Esta singular historia empieza cuando un granjero sudafricano llamado Albert Marr encontró a un babuino chacma en su granja de las afueras de Pretoria, en Sudáfrica. El hombre capturó al desorientado animal, al que llamó Jackie, y lo empezó a adiestrar para que lo ayudase en algunas sencillas labores agrícolas. Marr le cogió cariño a Jackie y lo trataba como si fuera uno más de familia, hasta que en 1914 sucedió algo que lo cambiaría todo: el estallido de la Primera Guerra Mundial. Sin pensárselo dos veces, Marr se presentó en la oficina de reclutamiento de la ciudad de Pretoria para alistarse en el ejército. Pero no pretendía alistarse él solo. Los oficiales se quedaron sorprendidos cuando Marr solicitó permiso para que Jackie le acompañase, y sorprendentemente, el granjero fue autorizado a alistarse en compañía de su babuino.
Durante la Gran Guerra, como también es conocido el primer gran conflicto del siglo XX, Marr y Jackie lucharon en la batalla del Somme, una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial. Jackie demostraría una fidelidad a su amigo absolutamente encomiable. Permaneció junto a Albert cuando este fue herido, y mientras esperaban a los sanitarios, la explosión de un obús causó que el babuino perdiese una pierna a causa de la metralla. Jackie fue condecorado y ascendido a cabo, pero no terminó sus días plácidamente, ya que murió en un incendio en el año 1921.
Jackie, un babuino fuera de lo normal
Cuando Albert Marr y Jackie se incorporaron a su regimiento, al principio los demás soldados ignoraron al babuino. Pero la actitud de Jackie distaba mucho de ser la de un mono salvaje. Jackie se mezclaba entre los soldados y les encendía cigarrillos, en la mesa usaba el cuchillo y el tenedor para comer e incluso utilizaba un vaso para beber agua. Aprendió a permanecer firmes en posición de descanso con las manos a la espalda y a saludar a sus superiores. Jakie también realizaba las tan temidas guardias nocturnas, y gracias a su agudo oído y desarrollado olfato percibía antes que nadie cualquier tipo de movimiento. El comportamiento de Jackie era tan increíble que el babuino acabó ganándose el afecto de toda la brigada, que acabó por adoptarlo como mascota.
Jackie se mezclaba entre los soldados y les encendía cigarrillos, en la mesa del comedor usaba el cuchillo y el tenedor para comer e incluso utilizaba un vaso para beber agua.

Albert Marr sostiene a Jackie tras la amputación de su pierna.
Foto: South Africa War Graves Project

Jackie haciendo el saludo militar junto a su regimiento.
Foto: South Africa War Graves Project
Como premio a su comportamiento, Jackie recibió su propio uniforme con botones de bronce e insignias del regimiento y una gorra, y participaba de la instrucción militar junto a su amigo Albert, e incluso recibió su propio libro de pagas. Jackie estaba tan bien educado que permanecía pacientemente en la cola para recibir su ración de comida como cualquier otro soldado. De hecho Jackie era, en todos los sentidos, el soldado perfecto. Marr y Jackie estaban encuadrados en la South African 1st Infantry Brigade, la cual recibió su bautismo de fuego el 26 de febrero de 1916 en la batalla de Agagia, en el desierto occidental de Egipto, donde se enfrentó, junto a una fuerza combinada del Imperio británico, a los otomanos y rebeldes sanusíes libios. Durante la refriega, un disparo hirió a Albert Marr en el hombro y durante el tiempo que permaneció en el suelo esperando la llegada de los sanitarios estuvo acompañado en todo momento por el leal Jackie, que no se separó de él mientras le lamía la herida y le acariciaba el rostro.
La vida en las trincheras
Una vez en Europa, la brigada de Marr y Jackie fue destinada a la terrible campaña del Somme, en Francia. Allí, ambos iban a conocer la dureza de las trincheras: el acosos de los francotiradores alemanes, el bombardeo constante de la artillería, los gases tóxicos, las ratas y el frío. La vida en las trincheras era agotadora física y mentalmente, aburrida y los hombres vivían constantemente con el temor a morir en cuanto se diera la orden de atacar. Los soldados compartían su día a día con la muerte, viendo cómo los cadáveres de sus compañeros se descomponían ante ellos, frente a las trincheras. El sueño y el cansancio eran asimismo una constante. Víctimas de la depresión, el agotamiento y sin apenas ánimos para vivir y seguir luchando, muchos de ellos cayeron en graves desórdenes mentales, especialmente durante los últimos años de la guerra. Fue en aquel escenario tan desolador donde Jackie adquirió un enorme protagonismo, ya que el fiel babuino se encargó de mantener alta la moral de la tropa. Además, gracias a su sexto sentido, Jackie podía intuir un posible bombardeo enemigo o un asalto a la trinchera del enemigo que atravesaba la tierra de nadie (la zona que se extendía entre las trincheras de ambos bandos), anticipando de esta manera una posible defensa.
En Europa, Jackie y su amigo Albert iban a conocer lo que era la vida en las trincheras: el acosos de los francotiradores alemanes, el bombardeo constante de la artillería, los gases tóxicos, las ratas y el frío.

Jackie comparte la trinchera junto a sus compañeros de regimiento.
Foto: South Africa War Graves Project

Jackie saluda a una niña durante su gira con la Cruz Roja.
Foto: South Africa War Graves Project
Tras casi tres años de guerra en el frente Occidental, en los que ningún contratiempo de excesiva gravedad había afectado hasta el momento a Albert y a Jackie (incluso habiendo participado en la batalla del Somme o en Ypres en 1918), las cosas empezaron a torcerse cuando durante una refriega, Jackie, sin atender a los desesperados gritos de Albert para que se pusiera a cubierto, comenzó a construir un refugio con piedras para proteger a su amigo. En ese preciso instante estalló un obús cerca de ellos y la metralla los hirió a ambos. Cuando llegaron los camilleros, Albert estaba inconsciente en el suelo y Jackie seguía apilando piedras, arrastrando su pierna derecha que había quedado destrozada por el impacto de la metralla. Rápidamente ambos fueron evacuados a un hospital de campaña donde a Jackie le tuvieron que amputar la pierna. Tras varias semanas de convalecencia, los dos se recuperaron y Jackie fue ascendido a cabo además de ser condecorado con la medalla al valor.
La leyenda de Jakie
Al finalizar la guerra, Albert y Jackie fueron licenciados y el babuino, convertido ya en toda una celebridad, fue condecorado con una nueva medalla: la Pretoria Citizen’s Service Medal. La singular pareja acompañó a la Cruz Roja en una gira que serviría para recaudar fondos destinados a los soldados heridos en combate. Terminada la gira, ambos volvieron por fin a su granja en Sudáfrica, donde desgraciadamente Jackie no pudo disfrutar mucho tiempo de su bien ganada tranquilidad. El animal murió el 22 de mayo de 1921 a consecuencia de las quemaduras sufridas durante un violento incendio que arrasó la granja de Albert Marr. Este logró sobrevivir y falleció mucho después, en 1973, a la edad de 84 años. Durante todos esos años no hubo un solo día en que el granjero no echara de menos a su inseparable amigo Jackie, el único babuino en el mundo que logró cobrar una paga de cabo en la infantería del ejército sudafricano, así como el único de su especie que luchó valerosamente junto a su unidad durante la Primera Guerra Mundial.