El pintor pendenciero

Judit decapitando a Holofernes, la sanguinaria obra maestra de Caravaggio

Judit decapitando a Holofernes

Judit decapitando a Holofernes

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El 29 de septiembre de 1571, hace justo 452 años, nacía el pintor Michelangelo Merisi, mundialmente conocido por el nombre de la localidad de la que provenía su familia, Caravaggio. El estilo realista, dramático y violento de su pintura encajó a la perfección con los nuevos aires artísticos de la segunda mitad del siglo XVI en Europa, marcada por las convulsiones religiosas que provocó la Reforma protestante. La jerarquía católica se atrincheró en sus dogmas y demandó escenas dramáticas que apelasen a las emociones de los feligreses, cada vez más alejadas de la idealización renacentista.

Judit decapitando a Holofernes es un ejemplo perfecto de ello. La pintura recrea una historia bíblica –repudiada por el protestantismo– convertida en alegoría del Bien venciendo al Mal. Con su magistral uso del claroscuro, el pintor tenebrista centró el foco de atención en una escena tan sanguinaria y realista que llegó a escandalizar a los propios promotores de la nueva filosofía estética, que podían ver en la pintura detalles de los bajos fondos que el pintor frecuentaba.

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Salvadora de Israel

El Libro de Judit, en el Antiguo Testamento, relata el asedio de la ciudad de Betulia durante la campaña de invasión de Israel dirigida por el general Holofernes. Cuando todo parecía perdido y los hebreos iban a rendirse, la viuda Judit entró en el campamento enemigo, sedujo al general y tras una noche de fiesta y borrachera, esperó a que se durmiera para cortarle la cabeza. Al mostrarles la cabeza del general, insufló el ánimo en sus conciudadanos, mientras los asediadores huyeron despavoridos tras hallar el cadáver decapitado de su líder. Sobre estas líneas, el relato recreado en una miniatura francesa del siglo XIV.

El encanto de la violencia

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Asesina virtuosa

El episodio, de dudosa fiabilidad histórica, quedó como una alegoría del triunfo del Dios verdadero y la victoria del Bien contra el Mal. Durante el Renacimiento, Judit era presentada como una mujer virtuosa, retratada casi como una virgen María, obviando el lado más sanguinario de la historia. En 1470, Sandro Botticelli recreó el Regreso de Judit a Betulia (arriba) en una imagen etérea e idealizada. Judit sostiene una espada (en la que no se ve restos de sangre) en una mano y una rama de olivo, símbolo de la paz, en la otra. Su criada porta la testa cortada de Holofernes en una canasta.

El encanto de la violencia

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El encanto de la violencia

En el siglo XVI, la Iglesia y los reinos católicos estaban inmersos en una lucha a muerte contra calvinistas, luteranos y demás reformadores. La guerra se libraba en el campo de batalla –el factor religioso es una de las claves, por ejemplo, de la guerra de independencia en los Países Bajos contra la corona española– y también en el artístico. El episodio de Judit se convierte en una alegoría de la lucha contra los nuevos herejes protestantes y la protagonista de las obras renacentistas se vuelve más humana. Pasa de ser una virgen a una Eva de mirada afilada y desafiante, como la de esta pintura de Lucas Cranach (1530) en la que una Judit vestida de forma opulenta devuelve una mirada hasta cierto punto seductora al espectador.

El asesinato

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El asesinato

La composición de Caravaggio va un paso más allá y por primera vez en la Historia del Arte se sitúa en el momento culminante de la historia, el asesinato de Holofernes. Así se describe en el Libro de Judit: "Todos se fueron a dormir, rendidos de tanto beber. En la tienda quedaron solo Judit y Holofernes, que estaba tendido en su lecho, totalmente borracho [...] Se dirigió hasta la columna del lecho próxima a la cabeza de Holofernes, descolgó su espada, se acercó al lecho y, sujetando la cabeza por el pelo, dijo: 'Dame fortaleza en este momento, Señor, Dios de Israel'. Entonces, con todas sus fuerzas, le asestó dos golpes en el cuello y le cortó la cabeza".

