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El geólogo Alexander Avdonin, nacido en Ekaterimburgo, se alió con el cineasta ruso Geli Ryaboy en la década de 1970 para encontrar la sepultura del zar Nicolas II y su familia: los Romanov. Ryaboy, que había trabajado en el ministerio soviético de Asuntos Interiores, tenía acceso a documentos clasificados que contenían pistas valiosas. Una publicación de 1926 describía la zona donde estaba la fosa como "un lugar pantanoso", y una foto de 1919 de un puente despertó su curiosidad.
Trabajando en secreto, localizaron esa estructura, y en mayo de 1979, la tumba, pero ocultaron el descubrimiento por temor a represalias de las autoridades soviéticas. Tras la caída de la Unión Soviética, el hallazgo de Avdonin se hizo público. En 1991 comenzó una excavación oficial que reveló que la tumba guardaba solo nueve personas: cinco Romanov y sus cuatro sirvientes. El experto forense Sergei Abramov usó medidas craneales para identificar los huesos, y científicos británicos tomaron ADN mitocondrial de los restos y los compararon con el de sus parientes conocidos. En 1993 se anunció que los cadáveres eran los del zar, la zarina, Olga, Tatiana y Anastasia Romanov. En 2007 se hallaron restos carbonizados enterrados cerca de la primera fosa, y el ADN mostró que correspondían a María y Alexei. Quedaba demostrado que no hubo supervivientes.