Àlex Sala
Periodista especializado en Arte e Historia del Arte
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El domingo 29 de mayo de 2022 un individuo lanzó una tarta sobre la Mona Lisa ante la mirada incrédula de los centenares de visitantes que observaban en ese momento la icónica obra del Museo del Louvre. La pintura no sufrió daños gracias a la protección del cristal blindado con la que cuenta desde hace más de seis décadas y los restos de crema pudieron ser limpiados con rapidez por el personal del museo. Ha sido el último de los ataques que ha sufrido la obra maestra de Leonardo da Vinci. El responsable iba disfrazado y ocultaba su rostro bajo una peluca. Se valió de una silla de ruedas para avanzar hasta la primera línea de los espectadores que estaban admirando La Gioconda en ese momento y estampar un pastel sobre el cristal blindado que protege la obra. Cuando los miembros de seguridad del museo se lo llevaban gritaba: "¡Hay gente que intenta destruir la Tierra. Pensad en la Tierra! Es por ella que he hecho esto".

Los restos de tarta todavía visibles en la Mona Lisa después del ataque del domingo 29 de mayo.
Foto: @MSergio_
No es el primero (ni el segundo) ataque que sufre la tabla pintada por Leonardo da Vinci a inicios del siglo XVI. Durante los últimos 100 años, la Mona Lisa ha sufrido un robo y varias agresiones, con pintura, el lanzamiento de una taza y una pedrada que ha dejado la marca más visible en ella.
El robo de La Gioconda
El 22 de agosto de 1911, el personal del Museo del Louvre se dio cuenta de que la Mona Lisa había desaparecido del lugar que entonces ocupaba, el Salon Carrée. Nadie sabía qué había pasado. Los trabajadores del museo buscaron la obra por todas partes, sin éxito. El robo de arte más famoso de la historia copó la portada de todos los diarios. El cuadro fue reproducido en multitud de formatos y tras la reapertura del museo, los curiosos hacían cola para visitar el espacio vacío que antes ocupaba en el museo. La Gioconda, hasta entonces un cuadro muy valorado entre los entendidos pero casi desconocido por el público en general, se convirtió en el icono popular que todavía es en la actualidad.

El lugar vacante en el Salón Carrée del Museo del Louvre tras el robo de la Mona Lisa en 1911.
Foto: CC
Nada se supo de la obra durante dos años, hasta que Vincenzo Peruggia, un extrabajador del museo, intentó venderla en Florencia. El ladrón, que la había mantenido en su poder todo ese tiempo, fue detenido y la pintura restaurada a su legítimo propietario sin haber sufrido daños de consideración. A pesar de las circunstancias, parece que el ladrón tuvo mucho cuidado con la obra. Décadas más tarde, la Mona Lisa, fue protegida de otro más que seguro intento de "robo". Durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundialfue evacuada del museo y trasladada a diversos lugares secretos de Francia para burlar la persecución de los nazis.
Una pedrada
Una década después del final de la guerra, en 1956, la Gioconda sufrió un nuevo ataque. El día de fin de año, un desequilibrado lanzó una piedra contra el cuadro que impactó en el cristal de protección de la obra rompiéndolo y provocando el desprendimiento de la capa pictórica a la altura del codo izquierdo de la Mona Lisa. Son los daños más evidentes que ha sufrido la obra y que todavía pueden apreciarse a simple vista a pesar de la restauración a la que fue sometida la pintura.

El codo izquierdo de la Mona Lisa, en el que se puede apreciar a simple vista el daño causado por el impacto de una piedra en el cuadro en 1956. A la izquierda una radiografía en la que se observa claramente la falta de pintura en la zona.
Foto: Louvre
El ataque que nunca existió
La Mona Lisa es tan especial que incluso parece haber sufrido un ataque falso. La historia, repetida centenares de veces en multitud de artículos y páginas web habría ocurrido pocos meses antes de la pedrada, el mismo año. El relato es muy impreciso y muy escueto, y siempre con las mismas palabras: "un hombre roció con ácido la obra dañando su parte inferior". Esta leyenda se ha ido extendiendo como la pólvolra y la historia es repetida en todos los idiomas, llegando a especificar a veces que se trataba de ácido sulfúrico. En unos casos la agresión habría sido obra de un hombre, en otros, de una mujer.
Pues bien, parece que este atentado no es más que una leyenda y en el Museo del Louvre no tienen constancia de estos hechos: "No se ha producido ningún ataque con ácido sobre la tabla que haya producido daños en el cuadro. Esta historia es falsa", apuntan a esta revista los conservadores del Departamento de pinturas del museo.
El impacto de una pedrada lanzada por un desequilibrado en 1956 ha provocado los daños más evidentes a la pintura, haciendo saltar la pintura de esa zona.
En cualquier caso, después de la pedrada recibida, los conservadores del Museo del Louvre decidieron aumentar las medidas de seguridad de la obra todavía más y sustituyeron el cristal protector, que había demostrado no ser efectivo al 100%, por otro blindado a prueba de balas. Este nuevo cristal permitió que la pintura escapara sin daños de un nuevo ataque en 1974, esta vez con pintura. Durante la exhibición de la obra en el Museo Nacional de Tokio, una mujer arrojó pintura roja sobre la tabla para protestar contra la política del museo, que dificultaba el acceso al mismo a las personas discapacitadas.
Agresiones en el siglo XXI
Aunque el ataque no tuvo consecuencias físicas para la Mona Lisa, los responsables del Museo del Louvre decidieron que la obra nunca más volviera a salir de sus instalaciones para minimizar cualquier riesgo. Pero eso no la ha librado de nuevos ataques. A pesar de las decenas, incluso centenares, de personas que se agolpan frente a ella todos los días, al menos dos personas han logrado ponerse frente a ella para realizar sus acciones reivindicativas en el siglo XXI. La primera fue una mujer rusa que en 2009 lanzó sobre el cuadro la taza que acababa de comprar en la tienda del museo como acto de protesta, parece ser, porque las autoridades francesas le habían denegado la ciudadanía francesa. Otra vez el cristal blindado cumplió su cometido y la taza de porcelana quedó hecha añicos sin dejar ninguna marca sobre la obra.
Este había sido el último ataque sufrido por la Gioconda hasta la que ha protagonizado el joven "armado" con una tarta en 2022. Y es que la fama y la repercusión que tiene todo aquello relacionado con la obra maestra de Leonardo da Vinci aseguran que sea un goloso objetivo para todo aquel que quiera dar a conocer su causa llevando a cabo un acción que tendrá una repercusión mundial.