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Una colección bien conservada de cuatro vasos canopos de la dinastía XXVI (664-525 a.C.) de Egipto, que antiguamente contenían las vísceras de un difunto, ha sido descubierta por los arqueólogos del Proyecto de Conservación del Sur de Asasif en un espacio casi cúbico tallado en la roca (60 centímetros de largo y de ancho y 50 centímetros de profundidad), en un compartimento funerario intrusivo tallado también en el muro sur de la sala hipóstila de la tumba kushita de Karabasken (TT 391), en la necrópolis del sur de Asasif, en la orilla oeste de Lúxor, según informó ayer el Ministerio de Antigüedades de Egipto.
Las tapas de los cuatro vasos canopos de alabastro egipcio tienen forma de cabeza humana, de babuino, de chacal y de halcón, hábilmente talladas y modeladas por, al menos, tres artistas diferentes. Cada vaso contenía unos órganos determinados del difunto con el fin de protegerlos de la destrucción en el más allá, pero desgraciadamente los vasos se rompieron en varios fragmentos debido a la presión del agua de las inundaciones. Según parece no queda rastro de las antiguas vísceras del difunto, pero los vasos sí que contenían grandes cantidades de resina.