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Las puntas de flecha más antiguas tienen unos 64.000 años y fueron excavadas en la cueva Sibudu, en Sudáfrica. No muy lejos, en la cueva de la Frontera, se recuperaron puntas de flecha, de época posterior, con restos de veneno. En la Odisea, Homero se refiere a Éfira como el lugar al que se dirigió "en su rauda nave Odiseo para solicitar un veneno mortífero con el que le fuera posible untar sus flechas de punta broncínea". La caza con arco persiste actualmente en unas pocas comunidades indígenas alrededor del mundo: los pumé de Venezuela, los aché del Paraguay, los haddad del Chad, los hadzas de Tanzania, en algunas tribus nativas norteamericanas y en varias comunidades san de Sudáfrica. "La caza con arco probablemente fue muy importante para la evolución biológica y cultural de los humanos, pero estamos perdiendo la oportunidad de entender este período crucial porque estos grupos de cazadores-recolectores, con hombres responsables de la caza de animales y mujeres responsables de la recolección de frutas, bayas, túberculos y frutos secos, se han vuelto cada vez más sedentarios y las antiguas prácticas están desapareciendo en todo el mundo", explican los investigadores Caroline Chaboo, Megan Biesele, Robert Hitchcock y Andrea Weeks en un artículo recientemente publicado en ZooKeys. Para preservar todo este saber milenario, el equipo de investigación, dirigido por Caroline Chaboo de la Universidad de Kansas, documentó el uso de flechas envenenadas para la caza por parte de nueve comunidades san de Botsuana y Namibia, que siguen cazando como lo hacían sus antepasados.
Un paralizante de acción lenta
Los san, más conocidos como bosquimanos, utilizan flechas para cazar grandes presas como el antílope, el búfalo, el guepardo, el alce africano, el elefante, la gacela, la jirafa, el impala, el león y la cebra. "El veneno aplicado en las flechas es un paralizante de acción lenta", según Chaboo, porque "el animal continúa corriendo tras ser alcanzado, pero pocas horas después se encuentra cada vez más incapacitado para moverse correctamente y al final se desploma. Entonces el cazador lo remata". Los bosquimanos extraen estos venenos letales de plantas y animales. Chaboo, como entomóloga, se ha interesado especialmente por el veneno procedente de los escarabajos. "En general, las larvas de escarabajo se recogen cavando el suelo alrededor del huésped [el individuo que las desarrolla]. Seleccionan las pupas y, después, las abren y extraen las larvas. Algunos cazadores san exprimen los fluidos del escarabajo directamente sobre la punta de flecha o preparan un brebaje añadiendo jugos vegetales. La persona encargada de preparar las flechas actúa muy cuidadosamente al manipular los materiales, al almacenar las flechas envenenadas y al sacar las pupas restantes fuera de la comunidad", añade Chaboo. Por otro lado, la finalidad biológica del veneno en escarabajos y plantas continúa siendo dudosa. "Esta es la gran cuestión que hay que resolver", afirma la entomóloga. "Creemos que esta toxina es una proteína que tiene un valor fisiológico para el insecto, puede que al protegerlo de climas secos y rigurosos cuando está en la superficie o incluso como una defensa contra los depredadores. Las larvas de escarabajo ya tienen otros dos mecanismos defensivos: sus pupas duras y su localización bajo tierra", agrega.