Misterios y curiosidades del antiguo Egipto

Un hallazgo inesperado: la tumba intacta del misterioso Wah

Tras descubrir en Tebas la tumba de un importante personaje llamado Meketre, repleta de magníficas maquetas funerarias, el arqueólogo estadounidense Herbert Winlock localizó, prácticamente a continuación, la tumba intacta de un tal Wah, miembro de la casa de Meketre. Años después, y contra todo pronóstico, un estudio radiológico realizado sobre la momia de Wah proporcionó a los investigadores una enorme sorpresa.

Máscara funeraria que cubría la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Máscara funeraria que cubría la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Máscara funeraria que cubría la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD

Herbert Winlock se hallaba exultante. El arqueólogo estadounidense acababa de descubrir una fascinante tumba del Reino Medio (2055-1650 a.C.) en la necrópolis tebana de Asasif sur, cerca de Deir el-Bahari. Perteneció a un alto funcionario llamado Meketre que ostentó los títulos de "supervisor del sello" y "mayordomo principal" durante el reinado de Mentuhotep II, y en su interior, aunque saqueado en la antigüedad, el equipo halló una cámara oculta repleta de maquetas funerarias que ofrecían una visión sin igual de un mundo perdido hacía mucho tiempo, el mundo en el que transcurrió la vida del rico Meketre.

El 24 de marzo de 1920, los trabajadores de Winlock estaban retirando el conjunto de maquetas de la tumba de Meketre, cuando el arqueólogo ordenó llevar a cabo una limpieza exhaustiva del terraplén que había junto a la sepultura así como del patio de la misma. Cuando los hombres llegaron a la parte más alta del terraplén, "en un lugar en el que la roca descendía de forma brusca", según cuenta Winlock en su diario de excavación, se encontraron con una sorpresa inesperada: la entrada a lo que parecía una tumba pequeña y tosca que estaba "bloqueada con ladrillos de barro".

una tumba intacta

La puerta de la tumba se hallaba al final de un túnel de ocho metros de largo y cinco de alto. Winlcok hizo fotografiar la entrada y, a continuación, ordenó echar abajo los ladrillos. Cuál no sería su sorpresa cuando de inmediato se topó con un sarcófago rectangular de madera, intacto, en el que podía leerse el nombre de su propietario: un hombre llamado Wah, miembro de la casa de Meketre, que ostentó el cargo de "supervisor del almacén".

Detalle del sarcófago de madera de Wah, en el que se aprecian los ojos "mágicos" pintados en su superficie para que el difunto pueda "ver". Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Detalle del sarcófago de madera de Wah, en el que se aprecian los ojos "mágicos" pintados en su superficie para que el difunto pueda "ver". Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Detalle del sarcófago de madera de Wah, en el que se aprecian los ojos "mágicos" pintados en su superficie para que el difunto pueda "ver". Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD

"Todo estaba tal y como los sacerdotes lo habían dejado hacía cuatro mil años –escribe Winlock en su diario–. Nada más franquear el umbral había un manojo de paja quemada procedente de la antorcha encendida durante el funeral. A su lado, en el suelo, había un paño de lino que habría servido para cubrir el ataúd en su recorrido hasta la tumba, y caídas a ambos lados del ataúd propiamente dicho estaban las tres cintas de lino con las que lo habrían atado. A los pies del sarcófago yacía el nudo de madera con el que se había bajado la tapa y que los encargados del sepelio habían serrado una vez que aquella estuvo fija en su lugar".

"En el suelo, había un paño de lino que habría servido para cubrir el ataúd en su recorrido hasta la tumba", explica Winlock en su diario.

La momia de Wah, cubierta con gruesas capas de lino, tal como fue descubierta por Herbert Winlock en 1920. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

La momia de Wah, cubierta con gruesas capas de lino, tal como fue descubierta por Herbert Winlock en 1920. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

La momia de Wah, cubierta con gruesas capas de lino, tal como fue descubierta por Herbert Winlock en 1920. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD

La inspección de aquella tumba intacta aún proporcionó más sorpresas. Winlock comprobó que en los laterales del sarcófago de madera se habían pintado unos ojos que habrían servido para que el difunto pudiera "ver". Junto al ataúd, los antiguos deudos dispusieron doce rebanadas de pan, la pata delantera derecha de un buey y una jarra de cerveza. Winlock no pudo evitar notar que esta última era igual que las jarras de cerveza representadas en las maquetas que acababa de descubrir en la tumba de Meketre. Durante el entierro de Wah, alguien hizo una libación con esta cerveza, puesto que en el suelo todavía podía apreciarse una costra seca allí donde se vertió el líquido.

