Increíbles hallazgos en las cuevas ancestrales de la península de Yucatán

Los investigadores han encontrado una mandíbula de gonfoterio, un cráneo humano de los primeros pobladores de la península de Yucatán, un altar maya y una vasija completa también maya

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Foto: proyecto Gran Acuífero Maya, INAH

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Mandíbula de gonfoterio

Fragmento de la mandíbula de un posible gonfoterio, un antepasado de los elefantes actuales, de más de 10.000 años de antigüedad.

Foto: proyecto Gran Acuífero Maya, INAH

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Suturas craneales

Suturas craneales en un cráneo sumergido en una cueva.

Foto: Leyla Ortega / proyecto Gran Acuífero Maya, INAH

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Altar maya

Altar maya recubierto de estuco y del período Posclásico Temprano (900-1200 d.C.).

Foto: Leyla Ortega / proyecto Gran Acuífero Maya, INAH

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Altar maya

El altar maya presenta relieves con figuras antropomorfas, zoomorfas y algunas abstractas. La ofrenda consiste en un gran fragmento de estalagmita, una formación calcárea que los mayas vinculaban con la fertilidad.

Foto: proyecto Gran Acuífero Maya, INAH

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Vasija sumergida

Vasija maya que se encontraba completa a diez metros de profundidad y a 500 metros de la entrada de una gran cueva inundada.

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Las cavidades ancestrales de Quintana Roo, en la península mexicana de Yucatán, están deparando unos hallazgos asombrosos, de procedencia humana y animal. El proyecto Gran Acuífero Maya, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, con la participación de National Geographic Society, consiste en la exploración de diferentes cuevas, varias de ellas inundadas, en las zonas de Muyil, Tulum y Chumpón. Un equipo de geólogos, biólogos, arqueólogos y exploradores subacuáticos interviene en los trabajos, dirigidos por Guillermo de Anda. Los hallazgos pueden revelar información sobre el cambio climático, sobre los primeros pobladores de América, especialmente en la península de Yucatán, y sobre las manifestaciones materiales de los ritos mayas, según explica el INAH en un comunicado reciente.

En una cueva sumergida se ha descubierto un fragmento enorme de la mandíbula de un animal del último período glacial, de más de 10.000 años de antigüedad. El fragmento óseo parece pertenecer a un gonfoterio, un antepasado de los elefantes actuales, y presenta al menos cinco piezas dentales todavía articuladas. También se ha encontrado un cráneo humano prácticamente completo y cubierto por una capa de mineral endurecido o concreciones, que requieren de un goteo constante durante cientos de años, por lo que debió de estar expuesto en un ambiente seco antes de que se inundara la cueva. El cráneo podría superar los 10.000 años de antigüedad y, por tanto, podría ser de uno de los primeros pobladores de la zona.

En la silenciosa profundidad de una cueva ha aparecido un altar maya del período Posclásico Temprano (900-1200 d.C.), revestido todavía de estuco y que, según el explorador subacuático Robert Schmittner, es el mejor preservado de los que se conocen en la zona. En sus relieves presenta figuras antropomorfas, zoomorfas y algunas abstractas y la ofrenda consiste en un gran fragmento de estalagmita, una formación calcárea que los mayas vinculaban con la fertilidad. Por último cabe destacar el hallazgo de una vasija maya, posiblemente de la misma época, que se encontraba completa a 500 metros de la entrada de una gran cueva inundada y a diez metros de profundidad. La pieza cerámica "pudo ser depositada cuando el nivel del agua era más bajo, durante alguna etapa de extremo estrés climático, ocasionado por una de las fuertes sequías documentadas por los paleoclimatólogos", según Guillermo de Anda.