uso de mascarillas, caseras o de un nuevo tipo diseñado por un médico (smog masks), como la que usa la mujer que escucha las indicaciones del agente en 1953.

La meta de un aire limpio

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La meta de un aire limpio

A pesar de todo, la única solución era ir a la raíz del problema, el consumo privado de carbón. A partir del informe de un comité especial, en 1956 el Parlamento británico aprobó una ley de Aire Limpio que delimitaba zonas urbanas donde estaba prohibido quemar carbón. En Londres, estas zonas se fueron ampliando hasta cubrir más de la mitad de la superficie municipal en 1969.
El resultado fue que de 1950 a 1990 la contaminación ambiental en Londres se redujo hasta diez veces. En las imágenes, un agente mide la calidad del aire en noviembre de 1954.

 Este artículo pertenece al número 232 de la revista Historia National Geographic.