Una de las numerosas piezas de lino que cubrían el ataúd de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Una de las numerosas piezas de lino que cubrían el ataúd de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Una de las numerosas piezas de lino que cubrían el ataúd de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD
Estatuilla de madera que representa a Wah, cubierta de lino. Fue hallada a los pies de su momia. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Estatuilla de madera que representa a Wah, cubierta de lino. Fue hallada a los pies de su momia. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Estatuilla de madera que representa a Wah, cubierta de lino. Fue hallada a los pies de su momia. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD

En el interior del sarcófago de madera, los arqueólogos descubrieron una momia intacta, envuelta en gruesas capas de lino y con el rostro ylos hombros cubiertos con una máscara dorada. El cuerpo había sido colocado sobre su lado izquierdo, con la cabeza apoyada sobre un reposacabezas de madera. También había un disco de resina y un espejo de cobre. A los pies de la momia se encontraron un par de sandalias de madera y una estatuilla del difunto, también de madera y envuelta en lino.

una sorpresa inesperada

Ese año 1920 no podía haber resultado más fructífero para Herbert Winlock, que hizo enviar la momia y los materiales que la acompañaban al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde durante años permaneció expuesta tal como se había encontrado, con su relleno de vendas de lino y su máscara dorada cubriendo sus facciones.

De hecho, los investigadores creyeron que como Wah no era un hombre de alta posición social, sino tan solo un empleado de Meketre (aunque uno altamente valorado, ya que fue enterrado muy cerca de su señor), sus vendajes no debían de esconder nada de valor ni de interés. Esa era también la opinión de Winlock: "La comida a base de cerveza, pan y carne junto al ataúd era tan sencilla, al igual que los pocos objetos que este contenía, que parecía poco probable que hubiera algo de valor en el interior de la momia".

Pero nada más lejos de la realidad. En 1935 se sometió a la momia de Wah a un examen de rayos X que demostró que "el cuello de Wah, su pecho y sus muñecas estaban adornados con las joyas más de moda en la Tebas del año 2000 a.C.", según el informe. 

En 1935 se sometió a la momia de Wah a un examen de rayos X que demostró que el cuello de Wah, su pecho y sus muñecas estaban adornados con joyas.

Escarabajo de plata, de bella factura, hallado entre los vendajes de la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Escarabajo de plata, de bella factura, hallado entre los vendajes de la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Escarabajo de plata, de bella factura, hallado entre los vendajes de la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD

Finalmente, en 1939 se procedió al desvendado de la momia de Wah (un proceso que actualmente la mayoría de investigadores descarta) para extraer todas estas magníficas piezas de joyería, entre las que destacaba un bello escarabajo de plata (hay que recordar que en el antiguo Egipto la plata, por su escasez, era mucho más valiosa que el oro). También salieron a la luz pulseras, tobilleras, escarabajos de lapislázuli, cuentas ensartadas de pórfido y de plata, un hermoso collar de fayenza turquesa...

Collar hecho con cuentas de fayenza. Se halló dispuesto sobre la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Collar hecho con cuentas de fayenza. Se halló dispuesto sobre la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Collar hecho con cuentas de fayenza. Se halló dispuesto sobre la momia de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Collar de cuentas de plata de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Collar de cuentas de plata de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Collar de cuentas de plata de Wah. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

PD

El estudio de la momia también reveló que Wah era un hombre más alto que la media y relativamente joven en el momento de su muerte, unos 30 años. El análisis mostró que en algún momento de su vida Wah tuvo problemas en los pies, lo que posiblemente le obligó a llevar una vida sedentaria. Eso explicaría la obesidad que sufrió el personaje, y que tal vez contribuyó a su mala salud y temprana muerte. Con todo, y a pesar de la relativa riqueza de su enterramiento, el proceso de momificación a que fue sometido su cuerpo fue muy poco sofisticado. Tal vez a tanto no llegaba el aprecio de Meketre por su supervisor...