Un equipo interdisciplinar compuesto por 26 personas, entre arqueólogos, antropólogos, expertos en geología, geomorfología y técnicas analíticas (que participan en una investigación patrocinada con el Gobierno de Navarra y que cuenta con el concurso del Instituto Internacional de Estudios Prehistóricos de la Universidad de Cantabria), dirigido por Pablo Arias, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria e investigador del IIIPC y por Jesús García Gazólaz, especialista en la transición del Mesolítico al Neolítico en el valle del Ebro, acaba de terminar la extracción de los restos conocidos como el Hombre de Loizu, que han sido calificados como "un hallazgo excepcional". Este individuo, un varón que tiene más de 11.700 años (lo que lo convierte en el cuerpo humano más antiguo descubierto en Navarra), es uno de los esqueletos mejor preservados de la Prehistoria, y ha podido ser datado mediante el análisis de uno de sus dientes que confirma que vivió hacia 9.700 a.C.
Amortajado y cubierto de ocre
Los restos de este individuo, que han yacido cerca de doce mil años en el interior de una cueva cerca de la localidad navarra de Erro, la conocida como Errotalde I (en el concejo de Aintzioa-Loizu), fue descubierto en noviembre de 2017 por el grupo de espeleólogos Sakon a unos 200 metros de la entrada, en un pequeño ensanchamiento. Según los análisis realizados por los expertos, se trataría de un varón joven, de entre 17 y 21 años, cuyos restos, al parecer, fueron depositados en posición supina de un modo intencionado. El esqueleto, perfectamente conservado, presenta sin embargo un agujero en el cráneo, lo que hace pensar en el impacto de un proyectil. Las investigaciones asimismo sugieren que este individuo fue amortajado, envuelto en una especie de sudario y cubierto con un sedimento rojizo (posiblemente ocre), según cuenta la antropóloga Maitane Tirapu, que junto con el también antropólogo Edgard Camarós, ha inspeccionado los restos.

Presentación a los medios de los restos recuperados del Hombre de Loizu.
Foto: Gobierno de Navarra
Según los análisis realizados por los expertos, se trataría de un varón joven, de entre 17 y 21 años, cuyos restos, al parecer, fueron depositados en posición supina de un modo intencionado.
Según Pablo Arias "es un privilegio" poder enfrentarse al reto de estudiar unos restos que son únicos en España y un caso rarísimo en todo el continente europeo ya que existen muy pocos restos humanos de este período y menos en tan buen estado de conservación. "Lo llamativo es que el cuerpo está en conexión anatómica, con los brazos cruzados sobre el vientre. Algunos huesos, como el axis, el húmero y el cúbito derechos y algunos huesos de los pies, se encontraban unidos al suelo por concreción", explica Arias. De hecho, el trabajo de extracción de los restos ha sido muy complejo, ya que el camino para acceder al lugar donde se depositó el cuerpo es muy dificultoso y en buena parte debe hacerse reptando y pasando por estrechísimas galerías por las que solo puede circular una persona a la vez. Los espeleólogos del grupo Sakon han colaborado activamente en esta tarea para facilitar el paso de los investigadores en todo momento.
La vida a finales del período glaciar
Asimismo, los investigadores consideran que el hallazgo es un testimonio "de incalculable valor" para conocer cómo vivían los humanos del suroeste europeo a finales de la última glaciación, en el paso del Pleistoceno al Holoceno, "un período de acelerado cambio climático y profundas transformaciones ecológicas. Una época en la que no abundan los testimonios antropológicos en la península ibérica e incluso en el conjunto del continente europeo", afirma Arias. De hecho, y según el investigador, "el caso análogo más cercano geográfica y temporalmente es la tumba aziliense de la cueva de los Azules, en Asturias, unos pocos siglos más tardía, pero en este caso se trata de un enterramiento a la entrada del abrigo y en una fosa, mientras que el hombre de Loizu está posado en el suelo, contra una gran piedra vertical y en un lugar recóndito de la cueva".

Detalle de algunos huesos del Hombre de Loizu en el laboratorio.
Foto: Gobierno de Navarra
Tras la extracción de los restos, ahora empezará el análisis en profundidad en el laboratorio donde se llevará a cabo un análisis osteológico de los huesos para determinar con seguridad la edad de esta persona en el momento de la muerte, las causas de su fallecimiento, y establecer su estatura y complexión; también se practicará un estudio del microdesgaste dental, que permitirá conocer el tipo de dieta que llevó, además de la realización de pruebas biomoleculares (datación por carbono14), análisis para tratar de reconstruir su genoma y exámenes arqueobotánicos y geoquímicos del lugar donde fue depositado su cuerpo.
Ahora empezará el análisis en profundidad en el laboratorio donde se llevará a cabo un análisis osteológico de los huesos para determinar con seguridad su edad en el momento de la muerte, la causa de su fallecimiento, estatura y complexión.
Manuel González Morales, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria (que participó en el descubrimiento de La Dama Roja de la cueva El Mirón, cerca de Altamira), cree que a pesar del evidente interés de este hallazgo debe esperarse a la publicación del estudio para conocer su auténtico valor y evaluar su contexto arqueológico. González destaca asimismo la actuación "extraordinariamente buena" del equipo de espeleólogos que descubrió los restos. Está previsto que el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) se haga cargo de las tareas de investigación. Después, el hombre de Loizu volverá a Navarra para ser expuesto al público.