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Curiosidades de la Historia: Episodio 13

La historia alternativa de Jesucristo a través de los evangelios apócrifos

Los evangelios apócrifos muestran una cara distinta de la aceptada por la Iglesia. Analizamos qué tienen de diferente las distintas versiones, cómo nacieron y cuántos evangelios de este tipo existen.

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Para el cristianismo actual, los únicos evangelios oficiales o canónicos son los de Marcos, Mateo, Juan y Lucas. Estos son, en efecto, los testimonios más antiguos sobre la vida de Cristo, escritos a finales el siglo I, y desde finales del siglo II fueron reconocidos como los únicos válidos. Pero desde una época muy antigua circularon junto a ellos otros textos similares, que recogían episodios diversos de la vida de Jesús, muchos no coincidentes con la versión canónica. Estos fueron denominados evangelios "apócrifos", es decir, "ocultos", en alusión a que eran de origen dudoso o incluso constituían falsificaciones de los evangelios "auténticos".

En la actualidad existe un gran interés por estos evangelios, a causa del deseo un tanto morboso de encontrar en estos escritos algunas verdades, más o menos interesantes o comprometidas, que la Iglesia habría pretendido ocultar de la vista de los fieles.

Sin embargo, hay que insistir en que las diversas iglesias cristianas, entre ellas la católica, no se oponen a la difusión de estos textos. Y cabe subrayarse que los evangelios apócrifos son todos más tardíos que los canónicos e incluyen elementos manifiestamente legendarios.

Su lectura, sin embargo, nos ilustra sobre la forma en que se comprendió el cristianismo en los primeros siglos de su historia y, en particular, la figura de Jesús, de la que los evangelios apócrifos ofrecen una imagen muy diferente a la de los canónicos.

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50 evangelios apócrifos conservados

Se conservan en total unos cincuenta evangelios apócrifos: los gnósticos, los que hablan de la natividad, la infancia o la pasión de Cristo, los que abordan la muerte de la Virgen...

Uno de los más antiguos es el Protoevangelio de Santiago, llamado así por su editor moderno del siglo XVI, aunque el manuscrito más antiguo se titula Nacimiento de María: Revelación de Santiago.

El texto cuenta cómo dos ricos y ancianos personajes de Israel, Joaquín y Ana, tuvieron finalmente una hija por intervención divina a quien llamaron María. Cuando la pequeña tenía tres años, la llevaron al Templo de Jerusalén, donde se quedó sirviendo al Señor y fue alimentada por un ángel. A los doce años, los sacerdotes decidieron entregarla por esposa a un viudo de Israel. Reunidos todos los viudos, cada uno con una vara, ocurrió que de la de José salió una paloma, por lo que fue designado esposo de María.

José hubo de ausentarse por motivos de trabajo y entonces tuvo lugar la anunciación del ángel y la promesa del nacimiento virginal. A los seis meses, José volvió y encontró a María encinta. Cuando ésta negó haberle engañado, José quedó perplejo. Entre tanto, la noticia llegó a oídos de los sacerdotes, que acusaron a José de haber abusado de María. Ambos fueron sometidos a la ordalía de la ingestión de agua sagrada y enviados a una montaña. Los dos volvieron sanos y salvos.

En uno de los evangelios se afirma que los sacerdotes acusaron a José de haber abusado de María.

A continuación se narra la orden de Augusto de censar a todo el pueblo. Puestos en camino, al llegar el momento del parto, José y María entraron en una cueva. Se produjeron entonces signos y prodigios maravillosos, como una partera que se mostró incrédula y exigió una comprobación física de la virginidad de María. Al realizarla, la mano de la partera quedó carbonizada por su incredulidad. Arrepentida, posteriormente se curó al coger al niño Jesús entre sus brazos.

El texto sigue con la visita de los magos y la matanza de los inocentes, narrada con sobriedad.

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En busca del Jesús histórico

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Los hermanos de Jesucristo

El autor del Protoevangelio habla también del problema de los hermanos de Jesús: José era viudo y había aportado al matrimonio con María unos hijos, fruto de sus anteriores esponsales, a los que luego se llamaría, impropiamente, hijos de María y hermanos de Jesús.

El influjo que ejerció el Protoevangelio de Santiago en la literatura posterior se advierte en el denominado Evangelio del Pseudo Mateo, de autor desconocido y que puede datarse entre los siglos IV y V.

La segunda parte de este texto se inicia con el viaje de la Sagrada Familia a Egipto, en el que ocurrieron gran número de prodigios. A los tres años Jesús retornó a Palestina, concretamente a Galilea, donde transcurrió su infancia entre toda clase de hechos portentosos. Uno de los más conocidos es el de las doce estatuillas en forma de pájaro que Jesús elaboró con barro. Cuando el niño dio unas palmadas, los pajarillos echaron a volar.

