En 1916 la Primera Guerra Mundial se había estancado en un largo frente que atravesaba Francia desde el Mar del Norte hasta Suiza, donde diariamente morían miles de hombres sin que ningún bando consiguiera hacer progresos.
Para romper este impasse el general Erich von Falkenhayn propuso al Káiser lanzar una gran ofensiva contra el saliente de Verdún para atraer allí al grueso del ejército francés y destruirlo con su artillería. En teoría el alto número de bajas sufridas sería demasiado para el pueblo, que pediría un alto al fuego y la retirada de Francia de la guerra.

Como jefe del estado mayor alemán Falkenhayn había dirigido las operaciones del frente occidental desde 1914.
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Con el visto bueno de Guillermo II el general alemán reunió en las trincheras de ese sector una ingente fuerza de 140.000 hombres y 1.200 piezas de artillería, con vistas a empezar el ataque durante el mes de febrero. Sorprendentemente Joffre, el general supremo de los ejércitos franceses, ignoró esta concentración de fuerzas y no reforzó a las divisiones desplegadas en Verdún, confiando en que los 18 fuertes que rodeaban la ciudad serían más que suficientes par rechazar cualquier intento de romper el frente.
Se desata el infierno
La batalla empezó la noche del 21 de febrero con un increíble bombardeo en el que un millón de proyectiles cayeron sobre las trincheras francesas, haciendo saltar la tierra en una línea de explosiones de 30 kilómetros de largo que según un observador aéreo fue como “asomarse al infierno de Dante”. Cuando llegó el alba los oficiales se llevaron sus silbatos a los labios y miles de alemanes se lanzaron al ataque contra unas maltrechas posiciones en las que 40.000 franceses se enfrentaban al triple de asaltantes.

El bombardeo alemán convirtió las posiciones franceses un paisaje lunar lleno de cráteres. En la imagen el fuerte Douaumont y las trincheras que lo rodeaban, capturadas durante los primeros días de la batalla.
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En los primeros días de la ofensiva todo fue bien, el imponente fuerte Douaumont fue abandonado por Joffre y cayó al cabo de tres días, mientras que las trincheras de primera línea eran rebasadas por la oleada alemana. Pese a ello los franceses se repusieron rápidamente al desastre, y lograron frenar el avance por tierra de nadie gracias a sus baterías de retaguardia, mientras sus reservas cavaban a toda prisa una nueva línea de trincheras.
Objetivo prioritario
Con el frente restablecido de nuevo, en marzo Falkenhayn decidió acabar con las fortalezas francesas en las que se apoyaba antes de continuar con su avance. Una de ellas era el pequeño fuerte Vaux, que fue bombardeado de manera contundente a lo largo de toda la primavera hasta que la ofensiva volvió a reanudarse a finales de mayo.

Terminado en 1884 el fuerte apenas sobresalía del terreno, por lo que era un objetivo difícil para la artillería enemiga. El foso estaba cubierto por numerosas troneras y casamatas.
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Durante estos meses de relativa tranquilidad la guarnición de 250 hombres se vio reforzada con otros 350 hombres llegados de unidades destrozadas de todo el frente y algunas reservas de segunda línea. El 2 de mayo llegó el mayor Sylvain Eugène Raynal, el nuevo comandante de la fortaleza, quien se había presentado voluntario para defender la plaza pese a que seguía convaleciente de una herida de metralla en la pierna.

Raynal había sido herido tres veces antes de la batalla de Verdún y apenas podía caminar, por lo que Joffre le confió el mando de una fortaleza.
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Los alemanes llegaron al fuerte el 1 de junio. Tras haber superado las trincheras que lo protegían se abalanzaron contra las numerosas brechas abiertas en sus muros por la artillería, pero una vez en el foso cayeron bajo el fuego cruzado de las ametralladoras, que les disparaban desde galerías ocultas tras ellos.

Croquis del fuerte Vaux realizado por Raynal, en tres de sus esquinas se pueden ver las casamatas ocultas que cubrían el foso con fuego de ametralladora. Por los túneles que las conectaban con la fortaleza principal entrarían luego los alemanes.
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Al día siguiente se produjo un nuevo intento con el apoyo de especialistas armados con granadas y lanzallamas, quienes lograron abrasar a las ametralladoras que cubrían el foso y penetrar por fin en la fortaleza de hormigón y acero. Sin ceder un palmo de terreno los defensores levantaron improvisadas barricadas con muebles y piedras en los túneles que recorrían el interior del fuerte, luchando cuerpo a cuerpo con el enemigo en estrechos pasillos de 1.20 metros de ancho.
Combate subterráneo
Con Vaux rodeado la lucha por su posesión pasó a librarse bajo tierra. Cientos de alemanes se infiltraron a través de las brechas y los túneles que lo conectaban con las casamatas del otro lado del foso, encontrándose con la indómita resistencia de 500 franceses a quienes no podían sacar de sus barricadas.

En túneles del fuerte como este los franceses detuvieron el avance alemán negando su superioridad numérica.
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Para quebrar su resistencia los ingenieros intentaron abrir una serie de boquetes en el techo con dinamita, para sortear de este modo las defensas que había levantado la guarnición, pero Raynal ordenó por radio un bombardeo sobre el fuerte que barrió al enemigo.

Una ametralladora alemana abre fuego contra el fuerte durante uno de los asaltos.
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Entonces los alemanes intentaron ahogar a los defensores sellando los conductos de ventilación con piedras y quemando el oxígeno con lanzallamas, pero los poilus se pusieron su mascaras antigás y rechazaron de nuevo el ataque con sus rifles y ametralladoras.

Para precipitar la rendición de los franceses los atacantes intentaron abrir brecha en el techo y sellaron sus cúpulas de ventilación (en la imagen) con piedras y tierra.
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Desafortunadamente para ellos el día 4 un terrible descubrimiento reveló a Raynal que su situación era desesperada. Aunque los indicadores de las cisternas marcaban que en ellas había agua suficiente para meses, cuando sus hombres las abrieron se encontraron con que estaban casi vacías dado que se habían agrietado por la fuerza de los bombardeos.
La rendición
Sin agua no se podía mantener la defensa y Raynal mandó una paloma mensajera para solicitar un ataque que levantara el asedio y relevara la apurada guarnición. Mientras esperaban ayuda los franceses tuvieron que resistir día a día los constantes ataques del enemigo, que palmo a palmo se abría paso a través de los conductos hasta hacerse con la mitad del fuerte.

Los alemanes aceptan la rendición de Raynal tras seis días de lucha.
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El intento de rescate se llevó a cabo el día 6, pero los alemanes habían cavado una trinchera en torno al fuerte desde la que abatieron con facilidad a los franceses; sin otra opción que rendirse o morir de sed Raynal entregó el fuerte al día siguiente. Su valor impresionó de tal forma al alto mando alemán que el príncipe heredero le obsequió con una espada antes de enviarlo a la ciudadela de Mainz junto con los otros oficiales supervivientes.

cp
Un soldado francés se cubre en un cráter cerca del fuerte Vaux durante el contraataque del otoño de 1916.
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En Verdún el avance alemán prosiguió tras la caída del fuerte, hasta que fue frenado en Julio por la ofensivas aliada del Somme en Flandes y el ataque de los rusos en el frente oriental. Joffre lanzó entonces su propia contraofensiva, que fue recuperando terreno a lo largo del verano hasta recuperar el fuerte el 3 de noviembre.
Con la línea del frente de nuevo en su posición inicial la batalla terminó el 18 de diciembre, sin apenas cambios territoriales y dejando una terrible factura de 300.000 muertos y 400.000 heridos.