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Terror ante la muerte

Caravaggio recreó a Holofernes (todavía vivo) ante su inminente muerte emitiendo un último y desgarrador grito. El gigante está representado con el rostro del propio artista. Roma era en esa época una ciudad violenta, llena de malechores en la que había tantas cabezas de bandidos ejecutados colgadas de las estacas como melones en el mercado, según testimonios de la época. El propio pintor frecuentaba esos bajos fondos de la ciudad pontificia y se vio inmerso en multitud de peleas llegando, incluso a estar envuelto en la muerte de un hombre.

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determinación y repugnancia

La Judit de Caravaggio no se abalanza sobre su víctima arremangada (quizá como símbolo de su disposición a acometer su tarea), su rostro transmite determinación pero también repulsión hacia su acto. El humilde vestido campestre que viste o sus pendientes sitúan la escena no varios siglos antes de Jesucristo, sino en la época que vivió el pintor. 

Una conocida de Roma

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Una conocida de Roma

La contemporaneidad de la obra llega al punto que Caravaggio escogió como modelo para la protagonista de la pintura una mujer que él mismo conocía. Se trata de Maddalena Antognetti, Lena, que según los registros podía ser vista en la plaza Navona, es decir, era prostituta. La mujer pasaba por ser la amante del pintor y posó como modelo para él en al menos siste pinturas, algunas de ellas haciendo de Virgen.

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Marilla Sicilia/Mondadori Portfo / Cordon Press

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Cómplice en el crimen

Junto a ella, la vieja sirvienta, esta sí, anónima. El extraordinario uso de la técnica del claroscuro hace que surja de las sombras como una aparición. Sus rasgos contrastan poderosamente con la belleza de Judit, su piel está surcada de arrugas y marcas de vejez que delatan una vida dura. Caravaggio es también original en este sentido, ya que según el relato bíblico, Judit estaba sola en la habitación, mientras que el pintor situó a su sirvienta con ella, lo que sin duda dota de un mayor dramatismo a la escena.  

Instantánea mortal

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Instantánea mortal

La particular maestría de Caravaggio en su dominio de la iluminación y el claroscuro convierten la escena más que en un retrato en una especia de fotografía que capta un instante fugaz. El potente foco de luz que penetra por la izquierda del espectador ilumina a los tres personaje (sobre todo a Judit) y deja el resto de la escena en penumbra, haciendo que las siluetas de los protagonistas parezcan recortadas y dando volumen a la pintura. Este particular estilo, que se ha dado en denominar tenebrismo, fue el paso previo al nacimiento de la pintura barroca.

Una segunda versión

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Una segunda versión

Casi una década después, Caravaggio realizaría una segunda versión de esta obra. La pintura fue descubierta por casualidad en Toulouse en 2016 y solo hace pocos años que se confirmó su autoría. Las diferencias se evidencian en el fondo de la escena, la posición y la ropa de los protagonistas, en el arma con la que se comete el asesinato y el rostro de la víctima.

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Asesinato posado

Judit ya no mira a su víctima, lo que tal vez resta naturalidad a la escena, y esta vez su ropa sí parece acorde con el elevado estatus del que gozaba, según el relato del Antiguo Testamento. Las arrugas que surcan la cara de su sirvienta parecen mucho más exageradas y el grotesco hinchazón del cuello delata que padecería bocio, el hinchazón de la glándula tiroides provocado por el déficit de yodo, un trastorno asociado a la mala alimentación de las clases más desfavorecidas.

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Conocimientos anatómicos

Esta segunda pintura evidencia la mejora de los conocimientos anatómicos de Caravaggio respecto al original. La sangre parece brotar del cuello de Holofernes de forma mucho más coherente con la hemorragia producida por la sección de la arteria carótida, que arrojaría un gran chorro de sangre con cada latido del corazón todavía en funcionamiento, manifestado en dos oleadas que surgen de forma parabólica y no recta.

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Ullstein / Cordon Press

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Una influencia perdurable

La aproximación caravaggiesca al episodio de Judit ejerció una gran influencia sobre grandes pintores incluso siglos después. A partir de su novedoso tratamiento, muchos de ellos comenzaron a retratar ese momento íntimo y sanguinario en sus obras. Como Artemisia Gentileschi, seguidora del maestro tenebrista, que logró dotar a su judits de una pasión y ferocidad incluso superiores a las de su maestro. Sobre estas líneas, Judit y su sirvienta con la cabeza de Holofernes, recreadas a la luz de una vela con el estilo tan particular y reconocible de Pedro Pablo Rubens en 1616.

Para saber más

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