El evangelio explica que Jesús era temido entre sus compañeros de juegos pues, aquellos que se enfrentaban con él caían como fulminados por un rayo. La familia se trasladó luego a Nazaret, donde Jesús empezó su vida de escolar, causando evidentes dificultades a sus maestros. Cuando uno de ellos se atrevió a castigar a Jesús con una vara por una respuesta que le pareció irrespetuosa, cayó muerto en el acto. El niño iba sembrando el terror entre sus vecinos, por lo que la familia hubo de trasladarse a Belén.

El Evangelio del Pseudo Mateo trataba de presentar al niño Jesús como un héroe maravilloso, omniscente y poderoso. Pero la imagen que se desprende del texto es más bien la de un chiquillo arrogante, díscolo, caprichoso y hasta asesino. Pese a ello, la influencia de este evangelio en escritores posteriores, sobre todo en la Edad Media, fue enorme.

Otro de los evangelios apócrifos más antiguos es El Evangelio de Pedro, descubierto en 1886. Está escrito en griego y ya hacia el año 190 era conocido por Serapión, obispo de Antioquía. El texto comienza abruptamente, lo que denota que solo nos ha llegado un fragmento. Entre otras muchas cosas, el Evangelio de Pedro describe la resurrección de Jesús, cosa que ningún evangelio canónico hace. Añade detalles tan curiosos como una cruz parlante que siguió a Jesús por los aires cuando salió de la tumba. Al recibir la noticia de la resurrección, Pilato ordenó que no se publicara. Aquella misma mañana, María Magdalena acudió con sus amigas al sepulcro; al encontrarlo vacío, un joven les dio la noticia de la resurrección y las mujeres huyeron aterrorizadas. Mientras tanto, los doce discípulos, sumidos en la aflicción, volvieron cada uno a su casa.

¿Tuvo Jesús una esposa?

De una lectura literal de ciertos pasajes del evangelio de Felipe, del siglo III, se podría deducir que María Magdalena no solo era la discípula preferida de jesús, sino, posiblemente, su amante o su esposa. En un pasaje del evangelio se dice que Tres mujeres caminaban siempre con el Señor: María, su madre, la hermana de ésta y Magdalena, denominada su compañera. Así pues, María es su hermana, y su madre, y es su compañera". La compañera del Salvador es María Magdalena. El la aaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en la boca. Los demás discípulos dijeron "¿por qué la amas más que a nosotros?". El Salvador respondió: "¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?". Los estudiosos del evangelio de Felipe, sin embargo, indican que no cabe una interpretación sexual de tales textos. Su carácter es puramente simbólico y las palabras no manifiestan sino que Jesús consideraba a María, efectivamente, la mejor discípula.

Existe otro grupo de evangelios apócrifos que trata de un tema que tendría gran fortuna en el cristianismo medieval y moderno: la asunción de María al cielo. Son textos de fecha relativamente tardía (siglo IV o V), aunque algunos investigadores pretenden ver el origen de la tradición sobre la muerte y asunción de la Virgen en relatos antiguos que se remontarían hasta el siglo II.

El más significativo de estos textos es el Libro de san Juan Evangelista. El texto comienza relatando cómo, tras la resurrección de Jesús, el arcángel Gabriel se le apareció a María para anunciarse su pronta marcha de este mundo.

María y los apóstoles

Días más tarde, María pidió en sus oraciones ver de nuevo a los apóstoles. El Espíritu los reunió a todos, incluso a aquellos que ya habían muerto, que fueron resucitados para ofrecer compañía a María. A continuación se presentó en casa de María un nutrido ejército de ángeles que realizaron curaciones milagrosas. Los judías, sin dejarse impresionar, decidieron marchar contra la Virgen, o al menos, lograr que el gobernador romano la expulsara del territorio. Finalmente, éste envió sus tropas contra María, pero el Espíritu la transportó, junto con los apóstoles, hasta Jerusalén.

Al enterarse de su presencia en la ciudad santa, los judíos corrieron con leña para prender fuego a la casa en la que María y sus acompañantes se habían instalado. Pero, al acercarse, salió de ella una violenta llamarada que acabó con una buena parte de los asaltantes. Luego Cristo se apareció ante todos, rodeado de ángeles. María logró de Jesús que se concedieran en adelante gracias especiales a los que invocaran su nombre con fervor. Se produce luego el momento solemne del tránsito: María bendice a cada uno de los apóstoles y Dios extiende sus manos y recibe el alma de María, mientras su cuerpo queda en la tierra.

Durante el traslado del cadáver al huerto de Getsemaní, un judío intentó profanarlo, pero sus manos quedaron colgadas del féretro, separadas del cuerpo: por intercesión de los apóstoles fue curado posteriormente. El cuerpo de la Virgen fue depositado en un sepulcro, en torno al cual se oían voces de ángeles y se expandía un exquisito perfume. Al tercer día dejaron de oírse las voces y todos comprendieron que su inmaculado cuerpo había sido trasladado al paraíso.

Es evidente que los evangelios apócrifos están lejos de ser fuentes históricas sobre la vida de Jesús. Constituyen, eso sí, obras de ficción, de una riqueza narrativa extraordinaria y han ejercido una enorme influencia en la devoción cristiana posterior.

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