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Nacida en Lausana, Suiza, en 1846, Elisabeth Thompson fue encauzada en la senda del arte por su familia, quienes la inscribieron en escuelas como la Accademia di Belle Arti en Florencia o la Royal Female School of Art en Londres. Sus primeras obras fueron de temática religiosa pero no consiguieron la aceptación de la Royal Academy of Arts, una de las instituciones artísticas más importantes de Inglaterra. Sin embargo este revés en su carrera no truncó sus ansias de seguir creciendo como artista. Durante un viaje a París quedó impresionada por las representaciones militares de pintores como Édouard Detaille o Ernest Meissonier lo que la impulsó a centrarse en este género. Adoptó el nuevo estilo realista de estos artistas como una manera de destacar entre sus colegas masculinos, al introducirlo en Inglaterra combinando el aspecto humano de los soldados con el prestigio de la temática histórica. También vio claramente que para integrarse en el entorno mayoritariamente masculino del arte de su tiempo debía producir obras con valores que fueran vinculados en la sociedad de la época a la masculinidad, como el valor, el sacrificio, la gloria y la fuerza de voluntad ejemplificados en lo militar.
Todos estos cambios desembocaron en la creación de su primera gran obra,The Roll Call (1874) un trabajo sorprendente que se alejaba de las escenas de batalla convencionales para representar un momento de vida cotidiana durante la guerra de Crimea, donde ingleses y franceses se enfrentaron a Rusia entre 1853 y 1856 para poner coto a su expansión por el Imperio Otomano. Este nuevo enfoque le reportó las alabanzas de la crítica, consagrándola como una de las pintoras más importantes del momento y le permitió acceder a la red de galerías y exposiciones montadas por la Royal Academy of Arts para dar a conocer su obra. Precisamente este trabajo, The Roll Call, adquirió un gran éxito cuando se exhibió en la exposición anual de 1874 en la Royal Academy of Arts, requiriendo que un policía fuera apostado junto al cuadro para protegerlo de la multitud.

Scotland Forever, la carga de los grises escoceses durante la batalla de Waterloo, fue un cuadro pintado por Lady Butler en 1881 y actualmente se encuentra en la Leeds Art Gallery.
Foto: CordonPress

La defensa de Rorke's Drift pintado por Lady Butler en 1880.
Foto: CordonPress
El realismo de los cuadros de batallas
Al margen de sus sensibilidades ideológicas el valor de la pintura de Thompson reside en el gran realismo que transmiten sus escenas, basado en un concienzudo trabajo de preparación con modelos y material de la época. Al alejarse de representaciones idealizadas también consiguió llegar al espectador haciendo las batallas y otras escenas militares más cercanas y creíbles.
Para conseguir este realismo Lady Butler combinó la natural suciedad de la guerra con el romanticismo del valor en la batalla. En un período de plena expansión del Imperio Británico, sus obras pronto se convirtieron en la representación visual de los ideales que justificaban la guerra, tornándose de este modo en propaganda. Pese a todo, las duras derrotas británicas a fines de siglo durante las Guerras de los Bóeres en Sudáfrica, provocaron que el público se decantara hacia imágenes de gloria y heroísmo alejadas del sufrimiento y humanidad de su obra, lo que provocó que Elisabeth perdiera gran parte de su popularidad.
Pero, si su nombre es Elisabeth Thompson, ¿por qué es conocida como 'Lady Butler'? La explicación debemos buscarla en el ámbito personal. Elisabeth Thompson se casó con el teniente general irlandés sir William Butler, un oficial que sirvió en campañas tan destacadas como la guerra anglo-zulú o la invasión de Sudán, con quién que tuvo seis hijos y de quien tomó el apellido por el que se la conoce popularmente. La influencia política de su marido se hizo notar en dos pinturas alejadas de su temática habitual que reflejan las duras condiciones de vida de los católicos irlandeses. Evicted retrata a una mujer desalojada por su terrateniente y Connaught Rangers muestra al ejército como única alternativa para una población empobrecida. Debido a la bélica profesión de su marido, viajó por todo el imperio según sus distintos destinos militares, conociendo de primera mano alejados países como Egipto, Palestina y Sudáfrica. Al retirarse William del servicio activo, ambos se fueron a vivir a Irlanda al castillo de Bansha, en el condado de Tipperary, Irlanda. Tras enviudar en 1910 permaneció en Bansha hasta 1922, cuando se mudó con uno de sus hijos al castillo de Gormanston, en el condado de Meath, cerca de Dublín, donde pasó sus últimos años hasta su muerte en 1933.