Mitos y ciencia

Investigadores reconstruyen el rostro de un supuesto "vampiro" del siglo XIX

La apariencia de un granjero de Connecticut, al cual se acusó de ser un vampiro tras su muerte a causa de la tuberculosis en el siglo XIX, y que fue enterrado según las costumbres de la época para evitar que se levantara de su tumba y pudiera chupar la sangre a los vivos, ha vuelto a ver la luz gracias a una moderna reconstrucción facial.

Reconstrucción facial de JB55 (John Barber) realizada por el artista forense Thom Shaw.

Foto: Parabon Nanolabs

Cuando encontraron los restos de JB55, alguien había colocado los huesos de sus brazos y sus tibias cruzados sobre su pecho formando una equis. Esta era la peculiar forma que en el siglo XIX tenían de enterrar a la gente que era considerada, por múltiples y diversos motivos, peligrosos vampiros. En aquellos tiempos se pensaba que de esta manera podía evitarse que estos no-muertos se levantasen de sus tumbas durante la noche y chupasen la sangre de los vivos.

La tumba se descubrió en el año 1990 en la pequeña localidad de Griswold, en Connecticut, el estado más al sur de la región de Nueva Inglaterra, en el noreste de los Estados Unidos. El individuo allí enterrado era un hombre de mediana edad que había muerto en el siglo XIX y cuyos últimos días no fueron muy agradables. De hecho, su apariencia física fue cambiando poco a poco y su comportamiento se hizo cada vez más errático. Su piel adquirió un color amarillo pálido, sus ojos se enrojecieron e hincharon y en la comisura de los labios aparecieron manchas de sangre debido a la recurrente tos. Hace dos siglos no era de extrañar que una persona con una apariencia como la suya fuera confundida con un vampiro, aunque sin embargo la realidad era bien distinta.

Usando ADN extraído de su cráneo, un artista forense creó una reconstrucción facial de un hombre que se cree que fue considerado un vampiro en el siglo XIX. 

Foto: Parabon Nanolabs

Un dramático final

Para lograr desvelar el misterio, en colaboración con el Laboratorio de Identificación de ADN de las Fuerzas Armadas estadounidenses, un grupo de investigadores de Parabon NanoLabs, empresa con sede en Reston, Virginia que se dedica al desarrollo de nanofármacos y proporciona servicios de fenotipado de ADN (un tipo de estudio que determina los rasgos de una persona, como la estatura, el color de ojos y el grupo sanguíneo), ha descubierto, tras analizar las costillas de este hombre (conocido como JB55 por las siglas que se habían grabado en su ataúd), que la causa de su muerte fue en realidad la tuberculosis, una enfermedad infecciosa que estaba muy extendida en el siglo XIX. Estos resultados, así como una reconstrucción del rostro de este individuo, se han presentado en un Simposio Internacional sobre Identificación Humana celebrado en Washington.

Tras analizar las costillas de JB55, los investigadores han establecido que JB55 murió a causa de la tuberculosis, una enfermedad infecciosa que estaba muy extendida en el siglo XIX.

Una práctica común era enterrar a los presuntos vampiros con brazos y piernas cruzados para que no pudieran resucitar de entre los muertos.  

Foto: MDPI, Basilea, Suiza.

Pero ¿por qué los contemporáneos de JB55 pensaron que era un vampiro? Con toda seguridad, el desconocimiento sobre la tuberculosis y su propagación llevó a la población en el pasado a asociar el vampirismo con esta terrible enfermedad. "Por supuesto, JB no era un vampiro, pero se creía que era un no-muerto en su tumba, capaz de abandonarla y [alimentarse] de miembros vivos de la familia, que propagaban tisis/tuberculosis", ha declarado Nicholas Bellantoni, arqueólogo y profesor de Antropología de la Universidad de Connecticut que participó en la excavación de la tumba de este hombre durante la década de 1990. Es posible que tras de su muerte, JB55 fuese desenterrado y alguien le "retorciera" los miembros según la tradición para evitar que pudiera levantarse de su tumba por las noches.

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John Barber era humano

Tras el estudio que se llevó a cabo en el año 2019, y que se publicó en National Library of Medicine, los investigadores creyeron poder identificar a aquel desconocido tras más de doscientos años. Así, según los resultados obtenidos gracias al análisis de ADN, los investigadores piensan de que es muy posible que JB55 fuera en realidad un individuo llamado John Barber, que tenía unos 55 años cuando murió. Para llegar a esta conclusión, se llevó a cabo una exhaustiva búsqueda en los registros históricos que finalmente les condujo hasta el obituario de un individuo llamado así y que fue enterrado en el mismo cementerio. Los estudios de ADN realizados han tratado asimismo de buscar algún tipo de relación de parentesco del supuesto "vampiro" con otro individuo enterrado en el mismo cementerio para determinar si JB55 era realmente el John Barber de los registros y cómo era su apariencia física. "Las muestras de huesos viejos son un desafío porque el código genético puede estar muy degradado y mezclado con otros elementos, como por ejemplo bacterias", aseguran en un comunicado los científicos de Parabon NanoLabs.

Los estudios de ADN han tratado de buscar algún tipo de relación de parentesco del supuesto 'vampiro' para determinar si JB55 era realmente John Barber.

Imagen en 3D del cráneo del difunto John Barber.

Foto: Parabon Nanolabs

Para secuenciar el genoma, se analizó cada componente del ADN unas 30 veces, un proceso que se conoce como "cobertura 30X". De esta manera se pudo determinar que JB55 debía de tener la piel clara, los ojos color avellana, el cabello negro e incluso algunas pecas en la cara. Con estos resultados, y con una imagen en 3D del cráneo, el artista forense Thom Shaw pudo devolver a la vida al supuesto vampiro.

El análisis de ADN de los restos permitieron obtener importantes detalles del físico del supuesto vampiro.

Foto: Parabon Nanolabs

Al mismo tiempo, y para determinar si la otra persona enterrada en el mismo cementerio era pariente de JB55, también se secuenció su ADN, y a pesar de que la calidad era peor que la del anterior, los investigadores lograron determinar que ambos individuos eran primos en primer grado. Finalmente, los investigadores compararon los resultados genéticos de los dos hombres con el árbol genealógico de sus supuestos antepasados que tuvieran el apellido Barber y que hubieran vivido en Nueva Inglaterra entre los siglos XVIII y XIX. "El test respalda la hipótesis de que la identidad del supuesto vampiro muy probablemente era la de John Barber", concluyen los científicos de Parabon NanoLabs.

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